domingo, 20 de marzo de 2011

¿Por qué escribo?

Aunque ya han pasado un par de meses desde que empecé con el blog, cada día me sorprendo a ver cuantas visitas hay.  Estoy sorprendida, agradecida, emociona.
Sorprendida porque no pensé que un blog sobre mi vida, experiencias, anécdotas o pensamientos puedan gustar e interesar a tantas personas.  Agradecida y emocionada por ver que hay personas en muchísimos países del mundo que me leen.  Hasta en algunos países en los que no estoy del todo segura si conozco a alguien.  Es increíble.
Me encanta recibir además sus comentarios a las diferentes publicaciones.

Me pongo a pensar en que necesidad tengo de escribir, en hacer, de alguna manera, pública mi vida y la de mi familia, de ir contando mis pensamientos, sentimientos, deseos, sueños, anécdotas y más.
Luego pienso que ya el hecho de vivir la vida la hace tácitamente pública y que por otro lado no tengo mucho que no quisiera que se haga público.  Claro que igual guardo mis secretos.

Mis primeros recuerdos de escribir vienen desde que era pequeña y adolescente.  Durante varios años tuve un diario en el cual iba dejando todas mis experiencias, sensaciones, sentimientos, ideas, planes, sueños, deseos, frustraciones, tristezas.  Al escribir era como una tormenta de palabras que se alocaban por salir, atascadas en la salida que eran mis manos que además era como si mis manos escribieran solas.  Las letras, las palabras fluían y fluían.  Era como si mi alma se saliera de mi cuerpo y viera todo desde otro nivel. Expresaba todo lo que sentía pero no podía controlarlo, línea tras línea llenando libretas, cuadernos.
Luego cuando terminaba de extraña sensación, ya lo releía y entendía lo que había escrito.  Muchas veces y según que sea, hasta entendía porque me sentía de una u otra manera.  Muchas veces hasta encontraba soluciones, si se trataba de algún problema y me sentía mejor.

Ya con el tiempo, cuando deseaba algo con mucha intensidad, escribía en un trozo de papel este deseo y lo repetía muchas veces en todo lo que este trozo de papel me permitiera y así lo escribía y escribía.  Al terminar lo rompía en miles de trocitos entre plegarias y repitiendo mi deseo, esperando se haga realidad.  Tengo que reconocer que muchas veces se han cumplido estos deseos.

Durante mucho tiempo dejé de escribir.  Fue al inicio de la adultez, pienso.  Ya no tenía diarios, ni cuadernos.  Sólo en ocasiones, en situaciones muy especiales o de fuertes emociones, cogía un papel y escribía y escribía como para descargar toda la energía.  Era lo que reemplazaba a dar de saltos por todos lados o llorar y llorar para desahogarme.  Ya luego respiraba profundamente y seguía.

En el año 2000 cuando me sentí tan acompañada, reconfortada y arropada por tantísimas personas en los dos momentos más emotivos de ese año.  Un momento tan duro y difícil e inmediatamente la felicidad absoluta de tener a Alberto en mis manos.  Recuerdo que quería compartir la alegría y agradecimiento que sentía por tanto cariño, tanto apoyo.  Entonces escribía e-mails, aprovechando los avances tecnológicos, contando un poco como nos iban las cosas.

Y seguimos así, hasta el 2005 que decidimos venir a vivir a España.  Estamos lejos de la familia, de los amigos.  Sentía que teníamos que mantenerlos informados que de comos estábamos.  Sobre todo considerando que al estar lejos, los que se quedan siempre imaginan como estarán las personas que se han ido fuera para empezar una nueva vida.  Así que mis mails tuvieron nombre “mails comunitarios”, no eran más que e-mails con fotos contando nuestras aventuras.

Durante mis últimos 7 años en Lima, tuve la suerte de compartir oficina (despacho) con mi mejor amiga del colegio.  Así que si ya éramos muy buenas amigas, nos convertimos en la sombra la una de la otra o como alguna vez nos dijeron en plan broma “almas gemelas, si cae, caerá la otra”.  ¿Te acuerdas M.R-M.?  Además de trabajar (y mucho) teníamos la suerte de compartir nuestro día a día, la vida de la otra en primera persona, todas nuestras alegrías, tristezas, temores… en sí compartíamos nuestra vida.  Siempre “filosofábamos” sobre lo que deseábamos de la vida y sobre como lograrlo.  Además analizábamos mucho las experiencias ajenas.  Por ejemplo, de cómo una pareja llevaba su relación, visto desde fuera claro y decíamos “esto nunca se debe hacer, tomemos nota para nuestra vida”.  Yo hasta ahora recuerdo muchas de esas notas de “esto no debemos hacer” para no repetir o cometer errores que ya he visto cual será el resultado final.

Entonces me di cuenta que mi vida ha sido (es) realmente intensa.  Miro hacia atrás, ya con otros ojos y veo tantas cosas que he vivido en muy poco tiempo y como comento líneas anteriores, además lo que he aprendido viendo con atención a las personas de mi alrededor y eso también enseña mucho.  Si realmente quieres aprender a vivir la vida.
Sé que no soy la única a la que le pasan cosas, claro está.  Considero que en cada momento hice lo que mi instinto me dijo que tenía que hacer para seguir adelante.  Siempre hay soluciones más fáciles para todo y no siempre las más fáciles son las que al final nos traen mejores resultados.
Me di cuenta que si yo pude lograr superar momentos difíciles, sin ser ninguna “súper woman” ni tener ningún poder de súper héroe, lo podría lograr cualquier persona que pase por un momento difícil.  Quiero compartir eso, transmitir fuerza y energía y sobre todo seguridad en uno mismo, para estar seguros que dentro de uno mismo tenemos la fortaleza necesaria para salir adelante.  Es verdad que tenemos derecho a llorar nuestra pena (la que fuese), pero tenemos la obligación de recuperarnos, de luchar y salir adelante.  No le hacemos ningún favor a nadie (igual a nuestra familia sí) pero realmente la recuperación es para nosotros mismos.
Siempre he dicho que Dios es misericordioso, es bueno y nos manda lo que realmente podamos afrontar, lo que podemos aguantar.  Nunca viviremos algo con lo que no podremos seguir adelante.  Es cuestión de FE.

Al final, ahora luego de releer todo lo escrito, estoy confirmando por qué escribo.  Escribo para hacer pública mi vida, para compartirla, para que vean que todas las vidas, en diferentes tonalidades son muy parecidas.  Todos tenemos problemas, épocas difíciles, alegrías, etapas de felicidad.  Pero todos podemos aprender de nosotros mismos, de nuestras experiencias y las experiencias de las personas que están a nuestro alrededor.  No pasemos por la vida, sólo pasando por ella.  Vivamos la vida, exprimamos la vida, cada experiencia, cada cosa que nos pasa, todo es para aprender, para vivirla mejor.