Cuando tu capacidad económica bloquea tu capacidad de soñar, de desear,
de querer algo más. Es verdad que,
durante las etapas de crisis económica aprendemos a valorar muchas cosas que
dábamos por sentadas. Nos ajustamos el
cinturón revisando cada factura, cada servicio, que no se nos escape ni un
céntimo más de lo necesario por ningún lado.
Buscamos las mejores ofertas, los mejores precios, las gangas o los
chollos para conseguir más y que nos cueste menos.
Pero, ¿también hay que ahorrar en nuestros sueños? O simplemente, ¿nuestros sueños se
transforman en el simple deseo de cubrir necesidades básicas? Dejamos de soñar a lo grande, ya no queremos un cochazo, ahora sólo queremos que el que
tenemos no falle. Ya no planificamos
mentalmente, con una sonrisa en la cara, aunque no lo consigamos en realidad,
unas vacaciones espectaculares: un crucero, Disney con tus hijos o un viaje
familiar a Laponia mientras ellos todavía creen en Papá Noel.. ¡No!
Esa capacidad de soñar ya se queda aparcada en algún lugar de nuestra
cabeza mientras el resto de nuestra mente e imaginación está pensando en cómo
pagar las facturas del mes y sobrevivir desde la mitad con el efectivo en
mínimos. Es verdad, ¿en qué momento
puedes volver a soñar?
No quiero que mi capacidad de soñar dependa del dinero que tengo en el
banco o en el monedero. Quiero seguir
soñando a lo grande, pensando que todo eso, en algún momento de mi vida, con
esfuerzo, se hará realidad.
Quiero recuperar esa capacidad de disfrutar de la vida, de lo que
tengo hoy, de los pequeños detalles y de las cosas simples que valen más. De mi familia, de que todos tenemos salud y
nos tenemos los unos a los otros.
Supongo que lo demás irá llegando, poco a poco. Algunas cosas sí y otras quizá no, pero con
ilusión, seguro que ni cuenta me doy.
Disfrutemos de lo que tenemos hoy, ahora. No permitamos que los problemas nos quiten la
sonrisa de la cara y nos repriman. La
vida es hoy y es corta, no perdamos el tiempo.