Ya dicen que en la vida no todo puede ser blanco o
negro, que siempre hay tonos intermedios, los grises, pero hay algunas
situaciones en las que sí, o es negro o es blanco y los grises no están
permitidos.
En estas épocas, en las que todo es tan rápido,
ligero y flexible, a veces olvidamos que hay cosas que las tenemos que hacer de
una manera. Pueden existir versiones
diferentes, pero sólo hay una manera de hacerlo. Hay cosas que sí se pueden hacer y otras que
no se pueden hablar. Blanco o negro.
Yo reconozco que he sido criada de una manera
estricta y con disciplina férrea tanto en mi casa, como en el colegio y que las
cosas tenían que ser de una manera. Las
cosas se hacen bien a la primera, porque si vas dejando todo a medias, un
trabajo o actividad puede terminar siendo 3 si no lo haces todo a la vez y
seguido. Ejemplo, tienes la ropa en el
tendal y si lo haces todo a la vez, dejas ya separada la ropa para planchar y
la que no en los cajones. ¡Listo! Misión
cumplida. Otra versión sería: trabajo 1:
recoger la ropa; trabajo 2: doblar y ordenar la ropa; trabajo 3: dejarla en su
sitio. Si lo vas haciendo uno por uno
parece que tienes que hacer 3 actividades diferentes para una que es obvio se
tiene que hacer.
Volviendo al tema… en estos días en los que ser el
espabilado –en España- o el criollazo –en Perú- está de moda, que es mejor
quien tiene más dinero, sin importar como lo ha conseguido, que sacar algo a
cambio, es la regla de vida para muchos, cuando se ve cada día a los grandes
delincuentes en traje y corbata, paseando por todos los juzgados, entrando y saliendo
de la cárcel, me pregunto: ¿dónde fueron a parar los valores básicos y
elementales de las personas, de la sociedad?
Cuando es normal hacer un “cambiazo” en tu trabajo para
renovar tu ordenador. Cuando es habitual
recibir comisiones irregulares con tu mano derecha que finalmente las paga tu
mano izquierda. Cuando decides hacer
justicia con tus propias manos, cogiendo lo que nos es tuyo y beneficiarte con
eso sólo porque consideras que así tienen que ser las cosas, que tus horas
extras de tantos años hay que cobrarlas de alguna manera.
En estas épocas en las que vivir a su bola, con sus
propias ideas y formas de hacer y deshacer es lo más práctico que hay. Nos hemos olvidado de lo que hay que hacer,
que existe la integridad y la honradez, que las cosas son blancas o negras.
Ahora intento educar a mis hijos en una vida íntegra
y con valores. Todo lo demás viene
después. ¿De qué te sirve que tu hijo
saque las mejores notas, si los deberes y trabajos los haces tú para que él
saque buenas notas? Así también
enseñamos honestidad y valores. ¿De qué
nos sirve que tenga las mejores notas si finalmente no ha aprendido nada? O peor aún, si lo que ha aprendido es a
obtener algo sin un mínimo de esfuerzo y no siendo leal con él mismo y sus
compañeros?
Hace poco escuché o leí un frase que me la guardé, “la
integridad es hacer lo que hay aunque nadie te esté mirando”.
Es cierto que intentando tener una vida íntegra, no
tendremos grandes riquezas, ni pasarán por nuestras manos las mejores ofertas o
chollos poco legítimos de la historia, pero sí que pienso que dormiré mejor y
que daremos un mejor ejemplo a nuestros hijos que luego ellos serán el futuro.
No podemos pedir o exigir a la vida que nos pasen
cosas buenas cuando nosotros mismos hacemos lo contrario. Si compramos cosas robadas, es cierto que
somos ladrones ni que robamos directamente, pero apoyamos claramente este “negocio”. Entonces, ¿cómo nos vamos a quejar o reclamar
si nos roban?
Otro tema de largas conversaciones en casa son las “mentiras
piadosas”. En principio es una mentira, ¿sí
o no? Volvemos a nuestra pregunta ¿Hay
puntos intermedios? Quizá podemos
justificar y hasta cierto punto aceptar si es una mentira, pero sólo para
evitar dañar a alguien o algo así, que no implique mayores controversias. Pero pienso que nunca se puede considerar
como “mentira piadosa” algo que me beneficie directamente o que me haga evadir alguna responsabilidad.
¡Sí, sí! A
ver quién tira la primera piedra y está libre de mancha, nadie
seguramente. En algún momento, todos
hemos caído en la tentación o hecho o permitido hacer algo no adecuado. Pienso que lo importante es luchas por llevar
una vida íntegra, que sea un ejemplo para nuestros hijos, que podamos dormir en
paz y estar tranquilos con nosotros mismos.
Al final eso es lo que cuenta.
No nos sobra el dinero, y a los que sí, seguramente
quieren un poco más, pero todo tiene un límite, existe una línea que hay que
seguir y o sobre pasar. Para estos temas
considero que no es aceptable la flexibilidad.
Es lo que es, hay lo que hay.
Blanco o negro.
Todo lo que ganamos sin esfuerzo, a base de engaños u
otro tipo de formas poco aceptables, y no me refiero sólo a dinero. Podemos considerar un mejor trabajo, un
premio, etc. a la larga se irá por donde vino y con la misma rapidez. Es como dicen de las dietas, que cuando bajas
muy rápido luego recuperas el doble.
Pues eso, así de claro.
Tengamos siempre presente los principios básicos de
la vida y la convivencia. No podemos
exigir una sociedad mejor si somos partícipes activos (directa o
indirectamente) de las cosas que nos quejamos.
No podemos esperar que nuestros hijos hagan las
cosas bien o mejor si nos ven tan
dispuestos y flexibles.
Quizá ahora sí estén de acuerdo conmigo y con mi
frase inicial. Hay situaciones en las
que las cosas son blancas o negras, sin tonos intermedios.