lunes, 25 de abril de 2011

¿Y si no tengo trabajo?

¡Ahora no tengo trabajo!  ¿Qué hago con mi tiempo?

Como ya muchos saben, desde hace poco más de un mes, finalmente la crisis económica española, que hasta ahora sólo nos había acariciado suavemente, ya nos abrazó con fuerza.  Despidieron a Jorge después de 5 años por “razones objetivas”, lo que quiere decir que la empresa no vendía como antes o lo que necesitaba.  No nos vamos a poner a juzgar si la administración de la empresa hizo bien o no o si había otra alternativa, no es el motivo de esta historia.  Además, de alguna manera lo habían anunciado desde hace varios meses, si las cosas no mejoraban empezarían con los despidos.  Entonces “guerra avisada no mata gente” o por lo menos no la sorprende.
Durante los meses anteriores de angustia ya habíamos pensado cada uno y juntos lo bueno, malo, plan A, plan B y más alternativas posibles por si Jorge era uno de los nominados.  Pero cuando llegó el día igualmente nos sorprendió o como dicen por estas tierras “nos pilló por sorpresa”, a pesar de creer que estábamos preparados, pero no fue así.

Hay que reconocer que es una tranquilidad saber que por determinado tiempo cuentas con una prestación por desempleo, que bien o mal te da un tiempo para sacudirte, formarte, actualizarte y buscar trabajo.
En Perú, ante la misma situación no te queda otra que salir a la calle corriendo, llamar a todo el mundo para ver quien te puede ayudar y ver de encontrar un trabajo lo más pronto posible.  En el momento que te despiden te vas con tu liquidación o finiquito y con la palmadita en la espalda y los mejores deseos.  No hay más.  A la calle con lo puesto, como se dice.

Entonces, teniendo esta tranquilidad temporal, la situación empieza a perder un poco de dramatismo.  Tienes la capacidad de ver con un poco más de luz las opciones y oportunidades que tienes para el día siguiente y todos lo que vengan detrás hasta llegar al nuevo trabajo.

En esta oportunidad tampoco vamos a perder el positivismo y menos vamos a dejar de encontrar el lado.  Estamos seguros que las cosas que nos han pasado y nos pasan son por algo bueno y finalmente será por algo mejor.  No podemos perder tiempo en quejarnos de nuestra suerte o pensar que hicimos o que debimos hacer.  En cada momento hemos ido tomando decisiones y actitudes frente a las situaciones que se presentaban pensando que era lo mejor o la mejor estrategia.  Como siempre, el tiempo nos da las respuestas.

Al tener de pronto tanto tiempo libre nos agobia la idea de que hacer, como ocuparlo para evitar que los días se hagan tan largos.  Es irónico, porque siempre tenemos una larga lista de cosas que quisiéramos hacer si no tendríamos que trabajar. Pero ahora que tenemos ese tiempo, nuestra lista se reduce a un par de cosas que en dos horas están liquidadas u otras cosas que requieren “mayor preparación”, asistencia o cualquier excusa para no hacerla.  Entonces estamos como al principio.  Tenemos mucho tiempo y no sabemos que hacer y menos, como disfrutarlo.

Durante los cinco largos meses que me tocó estar en casa sin trabajo, cuando recién llegamos a España, me costó mucho tiempo saber que hacer o saber lo que tenía que hacer.  Tengo que reconocer que tenía mucha ilusión por el cambio de vida y tenía una actitud positiva, aunque sabía que la casa no era una actividad a tiempo completo para mí.  Me organicé con una rutina, llevar y recoger a Alberto del colegio que tenía jornada partida, con lo cual tenía que ir y venir cuatro veces al día.  ¡Cómo para aburrirse!  Además tenía que tener la comida lista para la hora que Jorge llegara a comer porque luego regresaría al trabajo.  Había que limpiar, poner lavadoras, planchar y tantas cosas que siempre hay que hacer en casa.  Es verdad, no hacía todo todos los días, pero mi idea era tener todo avanzado al máximo para aprovechar el fin de semana con actividades más divertidas.
A veces y para romper la rutina, tenía que hacer algún trámite, ir al banco, alguna compra, pero todo esto adicional y respetando horarios, claro.
Durante esta temporada tuve que reciclarme.  Me compré un algún libro de cocina con la idea que las lentejas sean diferentes e innovar en la comida.
Aprendí a disfrutar de esta etapa recluida en casa, donde los temas de conversación se limitan y la mente, no acostumbrada a este trabajo, se me nublaba.

Al final entendí que estas épocas tan marcadas son etapas de aprendizaje personal, de desarrollo del alma y de nuevas cualidades.
Es una etapa para disfrutar de la familia, de llevar a los chicos al parque, de preparar la comida que les gusta, de mimarlos, de tener ese tiempo que antes no tenía para aprovecharlos y disfrutar con todos.  Es la etapa para pasar buenos momentos en familia, compartiendo la compañía los unos de los otros, de buenas conversaciones.

Nos ha costado reorganizar la rutina de la casa.  Aceptar que por ahora “es lo que hay” y que hay que plantearse una nueva organización y aprovechar al máximo el tiempo.  Jorge no sólo ha sido siempre de gran ayuda en casa.  Pienso que siempre hemos compartido las tareas domésticas.  Ahora hay que asumir que él está a cargo de la casa, horario de los chicos y demás.

También sé que esta etapa también es de mucho desgaste psicológico y emocional.  Pero no sólo para el protagonista, sino también para la pareja, hijos, para todo el entorno familiar y el día a día.
Uno descubre un mundo que siempre estaba ahí, pero no lo veíamos porque no había tiempo.

Finalmente, de todas las etapas aprendemos algo.  Los cambios nos exigen reinventarnos, buscar dentro de nosotros nuevas cualidades, plantearnos nuevas metas.
Jorge ha encontrado un curso que le interesa y le permite aprovechar el tiempo en actualizarse y formarse.  Esto le permitirá aplicar en sus siguientes búsquedas de trabajo alguna plaza que le guste o lo satisfaga más.

Muchas veces nos aferramos a situaciones más seguras por el temor a arriesgar o perder lo que se tenemos, aunque no nos sentimos a gusto.  ¡Es natural!  Pero ya dicen, el que no arriesga, no gana.
Ahora es cuestión de creer, cuestión de FE de estar seguros que todo lo que nos pasa se da en el mejor momento y siempre, siempre porque hay algo mejor para nosotros esperando.

Tenemos que abrir nuestra mente, libraros de malos pensamientos, rencores, frustraciones y aprovechar este tiempo de la mejor manera.  Durante esta etapa también dejaremos huella, así que dejemos la mejor de las huellas para que otros la sigan.