lunes, 26 de marzo de 2012

Mi primera crema

Ay! Que mayor me estoy haciendo.  Aún me retumba en los oídos el consejo de mi amiga Mónica R-M cuando cumplí 25 años. “July, a partir de ahora ya te tienes que empezar a cuidar la cara, así que tienes que empezar ponerte crema por las noches.”  Oh no! Dije yo, qué regalo de cumpleaños recibir este consejo.  Yo sé que veía desde el cariño, eso no lo dudo, pero que duro decir que llegaste a determinada edad que ya tienes que empezar a cuidarte, que ya pasaste un límite y que a partir de ahora ya nada será como antes.
La verdad es que me resistí, no me gusta la sensación de crema en la cara.  Se me hacía muy embarazoso ponerme la crema por las noches, pensaba, me sentía untada como una tostada y aunque me dijeran que era sólo por la noche y no lo iba a sentir, me daba igual, no lo hacía y bueno, la idea de ponerme la crema por la mañana, luego bañarme, sobre mi cara recién lavada con jabón y salir a la calle con la cara brillante, me mataba, sólo la idea ya me mataba y pensar que si me tocaba la cara iba a estar resbalosa.  No! No podía con esa idea.
Pero el tiempo pasa y las personas maduramos, o nos damos cuenta que tenemos otras necesidades más fuertes que nuestras ideas sin fundamentos.  He resistido al pie del pote de crema durante 12 años!  Sí señores! Han pasado 12 años desde aquella conversación, desde aquel consejo que aunque no le hice caso, se quedó en mi cabeza, dando vueltas esperando ver la luz.  Su hora ha llegado.  Este fin de semana me armé de valor y fui a comprar una crema facial.  Me aterraba la idea que la dependienta me pregunte mi edad, aunque todos sabes que la digo sin ningún temor, pero eso de tener que decir “casi 37” para que me recomiende una crema para “40” años y que me diga que mi cara estaba muy poco cuidada, me parecía muy fuerte que mi primera experiencia con cremas faciales empezara así.
Esto de las cremas es algo tan personal es como aceptar que el tiempo pasa, que necesitamos modificar nuestros cuidados personales, pero que alguien te regale una crema y sobre todo el día de tu cumpleaños es como un golpe bajo, como te hacemos mayor, yo te ayudo a que te cuides.  Pero no me hago mayor, sólo que ahora tengo más experiencia.
Volviendo, me sorprendió cuando aquella señorita de sonrisa amable me miró fijamente la cara, como queriendo ver más allá de lo evidente, más de lo que se ve a simple vista, como contándome las pecas y me dijo: “la piel de tu cara se ve muy bien, te recomendaré una crema que te irá bien.  Seguro se te ha secado un poco por el tiempo, es que el frío..”  Qué bien me hizo sentir, que a pesar de haberme resistido al uso crema tantos por tantos años, mi piel se había mantenido bien.  De todas maneras ya es el momento de empezar.  Así que regresé a mi casa con mi frasquito de crema y desde el sábado por la noche me pongo crema en la cara para que mi piel se mantenga joven, aunque pasen los años.