viernes, 25 de septiembre de 2015

Coche en silencio

Una nueva experiencia.  Hace unos días tuve la oportunidad de viajar a Madrid desde Zaragoza y en el AVE, el tren de alta velocidad.  El viaje duró poco más de una hora.  El tren va a unos 300 km/hora.  ¡Rápido, rapidito!

Por insistencia del funcionario que me vendió el boleto, viajé en el coche en silencio, que significa que tienes que desconectar el móvil y evitar hacer cualquier tipo de ruido que pudiera incomodar al resto de pasajeros.  Mi tren salió a las siete de la mañana y había mucha gente  que, aparentemente, viajaba por negocios y para regresar el mismo día, llevaban poco equipaje y con ropa de trabajo, elegantes, en traje.

Una de mis fotos
Cada persona que iba subiendo al coche hacía lo mismo, se sentaba, sacaba la tablet o portátil y a trabajar.  Imagino que iban adelantando algo de trabajo para sus reuniones o iban enviando correos electrónicos a sus trabajadores para recordar el trabajo que tenían que hacer.  También veía a algunos que aprovechaban para ir leyendo correos electrónicos, supongo esos que vas dejando para “cuando tenga tiempo”, pero con la agitada vida que tienen, nunca llega ese momento.
Todos iban haciendo lo mismo, en silencio, encontrar su sitio, trabajar, guardar silencio y poco más.  Yo pensé que iba a ver mucha gente durmiendo, aunque el viaje es corto, podría ser suficiente para recuperar un poco el sueño perdido por coger tan pronto el tren, pero no.  ¡Todos a trabajar… y en silencio!

Una de mis fotos
Eso era para el resto de pasajeros, menos para la mujer que tenía en el asiento de delante.  Como el resto, llegó se sentó, sacó su tablet sin perder ni un minuto de tiempo, desde atrás, por la rendija entre los dos asientos, la veía ir revisando y moviendo los dedos muy rápido.  Hasta ahí, todo bien.  Pero, de pronto, sacó el móvil y empezó a hablar y hablar y hablar.  Cada vez iba subiendo más el volumen de su voz.  Se notaba que era una llamada de trabajo.  Además, debe ser su manía, pero mientras hablaba iba dando golpecitos con esos lapicitos especiales para la tablet, como los que tenemos la manía de mover el ratón (o mouse) mientras hablamos.  Ya cuando me cansé de mirar alrededor, intentar pensar en otra cosa o ya puestos, ¿por qué no dormir?, sólo escuchaba su voz y su conversación.  Así que fue necesario haberle un ligero y tímido ssshhh, se dio cuenta y entendió el mensaje.  A su interlocutora le dijo que saldría del coche de silencio  y 15 minutos después regreso en silencio.

Y yo, al ver tanto ejecutivo y dispositivo tecnológico, pensé sacar mi portátil, que la llevaba y ponerme a escribir algo para aprovechar el viaje.  Luego pensé que, aunque disponga de la tecnología, soy un poco más chapada a la antigua, así que saqué mi libreta y pluma y me puse a escribir esta historia.

Una de mis fotos
Ya tenía mis audífonos para ver la película que ofrecen en el tren.  ¿La llegaría a ver?  Pero llegados a este punto, recordé que aunque estoy aquí, sentada, con una súper sonrisa y  con mucha ilusión, haciendo algo de lo que más me gusta, sólo había dormido cuatro horas y media y me moría de sueño.  Como todavía quedaba casi una hora de viaje, intentaría dormir un poco.  ¡A ver...!


Sea como sea, viaja, sal, corre, vuela, de la manera que puedas, cada pequeña escapada rompe tu rutina, recarga tus energías y te hace sentir mejor, además de ser una experiencia más para ti.


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