Hace unas semanas se celebraron las fiestas del
barrio de Delicias, uno de los barrios de Zaragoza. Así como otras muchas fiestas que se celebran
en cada ciudad y pueblo de España, también se celebran en los barrios y esta
vez tocó al mío.
Yo vivo en Zaragoza casi ocho años y siempre he
vivido en el mismo barrio, en la misma comunidad o edificio, pero este año ha
sido la primera vez que he vivido y disfrutado de las fiestas del barrio, en la
calle, como se tienen que vivir las fiestas.
Es verdad que tampoco las viví completamente a tope por las limitaciones
propias del horario, responsabilidades domésticas y más, pero es la primera vez
que las disfruté.
En los años anteriores no me había preocupado de
informarme sobre la organización, actividades ni nada de las fiestas del barrio. Algún día escuchaba que la charanga pasaba
por alguna calle cercana a mi casa y desde el balcón intentaba ver lo que
sucedía. ¡Era la comparsa con los cabezudos!
Nunca podía recordar cuándo eran
exactamente las fiestas, aunque las relacionaba con el inicio de clases en el
colegio los primeros días de Septiembre, no tenía claras las fechas. También sabía que el punto central de las
fiestas es el Parque Delicias a sólo dos calles de mi casa. Más que eso, no sabía más.
Este año se presentaba igual para mí que en los años
anteriores. Los días previos a empezar
el colegio ya iba recordando que las fiestas del barrio también deberían estar
por empezar. Lo que marcó la diferencia
este año es que mis hijos participaron más activamente. Una de las madres de los compañeros de mi
hija pequeña me avisó justamente en los primeros días para ver los cabezudos y
luego mi hijo mayor, en plena adolescencia, había quedado con algún compañero
del colegio para hacer el recorrido de cabezudos y la charanga por el barrio. Es verdad que yo no conozco mucho de la
historia de los cabezudos, que realmente es en lo que más he participado y me
ha llamado la atención, pero tengo que reconocer que este año lo he disfrutado
muchísimo.
Para escribir esta publicación estuve buscando un
poco de información sobre los cabezudos en internet. Por lo pronto descubrí que la comparsa está
formada por 15 cabezudos y cada uno de ellos representa a algún personaje: El
Morico, el Aldeano, el Baturro, la Forana, el León, el Payaso, el Diablo, la
Bruja, el Tuerto, el Pirata, el Explorador, el Berrugón, el Torero, el Loco,
Groucho Mars. Pueden entrar a este
enlace y ver algo más de información de los cabezudos de Delicias y de los
demás barrios. http://comparsaszaragoza.jimdo.com/comparsas-catalogadas-en-zaragoza/delicias/
Estos son, el Torero y la Forana.
Y como reseña histórica de nuestro amigo Wikipedia,
que todo lo sabe, nos cuenta que: “Los gigantes y cabezudos son una tradición
popular celebrada en muchas fiestas locales de Europa
occidental y América Latina. La tradición consiste en hacer
desfilar ciertas figuras bailando y animando, los gigantes, o persiguiendo a la
gente que acude a la celebración, los cabezudo. Las figuras están realizadas en
cartón-piedra, poliéster o fibra de
vidrio con un armazón de madera, hierro o aluminio
que se cubre con amplios ropajes. Los "gigantes…, mientras que en los
"cabezudos" (también llamados kilikis),
de menor altura, se destaca la proporción de la cabeza, dando un efecto más
cómico…
El origen de la tradición en
España, data de la Edad Media. Las tierras de la península en la
zona musulmana tenían prohibido por el Corán
representar seres vivos. Al avanzar la reconquista, con sus repobladores
cristianos, desplazando a los pobladores musulmanes, o asentándose en
poblaciones separadas, llevaron consigo sus tradiciones. En pleno Camino de Santiago, el Reino de
Navarra, fue durante mucho tiempo el modelo. Las primeras
referencias escritas en novelas datan de 1201 en Pamplona
(Navarra)
con tres gigantes que representaban a tres personas de Pamplona: Pero-Suciales
(leñador), Mari-Suciales (aldeana) y Jucef-Lacurari (judío), pero los primeros
documentados son de Barcelona en 1424 (facturas del ayuntamiento). Solían salir en la procesión
de San Fermín el 25 de septiembre. Pasó la costumbre al Reino de
Castilla y sobre todo a la Corona de Aragón. Es costumbre de origen
medieval, muy popular acompañada de pasacalles,
y charangas
en pueblos y ciudades de Navarra, Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía,
Castilla-La Mancha y norte de España.
Queda como huella además en Aragón por ejemplo, denominar "cabezudos"
a las larvas de renacuajo. Más tarde, la tradición de los gigantes, fue
extendiéndose por España y el mundo entero.”
Para
todos los lectores fuera de las fronteras españolas y que no tenían claro este
tema de los cabezudos, yo creo que con esta explicación ya lo ven mejor.
Ahora,
regresando a la historia, cada día a las 5 en punto de la tarde la comparsa de
los cabezudos salía de un lugar diferente del barrio. Luego iba recorriendo las calles según los
recorridos pre establecidos al ritmo de la charanga, banda en vivo que va
tocando y cantando, lo que se dice, poniéndole ritmo y alegría a la fiesta. Durante el recorrido, los más osados, van
retando a los cabezudos, que llevan en la mano un latiguillo y siempre van
viendo darle en las piernas hasta llegar al parque Delicias. Las personas que vamos alrededor, realmente,
ninguno de los cabezudos dan a quien no busca y además a los niños los va
saludando. Este año iba con mi niña
pequeña acompañando a la comparsa durante el recorrido. Como había tanta gente yo la tenía bien
sujeta de la mano y le decía que si el cabezudo la veía suelta o sola, pensaría
que ella también va corriendo y que le daría con el latiguillo, pero si la veía
cogida de la mano, no le daría. Así lo
fuimos haciendo cada día. Hasta que, un
día, íbamos las dos por la acera hasta que nos dimos cuenta que uno de los
cabezudos venía por detrás. Nos paramos en
un portal a esperar que pasen todos corriendo y evitar que nos atropellen. Cuando pasó el cabezudo a nuestro lado, se paró
justamente delante de nosotras. La
respiración de Aitana cambió, se volvió más rápida. Y de pronto ya estaba escondida detrás mío
con una cara de pánico real. El
cabezudo, por el contrario, se acercó, se levantó la cabezota y le dio la mano
saludándola dulcemente mientras ella sólo respondía “no quiero, no quiero”. Esa fue su primer contacto con el
cabezudo. Al final, mi teoría se
cumplió, si va de la mano no te hacen nada.
El resto de los días no se soltaba para nada, siempre segura de ir de la
mano para que no la pillen.
El
recorrido duraba más o menos de una hora y media a dos horas, que terminaba en
el Parque Delicias. Ahí nos quedábamos
un rato más en las ferias, escuchando cada día la misma música, que ya la tarareábamos
todos en casa. Durante todo el día habían
diferentes actividades para todos los públicos, para niños, para mayores, para
todos. En el mismo parque y por las
noches había cada noche un concierto. Y
el domingo como fin de fiesta ¡Fuegos Artificiales!
Esa
semana he caminado lo que nunca en mi vida había caminado, pero con
alegría. Ahora y como dicen, cada día
que pasa falta un día menos para que las fiestas empiecen otra vez.