miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ya estoy en paz

¡Sí! Finalmente estoy en paz.  He sentido paz interior, pero no esa “paz” como para decir, descansar en paz o morirme.  No, no, no, esa “paz” no, yo todavía tengo muchas cosas pendientes por hacer en esta vida.  Aún no termino mi misión, así que todavía tengo para rato.
Ya estoy en paz con mi mente, con mi alma y sobre todo con mis recuerdos y mi pasado, me ha costado muchos años, pero lo he logrado.
Se me hace difícil expresar claramente lo que siento estos días, pero sólo puedo decir que es paz, tranquilidad, como haberme quitado una mochila muy pesada.
Siento paz porque he aceptado una compañía espiritual y he cerrado ese capítulo.
Tengo un concepto muy personal y especial sobre la vida, la muerte y la vida después de la muerte y a pesar de mis creencias religiosas y en búsqueda mi paz interior, empecé a creer y aferrarme a algunas teorías diferentes de asumir la vida y la muerte.
Ahora pienso que algunas personas que se nos adelantan, su alma se queda con nosotros para cuidarnos y guiarnos, quizá tienen la necesidad de despedirse y cerrar y un círculo o simplemente acompañar y cuidar a alguna de su entorno.  Me costó asumir que eso era así, finalmente al principio era una discusión interna entre lo aprendido y lo necesario.
Ahora creo que no siempre nos quedamos solos, a pesar tan fuerte que sentimos.  Siempre tenemos un ángel de la guarda que nos cuida y nos acompaña.  Quiero creer que yo tengo uno, sé que siempre he tenido uno, sólo que ahora lo siento diferente., sé que desde hace muchos años está en casa, cuidándonos, sobre todo a Alberto y a toda la familia.  De vez en cuando, cuando me empiezo a olvidar de su “presencia”, me lo recuerda con pequeñas cosas, para que en los momentos que estoy más preocupada o angustiada sepa que no estoy sola.  Son pequeñas señales para recordar que sigue por acá velando por nosotros.
Ya he aceptado tu compañía con paz y alegría, acepto tu forma de ser y tu manera de llevar tu vida y tu salud, sé que ahora nos cuidas y velas por nosotros.  Cuídanos y líbranos siempre de peligros!
Nosotros te tenemos siempre presente y voy intentando transmitir tu recuerdo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Un día como hoy…

Pues sí, un día como hace seis años empezó una nueva etapa en mi vida.  En el año 2005 pasaron muchas cosas que lo hicieron que sea especial, diferente, un año de cambios.  Ese año decidimos, Jorge y yo casarnos y lo hicimos, pero pocas semanas antes mi Papapa Dante se nos adelantó y su alma se reunió, finalmente con su mamá, familia y amigos, pero sobre todo con mi Mamama Iris y ya lo último fue venir a vivir a España.  Un día como hoy, el 26 de Noviembre del 2005 me subí al avión con Alberto, cargados con las maletas llenas de cosas que pensábamos podríamos necesitar, lo que teníamos, recuerdos que queríamos tener cerca.  ¡Tantas cosas!  Tan poco espacio.  Tantos sentimientos que ahora, después de seis años percibo diferente.
Mis maletas, además de cosas materiales venían cargadas de ilusiones, temores, ideas, sueños.  Alberto y yo llegamos a Madrid.  Ahí nos esperaban mi hermano “Motas” y la tía Rosi, infaltable.  Conversamos un poco en el aeropuerto, sólo recuerdo la adrenalina!  Nos subimos al coche que le habían prestado a Motas, escuchamos las indicaciones de la tía Rosi para salir del aeropuerto y coger el camino a Zaragoza y empezamos el camino. ¡A Zaragoza!  Antes, en el año 1993, yo había estado una vez en Zaragoza con mi mami, sólo por unas horas y de compras.  Mis recuerdos sobre la ciudad sólo eran de la Virgen del Pilar y su plaza.  Pero ahora era momento de descubrir otro lado de la ciudad, ahora tenía que convertir Zaragoza en MI ciudad, para mí y mi familia.
Tomamos camino hacia Zaragoza o eso era lo que planeamos.  Pero claro al no tener una idea clara del camino y del rumbo a seguir fue difícil saber qué salida de Madrid había que tomar.  Llamamos a la tía Rosi cuando ya estábamos completamente perdidos y nos ayudó a salir.  Fue muy divertido.  No recuerdo cuanto duró el trayecto de Madrid hacia Zaragoza, pero ahora que conozco el camino y sin contar el tiempo que dimos vueltas me imagino que fueron unas cuatro horas.  Todo el camino le vine contando cómo había dejado a la familia y a Lima y los planes para el futuro.  El plan más inmediato era conseguir el certificado de empadronamiento para mandarlo a Lima para que Jorge pueda tramitar el visado en el Consulado Español en Lima. 
Al día siguiente, pronto por la mañana Motas nos despertó para que salgamos a buscar los papeles.  A la primera no pudimos tener el empadronamiento, pero ya al día siguiente sí y luego nos fuimos a la Seguridad Social y terminar todos los trámites necesarios.  Cuando ya teníamos los papeles listos, pensamos que la forma más rápida y segura de enviar los documentos a Lima era por DHL.  Vinieron a recoger los papeles y nos ofrecieron que máximo en 3-4 días los papeles estarían en Lima.  Perfecto!  La idea es que Jorge pueda llegar a España para pasar la Navidad juntos.
Para variar mi suerte con los trámites y gestiones, entre el fin de semana, el puente de la Constitución y el puente de la Inmaculada y que se “traspapeló” el sobre en Madrid los papeles tardaron casi 10 días, pero llegaron. 
Los primeros días, antes que Jorge llegara se hacían muy largos.  Logré conseguir colegio para Alberto y crear una nueva rutina.  Hacía muchos años que no estaba en casa sin trabajo, así que realmente me tenía que reinventar.  Era casi invierno y el frío tan frío y que se haga de noche tan pronto, hacia que los días se hagan muy cortos, pero las noches muy largas.  Disfrutaba de lo desconocido, veía que todo era tan diferente.  Deseaba que Jorge pueda hacer los trámites lo más pronto posibles y que  llegara.  Mientras iban pasando los días esperaba los papeles Jorge para poder tramitar el visado, luego le dieron el visado y pudo viajar sin problemas.
Recuerdo que Alberto hablaba con ilusión imaginando una “blanca Navidad”.  En Perú la Navidad es verano.  Ya nos habían dicho que en Zaragoza no nevaba.  Pero ese 24 de Diciembre fue increíble.  Una capa blanca cubría toda la ciudad.  ¡Qué alegría las vistas que teníamos desde nuestro balcón!  Fue suficiente para dar ese toque especial que necesitábamos la primera Navidad lejos de la familia, pero en realidad en familia.
Han pasado tantas cosas durante estos 6 años.  Tantas cosas que hemos ido aprendiendo, costumbres a las que nos hemos tenido que adaptar, aunque algunas otras costumbres que mantenemos.  Ahora mismo somos extranjeros en España y en Perú, aunque nos sentimos integrados a la sociedad.  Además de las buenas personas que hemos conocido y que han hecho que la vida por aquí sea más fácil.  Tenemos muy buenos amigos, que algunos son ya parte de nuestra familia.
Durante estos años hemos vivido muchas anécdotas, además de aprender y entender muchas cosas.  Muchas de estas anécdotas están relacionadas con el idioma.  Sí, sí! El idioma.  Aunque, tanto en Perú como aquí se hable castellano, la forma de hablar, expresiones son tan diferentes muchas veces.  Tan diferentes que a veces parece que es otro idioma.  Ahora, y en tono de broma, decimos que hablamos dos idiomas “peruano” y “español de España”.  En un momento Alberto tomó la responsabilidad de ser nuestro traductor e intérprete con otras personas, sobre todo con sus compañeros del colegio y sus padres, para que nos puedan entender sin problemas.  Era muy gracioso tenerlo al lado cada vez y que él vaya haciendo traducción simultánea de las conversaciones.
Gracias España por estos seis años de mi vida.  He aprendido muchas cosas, he conocido muchas ciudades y pueblos.  He conocido a muy buenas personas, algunas que aún siguen a mi lado, he aprendido a ser más tolerante.  He madurado y crecido como persona.  He aprendido a valorar a las personas por lo que realmente son.  Darme cuenta de lo que es importante en la vida y la importancia real de nuestra familia, de mantenerse unida y luego al estar lejos, valorar también a la familia y a los amigos de verdad.
Ya pasaron seis años y casi sin darse cuenta, con muchas alegrías y tristezas, con muchas pruebas y experiencias que sólo enriquecen nuestra vida.  Seguiremos avanzando esperando que cada día sea mejor que el anterior.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Es lo que toca!

Está claro que los hijos nos cambian la vida.  Ya lo sabemos de memoria.  Y que hay hijos que nos permiten seguir, a pesar de los cambios que exige, con nuestra rutina, más o menos como siempre, pero hay otros hijos que llenan la casa de energía y todo cambia, dejas de ser quien eras y pasas a ser la guardiana de esa pequeña criatura llena de energía.

En la publicación anterior, les conté que el último fin de semana de octubre nos fuimos de paseo, a un lugar muy lindo y tranquilo.  Mientras estábamos en la recepción, había una chica que también esperaba, antes que yo, a ser atendida.
Cuando le tocó, se presentó y dio sus datos para que puedan encontrar rápido su reserva y mientras la persona que atendía buscaba, la chica dice “hace muchos años, cuando era soltera, vine un par de veces para hacer caminatas, escalar…”.  La persona que atendía le dice: “Sí, en  el 2001, viniste por última vez en el 2001”.
A esta chica le cambió la cara dijo, como me ha cambiado la vida.  Antes venía en plan soltera, a hacer de todo, excursiones, salidas, pasarla bien y ahora vengo con mi marido, hijo y perro! Cómo me ha cambiado la vida desde el 2001 a esta fecha, lo que tengo ahora.  Estoy feliz ahora, pero espero que mi hijo crezca pronto para poder hacer algo de lo que hacía antes, pero hoy por hoy, esto es lo que toca.
Me quedé, claramente, con esa frase en la cabeza.  ¡ES LO QUE TOCA!  Es lo que pasa cuando decidimos formar una familia, tener hijos y seguir creciendo y madurando.  Dejamos de hacer muchas cosas que antes hacíamos.  No es que nos estemos arrepentidos de hacerlo, no!  Es más, muchas veces ni cuenta nos damos que hemos dejado de hacer cosas de “solteros”, simplemente las hemos dejado de hacer de una manera natural, un cambio natural de prioridades en la vida, pero cuando de pronto nos quedamos quietos y miramos hacia atrás, igual con un poco de nostalgia, es cuando nos damos cuenta de todo lo que ya se no se puede hacer más.
Es lo que toca, ahora me toca ser madre, esposa, sigo siendo, como cuando soltera, mujer trabajadora, eso no me lo quita nadie.  Pero han cambiando tantas cosas en mi vida.  Extraño algunas, igual por sólo querer poder volver a hacerlas, sentarme en la orilla de la playa en silencio, leyendo un libro y mojándome los pies con la orilla, sólo escuchando el ruido del mar.  En cambio ahora tengo todo un “chiringuito” montado en la playa (recordando la última vez que fuimos) y aunque ya no llevo un libro, llevo una revista de chismes, con la esperanza de poder leer un poco o simplemente ojear algo.  El silencio de la playa y el ruido del mar, se ha reemplazado por un “mira mami” ó un “cuidado con la ola”.  Pero es que esto tampoco lo cambiaría por nada del mundo.
Es lo que toca, cambiar de actividades tranquilas y relajadas los fines de semana, cuando sólo te apetece quedarte en pijama viendo televisión y mal comiendo.  Lo que toca es cambiarse, ver algo de comer, en condiciones, y luego salir, dar una vuelta, aunque sea a la manzana para que nuestro hijo descargue un poco toda su alegría y energía.
¡Es lo que toca! Nos toca madurar, ser conscientes que ya no somos YO, que somos nosotros, que todo lo que hacemos tiene una consecuencia rápida y directa.  Somos un ejemplo y toca ser el mejor ejemplo posible para nuestros hijos.
Ya vendrán otros tiempos, otras etapas, aunque nunca dejaremos de ser padres de nuestros eternos bebes, ya nos tocará hacer otras cosas.  Ahora mismo no tengo claro que quisiera hacer cuando ya no me toque ser tanto madre full time, sí que me gustaría lograr algo más formal con esto de escribir, pero la vida da tantas vueltas que falta demasiado tiempo para llegar a esa nueva etapa de mi vida.
Ahora, lo que toca es ser feliz, disfrutar de mi familia, de mi hijos, de la particular forma de ser que tiene cada uno, agradecer a Dios por la vida que tengo, de las alegrías, tristezas, los buenos momentos y los que nos son tan buenos, de cada cosa, de cada día, de cada sonrisa, beso y abrazo de mis hijos que son los que me transmiten su energía para cada día seguir adelante pensando que será un buen día y cada día mejor que ayer!
ES LO QUE TOCA ¡SER FELIZ!

domingo, 6 de noviembre de 2011

Nuestro fin de semana familiar

Durante el puente de “Todos los Santos” nos escapamos.  Personalmente necesitaba unos días para cambiar de aires, romper la rutina y disfrutar de mi familia, ver a los chicos y pasarla bien.
Estuvimos viendo y analizando muchas alternativas, viendo tarifas, distancias, tiempos de viaje, el tiempo y todo para intentar elegir lo mejor.
Una semana antes reservamos un bungalow en Morillo de Tou.  Ya me habían hablado de ese lugar, allá por el año 2006, cuando llegamos a España.  Me lo describieron como un pueblo en el Pirineo Aragonés “que está muy bien”, que en los años sesenta fue abandonado por sus pobladores tras la crecida del embalse de Mediano que está muy cerca y por el año 1985 los simpatizantes y afiliados sindicales de CC.OO. de Aragón se plantearon su recuperación y lo convirtieron en una “ciudad de vacaciones”.
El sábado salimos hacia media mañana y mientras pasamos a despedirnos de la Mamama Iris, nos acordamos que nos habíamos olvidado de los pañales para las noches, sal, pimienta y aceite para cocinar y algunas cosillas de esas importantes, pero que ya no te explicas porque las olvidaste.
Ya nos habían adelantado que aunque tienen supermercado, en esta temporada está cerrado  y que el pueblo más cercano como para comprar alguna cosa que necesitemos es Ainsa y estaba a unos 10 minutos, así que era mejor prevenir y no tener ninguna urgencia u olvido.
Salimos tranquilamente con dirección a Huesca y luego tomamos dirección Barbastro y de ahí rumbo Ainsa - Bielsa – Francia.
En alguna parte del camino recordamos que el neceser con los cuatro cepillos de dientes y la pasta de dientes se habían quedado preparados en el baño  Urgente! Buscar donde comprar unos cepillos y pasta.  Seguimos camino, paramos en alguna gasolinera y nada.  Así que bueno, no había stress tampoco, no podía ser imposible conseguir 4 cepillos de dientes, no?

Ese camino ya lo habíamos hecho dos veces antes hace unos cuatro años y esta vez repetimos, otra vez por error entramos a Barbastro en lugar de seguir de largo.  Un pueblo muy lindo, con mucha gente cruzando por los pasos de peatones que nos obligaba a ir muy lento, pero nos sirvió para encontrar donde aparcar y comprar los cepillos.  Así que problema resuelto.
Seguimos camino y ya los últimos kilómetros estábamos muy atentos a las señales.  Ya no faltaba nada, estábamos a punto de llegar.  El camino, en realidad no es muy largo, en total poco más de dos horas y finalmente las señales empezaron a aparecer: bajar la velocidad, pegarse a la derecha, girar y entrar.  ¡Hemos llegado!


Estábamos los cuatro en el coche, en silencio mientras nos íbamos acercando a la entrada, intentábamos ver y entender todo.  Todas las construcciones eran de piedra y madera, casi como lo habíamos imaginado.
Entramos y buscamos donde aparar para poder ir a la recepción, registrarnos y nos entreguen la llave de nuestro bungalow.  ¿Dónde será? ¿Cómo será?  Tantas preguntas mientras esperábamos en la recepción.  Veíamos las caras de las demás personas que esperaban, seguro que nuestras caras eran parecidas, una combinación de ilusión, impaciencia, curiosidad y ganas de llegar.  Por fin nos toca a nosotros! Llenamos el formulario, explicación, recomendaciones y las llaves.  Cuando vi el llavero no lo podía creer, nos tocó el bungalow nº 13.  Ahora se preguntarán ¿Qué hay con el 13?  Es muy fácil de explicar y brevemente se los contaré.
En la familia de Alberto, siempre, desde que los conozco, consideran que el nº 13 representa al abuelo, a quien tuve la suerte de conocer.  Entonces, en muchos momentos importantes, de alguna manera el 13 aparece y ellos entienden que el abuelo los acompaña y está con ellos.  Pues bueno, siempre escuché estas historias, no diré con incredulidad, porque yo creo en estas cosas, pero a mí no me pasaba.  Pero desde que Alberto falleció, el nº 13 también “se me aparece” en momentos importantes y siempre con cosas positivas.  Por ejemplo, si sumo los dígitos del cumpleaños de Alberto, mi hijo, suma 13 (3+8+2+0+0+0=13), la matrícula de nuestro coche es 0067 XXX (0+0+6+7=13) y bueno muchas otras cosas más.  
En ese momento sentí una tranquilidad enorme.  Entendí que habíamos tomado una buena decisión al tomarnos unos días sólo para nosotros cuatro, a pesar del gasto, de todas las dudas que podíamos tener, entendí que valía la pena, era lo correcto, lo mejor para cada uno de nosotros y para nosotros como familia.
Además estaba segura que no estaba sola, que desde el cielo nos estaban cuidando y que todo saldría bien, sólo teníamos que disfrutar.
Llegamos a la zona de los bungalows, perfecto, aparcamos al lado y a descargar y desempacar mientras los chicos iban haciendo reconocimiento de territorio y haciendo amigos nuevos.
 


Salimos, mapa en mano para conocer un poco nuestro pueblo por ese fin de semana, donde se realizarían las actividades de halloween y dar una vuelta.
Alberto estaba desesperado porque había un taller para decorar calabazas de halloween.  No sólo por qué haría o cómo le quedaría, también estaba pendiente de qué hacer y cómo aprovechar la calabaza.  Había estado revisando recetas por internet para saber que hacer.  ¡Que stress!
Finalmente llegó la hora del taller, las calabazas quedaron excelentes y nos llevamos toda su “carne” y finalmente cenamos crema de calabaza.  Para ser la primera vez, salió muy bien.


Luego seguimos paseando, los chicos fueron a otro taller para decorar la sala donde se va a realizar la fiesta de disfraces del 31 y a casita a cenar y dormir.

Al día siguiente nos fuimos de excursión a Tella con más gente “del pueblo”.  Iríamos al Museo de Brujas y una excursión para visitar las 3 ermitas.  Nos dijeron que podríamos ir tranquilamente con Aitana, que era de nivel “fácil”.  Así que iniciamos el camino.  Todos íbamos andando por la montaña.  El guía nos iba explicando y comentando todo lo que veíamos alrededor.  Pero las vistas eran tan increíblemente bellas que casi no te podías concentrar, nuestros ojos no podían mirar todo lo que la naturaleza y la vida nos estaban ofreciendo en esos momentos.
Aitana no duró mucho tiempo andando, además que nos íbamos retrasando, así que dejó de andar y cual santa de pueblo ya iba sentada en los hombros de Jorge.  Mientras papá iba cansando cargando a Aitana, ella muy cómoda le dice “papi, ya estoy cansada”.  Llegamos a la primera ermita, luego hacia la segunda, pero el camino se volvió más duro, por lo menos para mí y para llegar a la segunda ermita había que subir y ya no podía más.  Me quedé esperando que Jorge y Alberto la visiten, mientras Aitana y yo nos tumbamos a descansar mirando el cielo y disfrutando de las vistas.  Luego a la tercera ermita y bajar de regreso a Tella para visitar el Museo de las Brujas, mirar una vez más el pueblo, el paisaje, las vistas y regresar a Morillo de Tou para comer, que ya teníamos hambre.


Luego de comer, nos fuimos por el puente colgante que está sobre la carretera hacia el mirador y ver el embalse que estaba seco, una pena!  Pero pudimos disfrutar de los colores propios del otoño.  Reflexionamos que luego de casi 6 años viviendo en España, era la primera vez que teníamos un “contacto” real con el otoño, antes siempre en la ciudad, pero nunca desde la propia naturaleza, viendo tantos árboles, con esos colores tan lindos, mis ojos no alcanzaban a ver tanto.


Ya oscureció, paseamos un poco más, los chicos a los juegos y de regreso a casa.
Al día siguiente, ya era el 31, nos fuimos a Ainsa.  Hace unos años ya habíamos ido a Aínsa y aunque hicimos una vuelta rápida y por la noche, no me había olvidado de su especial encanto y era necesario regresar.  No decepcionó.  Ainsa vale la pena una y otra vez.  Después de caminar por sus dos calles del casco histórico, mirando cada detalle, cada puerta, cada balcón, subimos a la torre de su Iglesia, al campanario.  Todo esto hay que vivirlo.
Ya en nuestro bungalow otra vez, comimos y descansamos un poco porque era la noche de halloween.  Alberto estaba ansioso con la castañada popular, ver las calabazas decorando la entrada a la fiesta, el disfraz, ir por todo el pueblo haciendo “truco o trato” y conseguir la mayor cantidad de caramelos y luego la fiesta.  Sería una larga noche.
Nada tuvo desperdicio, la castañada salió súper bien, ante una hoguera esperando las brazas, esperando las castañas, los chicos con los nuevos amigos y nosotros hipnotizados con el fuego, con su calor, con su color.
Ya en casa, nos tocó la puerta el amigo de Alberto, disfrazado y listo para pedir caramelos, era la señal que Alberto esperaba.  Salió corriendo, sin mirar atrás.  Rápidamente pusimos el disfraz a Aitana para que puedan salir juntos, y logró alcanzar a Alberto que ya llevaba un par de bungalows de ventaja.  De ahí en adelante, siempre juntos y de la mano.  Luego de la zona de bungalows, nos fuimos por los unifamiliares y luego la zona de camping.  Casi podríamos decir que pasamos por todo el pueblo.
No sé como expresar lo que sentía al ver a Alberto y Aitana caminando unos pasos delante de mí, siempre de la mano.  Alberto, con un amor y paciencia infinita le iba explicando a Aitana de que se trataba todo y la iba ayudando en cada paso.  Aitana sólo lo miraba sin entender lo que realmente pasaba.  Sólo veía que en cada puerta que tocaban Alberto decía “truco o trato” y tenían que abrir sus bolsas y las personas les daban dulces y caramelos o lo que tenían rápidamente a mano.

Sólo un momento pararon mientras esperaban a una amiguita de Aitana, para ver si seguían la ruta juntos.  Pero no se tardaba mucho y entonces Aitana le dice “Tato (=hermano) vamos y tú haces truco trato, vale?”  Espabilada ella, arreando al hermano para llenar su bolsa.
En esos momentos di gracias a Dios por mis hijos, por mi familia, por la vida que tengo, por cada detalle, por su grandeza y porque me ha dado la posibilidad de poder ver su grandeza y recordar que con pequeñas cosas podemos ser extremadamente felices.


Luego de llenar cada uno su bolsa de caramelos, nos fuimos a la fiesta.  Aitana llegó tímida, siempre de la mano, pero según iba escuchando la música, su cuerpo empezaba a moverse, con un ritmo especial, con una personalidad admirable.  Según iban pasando los minutos, se iba soltando, se iba alejando de mí, terminado en el centro del salón bailando segura y disfrutando de la fiesta.
Luego con Jorge sólo la mirábamos en silencio, pienso que cada uno, imaginando el futuro que nos espera con ella y admirando su seguridad en ella misma.  Pasamos los últimos minutos en la fiesta, con Alberto que de tanta castaña no se sentía muy bien.  Aitana nos marcó la hora de partir a casa, para dormir y al día siguiente, luego de desayunar, empacar nuestras cosas y no olvidar ningún momento vivido, llevarlo muy presente, recordar los mejores momentos y regresar a casa totalmente recargados, con nuevas expectativas, haciendo planes para regresar y retomar la rutina, pero con otro aire.

Ya el viernes anterior a partir, Jorge, muy previsor, empezó a cargar el coche, comida, ropa, juguetes y lo que podría dormir ya en el coche desde la noche anterior para ganar tiempo al día siguiente.  Uno siempre se queda con la sensación si será mucho o poco, si llevas lo necesario o si te faltará alguna cosa o te sobrarán otras.  En fin, el coche no se queja si lleva algo de más.