domingo, 12 de agosto de 2012

Las vacaciones

Cuando éramos niños las vacaciones de verano del colegio eran geniales, eran eternas.  Tanto tiempo para hacer tantas cosas con los amigos, ir a la playa y más, pero a pesar de durar poco más de dos meses siempre nos parecían cortas y se nos quedaban muchas cosas por hacer.
Ahora pienso lo que mis papás tenían que hacer cada año para planificar nuestras vacaciones y ver que hacían con nosotros tanto tiempo.  Y es que es una pena ver a tus hijos en el sofá día tras día viendo sólo televisión.  Hay que buscar actividades que sean productivas, algún ejercicio, aprovechar el tiempo para aprender algo, no sé tantas cosas que en época de colegio es más difícil.
Un verano me tocó ir a clases de mecanografía.  Nunca lo olvidaré, porque era dos veces a la semana de 2 a 4 de la tarde.  Cuando más quemaba el sol.  Esos días tenía que comer especialmente pronto para llegar a tiempo a las clases, sentía que me cortaba el día en el mejor momento.  Pero hoy tengo que agradecerlo.  Sí, mami, lo sabes… estoy súper agradecida de ese verano.
Otros veranos nos dejaban en el club todo el día.  Íbamos muy pronto por la mañana y nos recogían por la tarde.  Pasábamos el día con los amigos, entre la playa y la piscina y además teníamos clases de algún deporte para mantenernos en forma.  ¡Cuántos recuerdos!  ¡Cuántos buenos amigos de esa época que hasta ahora están!
Ahora ya como adulto veo las vacaciones diferentes, desde otra perspectiva, desde otro punto de vista.
Y no me refiero a las vacaciones que vamos tomando de uno en uno, a veces algún día libre para hacer trámites, alguna actividad del colegio o simplemente por tener un fin de semana más largo.  Me refiero a las vacaciones largas que tomamos para desconectar realmente del trabajo, para descansar la mente, porque al cuerpo le exigimos otro tipo de esfuerzo.
Antes de venir a vivir aquí mi concepto de vacaciones era otro.  No sé muy bien como describirlo o explicarlo.  Por ejemplo, en Perú no necesariamente tomas las vacaciones largas en verano, realmente aprovechas cuando las necesitas o si tienes algún plan y como todo, tiene que ver con el trabajo que realizas y cuando es mejor época para tomarlas o no.
Sin embargo, aquí es costumbre que en agosto (algunos en julio) tomen las vacaciones largas de unas 2 o 3 semanas y realmente en este tiempo desconectas del trabajo y renuevas energías.
Siguiendo las frases y costumbres “donde fueses, haz lo que vieres” empezamos a coger las vacaciones en verano y aprendimos a organizarlas, planearlas y disfrutarlas.
Este año las vacaciones tenían un sentido especial.  Y es que después de dos años tendríamos otra vez vacaciones en familia para disfrutar del tiempo libre.  En el 2010 nuestras vacaciones coincidieron con el campamento de verano del grupo Scout de Alberto y él no pudo ir con nosotros a la playa.  Además fuimos pocos días porque teníamos que regresar para ir a la montaña, donde estaba el campamento de Alberto para pasar el día de padres.  El año pasado tuvimos que viajar a Perú por un tema de salud familiar y claro, aunque estuve ausente del trabajo, realmente no tuvimos vacaciones reales.  Estuvimos en Lima y pasamos unos lindos días viendo a la familia y amigos, pero como el motivo del viaje era otro, tuvimos que priorizar nuestro tiempo.  Los chicos estaban la mayor parte del tiempo con los primos y otras personas para que nosotros podamos disponer del mayor tiempo posible para hacer otras cosas que en ese momento requerían nuestro tiempo y atención.  Al final del viaje, regresamos a casa pero con una sensación diferente.  No habíamos descansado ni el cuerpo ni la mente, ni el espíritu, pero había que retomar la vida, la rutina otra vez.
Estos años se me han hecho largos y la verdad es que tenía muchísima ilusión en esperar estas vacaciones.  Volveríamos a la playa.  Alberto estaría con nosotros, estaríamos los cuatros juntos y completos.  Aitana disfrutaría realmente de la playa, el mar y arena por primera vez.  La última vez era muy pequeña y dudo que tenga recuerdos.
Finalmente llegó el día y salimos rumbo a Cartagena donde haríamos la primera parada y luego una media hora más de camino hasta Puerto de Mazarrón donde pasaríamos los siguientes 12 días.
Realmente ha sido genial.  He disfrutado de buenos días de con mi familia.  Compartir más tiempo con mis hijos.  Es verdad que en la rutina del día a día queremos ser padres ejemplares y llegar a todo, pero no siempre podemos hacerlo.  El cansancio físico, mental y los problemas diarios no nos dejan ser y hacer lo que realmente desearíamos para y con nuestros hijos.
Al estar de vacaciones, tenemos otro estado de ánimo, no digo más permisivos, pero como nosotros mismos nos sentimos mejor, con  más tiempo, más descansados, menos presionados por la rutina, tenemos mejor y mayor disponibilidad para las cosas de cada día.
He disfrutado cada día durmiendo cuando tenía sueño, despertándome cuando ya se me acababa el sueño, que no es lo mismo que se me acabaran los sueños.  Comíamos cuando teníamos hambre.  ¿Rutina? ¿Qué es eso?  Nos levantábamos cada día y según estábamos listos salíamos a la playa, con la mochila con bebidas y algo de comer.  Pasamos así las horas, picoteando y descansando, tomando sol y bañándonos en el mar.  ¿Qué más podíamos pedir?  Ya cuando teníamos hambre nos íbamos a casa a comer y descansar un poco más y luego pues, lo que surja.  Más tarde cenar y luego salir a pasear con el triciclo y bicicleta.
He disfrutado de mis hijos, me he sentido feliz de tener el tiempo, la energía y paciencia para disfrutar cada día.  He olvidado los problemas de cada día, lo que me espera al volver a casa.  No he pensado en eso.  No he contado los días que iban pasando y menos los que faltaban para volver.  Ha habido días que ni sabía que día era, sólo disfrutaba del día a día, de cada hora, de cada momento.
Necesitaba estas vacaciones para recuperar mi alma y mi espíritu que estaba cansado.  Regreso recargada, con otra energía y respirando profundamente para lo que vendrá.  Sabemos que los tiempos no son los mejores.  Como familia tenemos suerte o como dicen “oportunidades bien aprovechadas” y la suerte de tener a nuestro alrededor personas muy especiales que nos ayudan a tener estos buenos y especiales momentos, como estas vacaciones.
Sé que la vida real sigue y que todo pasará cuando tenga que pasar.  No gano nada angustiándome desde ahora, vendrá lo que tenga que venir.  Espero todo sea mejor, esta pausa en la rutina nos ayude a todos a ver las cosas diferente y a retomar la vida y la situación de otra manera.
He visto el mar otra vez.  Parece tonto.  Hasta esta vez no lo había terminado de valorar.  Y como se decía mi Papapa Dante de sí mismo “Yo soy hombre de mar”.  Esta vez he llegado a la conclusión que “yo soy mujer de mar”.  Alberto me decía que en Zaragoza tenemos el Río Ebro y las playas fluviales para compensar la falta de “agua”.  Pero le decía, que no se trata de ser “acuática”, se trata de ser “marina” y más específicamente “mediterránea”.  Sí, esto es nuevo, porque el mar me ha gustado siempre y me ha sido suficiente tener el Pacífico al lado y no lo he valorado hasta ahora.
Espero poder volver con más frecuencia para ver su inmensidad y recargar mis baterías emocionales.  Tengo FE  que la vida dará las vueltas necesarias y me dará la oportunidad de tenerlo más cerca y disfrutarlo.
Ya me tengo que ir a dormir, mañana empiezo a trabajar otra vez, como corresponde.
Agradezco a Dios y a la vida la oportunidad, la suerte y los buenos días que he pasado, tener a mi familia unida, ver a mis hijos disfrutar, conocer a una linda familia, pasear, conocer y pasarla bien.
Disfrutemos cada día o mejor, cada hora, valoremos lo que tenemos y pasemos bien, esta vida es lo que hoy tenemos, no sabemos mañana, quizá mejor, quizá no, pero es lo que hoy tenemos y es lo que hoy vale la pena.