miércoles, 30 de marzo de 2011

Plutón y los trámites

Como les había contado en alguna publicación anterior, a mi me gusta mucho, todo lo relacionado con la leída de cartas, cartas astrales, energía y demás.  Son cosas que no rigen mi vida, de ninguna manera, pero me da muchísima curiosidad ver como te pueden decir algo de tu pasado que sea verdad o que te puedan decir algo del futuro, que tú no controles, pero que finalmente pase. Es muy interesante.

Resulta que hace casi 10 años, cuando me hicieron e interpretaron mi primera (y única) carta astral, entre muchas cosas que me dijeron, me informaron que según mi constelación (y otros términos que ya no recuerdo claramente), Plutón estaba presente en el momento de mi nacimiento.
¿Plutón? Pensé yo, el último planeta del sistema planetario solar, que ya ahora mismo, dicen que ni es planeta.
Intentaba imaginar que relación o efecto podría tener Plutón en mi vida. ¿Qué me podía pasar si Plutón estuvo “ahí” en el momento exacto de mi nacimiento?   Me explicaron que aunque tenía “muy buena estrella”, durante mi vida sentiría constantemente la presencia de Plutón.  Lo sentiría en las cosas que decidiera hacer, me costaría mucho conseguirlas, habrían pequeñas cosas que se interpondrían siempre en el proceso, siempre con obstáculos e inconvenientes, pero que gracias a la “buena estrella” al final siempre saldría bien, con buenos resultados, aunque un poco agotada del stress y esfuerzo. 

Miré un poco hacia atrás intentando comprobar si podría ser verdad lo que me decía. Sí! era verdad.  Con el pasar del tiempo he tomado más en cuenta la existencia y presencia de Plutón y en mi vida.  Y tengo que dar razón a aquella interpretación de mi carta astral.

A modo de anécdota les contaré algunas de mis últimas experiencias con mi querido Plutón.  Ya al final, sacarán sus propias conclusiones.

En el año 2008, cuando viajamos a Perú, me di cuenta que tanto mi DNI como mi pasaporte peruano estaban caducados.  Claro! para sacar el pasaporte tenía que tener el DNI, y para conseguir el nuevo DNI necesitaba 3 ó 4 meses y ya sólo me quedaban 3 meses justos. Así que imposible.  Entonces pensé usar únicamente mi pasaporte italiano para realizar el viaje.  Cuando lo voy a revisar este también estaba caducado!  Que horror!!  En el Consulado Italiano en Zaragoza me dicen que no tarda más 30 a 45 días tener el nuevo pasaporte.
Como estábamos a casi 3 meses, perfecto! ¿Saben cuándo recibí el pasaporte?  Lo recibí 3 días antes de viajar, pagando además un servicio Express de envío desde el Consulado de Barcelona al de Zaragoza porque si no, no llegaba.  Ahí me enteré que el 2 de junio es la Fiesta de la República Italiana, y yo viajaba el 8 de junio.  Nunca lo olvidaré.

Sigamos con algo más actual.  Desde el año pasado llevamos varios meses de trámites en diferentes oficinas e instituciones, estamos renovando nuestros documentos de residencia, pasaportes y además la inscripción de Aitana, que es un trámite completamente nuevo para nosotros.
Al nacer, Jorge la inscribió, empadronó y todo lo que le dijeron se tenía que hacer sin perder ni un día.  Le informaron que, para obtener la nacionalidad española, que ya no se concede simplemente por nacimiento, tiene que estar empadronada un año y luego ya se le otorgaría.
En principio pensamos que si nació aquí y tenemos la idea de seguir viviendo en España sería conveniente que sea española.  De todas maneras queríamos que tenga la nacionalidad peruana.  Uno nunca sabe las vueltas que da la vida, el mundo y no es bueno anular posibilidades para el futuro.

Averiguamos los requisitos para su inscripción también en el Consulado Italiano.  Así que aún estando de baja maternal fuimos al Consulado Italiano con todo preparado para inscribirla.  La chica que atendía nos comentó que si la inscribíamos sin tener algún otro documento o nacionalidad era muy probable que la inscribieran con los dos apellidos de Jorge y de cualquier manera.  Es decir, según el gusto y criterio del funcionario a cargo.  Nos sugirió que primero la hagamos española o peruana y luego con su documento ya hagamos el trámite y así evitaríamos cualquier enredo posterior de nombres, apellidos o cosas así.   La explicación y sugerencia totalmente válida.  Esperamos entonces.

Como teníamos que esperar que pasara ese primer año de residencia y visto que la inscripción italiana dependería de cualquier otra, decidimos adelantar y solicitar su inscripción en el Consulado Peruano en Barcelona.  Nos preparamos, sacamos la cita con anticipación, preparamos los documentos y nos fuimos a Barcelona.
Contactamos al señor que nos tenía que atender, le entregamos los documentos y nos mira y dice “¿Están seguros que la quieren hacer peruana?  ¡Qué luego tendrán problemas para hacerla española!”  Al principio, no le hicimos mucho caso y seguimos con el trámite.  Recogió los papeles y se fue.  Al rato regresó y dice “Todavía no he hecho nada.  ¿Están seguros que la quieren hacer peruana sin tener aún la nacionalidad española?”  Tanto insistió e insistió que al final le pedimos nos explicara y nos comentó los posibles problemas que tendríamos y que nos convenía esperar hasta que tenga la nacionalidad española y luego regresar por la peruana, que finalmente no había ningún problema en solicitarla más tarde, hasta antes que cumpla 18 años.  Así fue, recogimos nuestros documentos, formularios, fotos, etc. y salimos del Consulado tal como llegamos.  Aprovechamos el viajecito a Barcelona para comer por ahí, pasear un poco y coger el camino de regreso a casa de 4 horas.

Dadas las explicaciones de ambos consulados, decidimos esperar que pasara el año, que le concedan la nacionalidad española y luego continuar con los demás trámites.

Un mes antes de que se cumpliera el año de residencia, busqué los requisitos para sacar los papeles españoles de Aitana e ir preparándolos con anticipación.  El único requisito a solicitar era un certificado de nacimiento que diga “emitido para trámite de DNI”.   Yo pensé, eso sí que es fácil, eso sí que podemos conseguir!  Mi alegría e idea de que todo estaba camino a resolverse duró poco.
Me fui a la oficina de los Registros Civiles y la funcionaria me dijo que no me darían un certificado para DNI, porque Aitana no era española.  Le dije que lo sabía pero que quería sacarle ya sus papeles para que sea española.  Me preguntó si ya tenía el año de residencia.  Le enseñé el empadronamiento demostrándole que ya faltaba menos de un mes para que se cumpliera y que estaba adelantando los documentos para el día que vaya a la policía a tramitar su DNI y pasaporte.  La funcionaria revisó todo y resolvió diciendo que no me darían el certificado porque no había hecho aún la solicitud de nacionalidad española para Aitana.  Además me comentó que sería más rápido esperar que le otorguen primero la nacionalidad a Jorge, que recién la había solicitado y que él la pidiera para Aitana, que hacer el trámite para ella misma.
Me explicó que era “un año de residencia legal”.  Es decir, que Aitana tenía que tener una tarjeta de residencia, como cualquier extranjero y al cumplir un año de residencia legal, recién podríamos solicitar su nacionalidad española, que tarda unos 2 años más aproximadamente.
Oh no! Habíamos esperamos casi un año, habíamos intentado inscribirla en los dos Consulados posibles y al final habíamos perdido un año!
Y no sé si se han dado cuenta, pero Aitana estaba a punto de cumplir un año, y hasta ese momento era “ciudadana del mundo”. No tenía documentos de ningún lado, de ningún país, estaba de ilegal en España, era una “sin pa” (sin papeles) a pesar de los intentos y esfuerzos en hacerla legal.

Al final y ya un poco desanimados con todos los trámites truncos, decidimos empezar otra vez por el Consulado Peruano.  Sacamos nuevamente la cita y nos fuimos a Barcelona.  Finalmente salimos felices con la partida de nacimiento y el justificante del pasaporte peruano, que sólo había que esperar un mes para recibirlo en casa.  Ya se veía, por fin, el inicio del camino a la legalidad.

Luego de poco más de un mes, recibimos el pasaporte peruano, solicitamos la residencia legal, pero al ser peruana y ser su primera solicitud, el trámite dura unos 5 meses en total.  La próxima semana debería estar ya, finalmente, su tarjeta de residencia lista para recogerla en la policía.

Paralelo, en noviembre nos fuimos al Vice-Consulado Italiano en Zaragoza.  Presentamos todos los requisitos y nos dijeron que en 45 a 60 días estaría la ciudadanía italiana lista y que podríamos solicitar su pasaporte italiano.  Ya han pasado unos 120 días, es decir unos 4 meses y aún no tiene la nacionalidad italiana concedida.  Cada vez que pregunto, la respuesta es “déjame revisar la última lista… (silencio o sólo ruido de ratón click click)… no! En esta lista no está.  Llámame otra vez en unos 15 o 20 días más para revisar la siguiente lista”.
A mediados de febrero recibí un mail del Consulado Italiano en Barcelona, al que corresponde el Vice-Consulado de Zaragoza, pidiéndome que enviara mi certificado de matrimonio.  Me llamó la atención porque al casarnos en 2005 presentamos todos los documentos para registrar el matrimonio en el Consulado Italiano en Lima.  Por suerte, tenía el resguardo de todo lo que había presentado en Lima para la inscripción y lo envié por mail.
Logré ponerme en contacto con el Vice-Consulado en Zaragoza, que sólo atienden 3 días a la semana 3 horas cada día y mientras atienden a alguna persona, no contestan el teléfono, para consultar sobre la inscripción de Aitana y por qué me habían pedido el certificado de matrimonio.  Me explicaron que era imprescindible estar casada conceder la nacionalidad italiana a mi hija.
Aunque la persona que atiende en el Vice-Consulado es amable, también es un poco seria y no me pude contener la risa, asumiendo que era una broma, esto de tener que estar casada para la nacionalidad a los hijos, si casada o no, es hija mía y punto. 
Le pregunté, como para continuar su broma, ¿Qué pasaría si no estuviera casada?  Ella cambió su tono, entre sorprendida y preocupada y me dice “Si no estás casada no le darán la ciudadanía italiana a tu hija”.  ¡¿Qué?!  ¿En qué tiempo estamos?  Insistí ya más sería, pues aunque yo estoy casada, estoy segura que hay mucha gente que no lo está, tiene hijos y quiere darle su nacionalidad a su hijo.  Me explicó que para poder inscribir a un hijo hay que estar casado, pero que si no estaría casada simplemente tendría que firmar una declaración jurada indicando que este hijo es fuera del matrimonio.  Me quedé de una pieza. 
Ahora, seguimos con paciencia esperando noticias de los trámites de Aitana.

Y ya lo más reciente, es que hemos tenido que renovar el pasaporte italiano de Alberto.  Así que otra vez al Vice-Consulado Italiano con todos los requisitos, fotos, todo en original más 3 fotocopias y un sobre “amarillo y pre-pagado” de Correos que sólo lo venden en una oficina de correos porque ya no se vende. Una vez ahí, la señora me pregunta “¿No habrás traído el documento de defunción del padre?”  Y yo con una sonrisa radiante le digo que sí, pero no porque me lo había pedido, sino porque al salir de casa, mi sexto sentido o buena estrella me hizo cogerlo pensando “no será que me lo piden”.  Luego ella me indicó que tenía que ir a un banco a pagar el derecho de pasaporte y ya que iba que aproveche en sacar las 3 fotocopias del certificado de defunción y de mis documentos (que tampoco había pedido).  Nos sugirió que vayamos al Corte Inglés que no cierra a la hora de comer.  Salimos corriendo con Alberto al banco, llovía.  Preguntamos donde podríamos sacar las fotocopias, pensando encontrar un sitio más cerca.  Nos indicaron un lugar, pasamos pero ya estaba cerrado.  Claro! ya casi eran las dos de la tarde, es normal.  Nos apuramos en ir al Corte Inglés y corriendo llegamos donde estaba la fotocopiadora, esperamos nuestro turno y el dependiente nos dice “¿Fotocopias? La máquina está malograda y todavía no la vienen a reparar.”  No lo podía creer, eran ya casi las dos de la tarde y además de no tener las fotocopias, estar húmedos de la lluvia, no llegaríamos a tiempo para entregar el justificante del pago al Consulado.  Fuimos corriendo, ya sudábamos y le expliqué a la señora lo que había pasado y que no habíamos podido sacar las copias.  Le insinué si ella podría sacarlas y nos calmó diciendo que no nos preocupáramos, que las mandemos por correo o cuando pasemos por ahí, las dejemos en un sobre en el buzón.  Revisó el expediente y dijo “Bueno, eso es todo, cuando reciba las fotocopias mando todo a Barcelona y ya te llegará el pasaporte nuevo en unos 2 meses o antes”.

Entonces, ¿qué piensan ahora sobre la presencia de Plutón en mi vida?

domingo, 20 de marzo de 2011

¿Por qué escribo?

Aunque ya han pasado un par de meses desde que empecé con el blog, cada día me sorprendo a ver cuantas visitas hay.  Estoy sorprendida, agradecida, emociona.
Sorprendida porque no pensé que un blog sobre mi vida, experiencias, anécdotas o pensamientos puedan gustar e interesar a tantas personas.  Agradecida y emocionada por ver que hay personas en muchísimos países del mundo que me leen.  Hasta en algunos países en los que no estoy del todo segura si conozco a alguien.  Es increíble.
Me encanta recibir además sus comentarios a las diferentes publicaciones.

Me pongo a pensar en que necesidad tengo de escribir, en hacer, de alguna manera, pública mi vida y la de mi familia, de ir contando mis pensamientos, sentimientos, deseos, sueños, anécdotas y más.
Luego pienso que ya el hecho de vivir la vida la hace tácitamente pública y que por otro lado no tengo mucho que no quisiera que se haga público.  Claro que igual guardo mis secretos.

Mis primeros recuerdos de escribir vienen desde que era pequeña y adolescente.  Durante varios años tuve un diario en el cual iba dejando todas mis experiencias, sensaciones, sentimientos, ideas, planes, sueños, deseos, frustraciones, tristezas.  Al escribir era como una tormenta de palabras que se alocaban por salir, atascadas en la salida que eran mis manos que además era como si mis manos escribieran solas.  Las letras, las palabras fluían y fluían.  Era como si mi alma se saliera de mi cuerpo y viera todo desde otro nivel. Expresaba todo lo que sentía pero no podía controlarlo, línea tras línea llenando libretas, cuadernos.
Luego cuando terminaba de extraña sensación, ya lo releía y entendía lo que había escrito.  Muchas veces y según que sea, hasta entendía porque me sentía de una u otra manera.  Muchas veces hasta encontraba soluciones, si se trataba de algún problema y me sentía mejor.

Ya con el tiempo, cuando deseaba algo con mucha intensidad, escribía en un trozo de papel este deseo y lo repetía muchas veces en todo lo que este trozo de papel me permitiera y así lo escribía y escribía.  Al terminar lo rompía en miles de trocitos entre plegarias y repitiendo mi deseo, esperando se haga realidad.  Tengo que reconocer que muchas veces se han cumplido estos deseos.

Durante mucho tiempo dejé de escribir.  Fue al inicio de la adultez, pienso.  Ya no tenía diarios, ni cuadernos.  Sólo en ocasiones, en situaciones muy especiales o de fuertes emociones, cogía un papel y escribía y escribía como para descargar toda la energía.  Era lo que reemplazaba a dar de saltos por todos lados o llorar y llorar para desahogarme.  Ya luego respiraba profundamente y seguía.

En el año 2000 cuando me sentí tan acompañada, reconfortada y arropada por tantísimas personas en los dos momentos más emotivos de ese año.  Un momento tan duro y difícil e inmediatamente la felicidad absoluta de tener a Alberto en mis manos.  Recuerdo que quería compartir la alegría y agradecimiento que sentía por tanto cariño, tanto apoyo.  Entonces escribía e-mails, aprovechando los avances tecnológicos, contando un poco como nos iban las cosas.

Y seguimos así, hasta el 2005 que decidimos venir a vivir a España.  Estamos lejos de la familia, de los amigos.  Sentía que teníamos que mantenerlos informados que de comos estábamos.  Sobre todo considerando que al estar lejos, los que se quedan siempre imaginan como estarán las personas que se han ido fuera para empezar una nueva vida.  Así que mis mails tuvieron nombre “mails comunitarios”, no eran más que e-mails con fotos contando nuestras aventuras.

Durante mis últimos 7 años en Lima, tuve la suerte de compartir oficina (despacho) con mi mejor amiga del colegio.  Así que si ya éramos muy buenas amigas, nos convertimos en la sombra la una de la otra o como alguna vez nos dijeron en plan broma “almas gemelas, si cae, caerá la otra”.  ¿Te acuerdas M.R-M.?  Además de trabajar (y mucho) teníamos la suerte de compartir nuestro día a día, la vida de la otra en primera persona, todas nuestras alegrías, tristezas, temores… en sí compartíamos nuestra vida.  Siempre “filosofábamos” sobre lo que deseábamos de la vida y sobre como lograrlo.  Además analizábamos mucho las experiencias ajenas.  Por ejemplo, de cómo una pareja llevaba su relación, visto desde fuera claro y decíamos “esto nunca se debe hacer, tomemos nota para nuestra vida”.  Yo hasta ahora recuerdo muchas de esas notas de “esto no debemos hacer” para no repetir o cometer errores que ya he visto cual será el resultado final.

Entonces me di cuenta que mi vida ha sido (es) realmente intensa.  Miro hacia atrás, ya con otros ojos y veo tantas cosas que he vivido en muy poco tiempo y como comento líneas anteriores, además lo que he aprendido viendo con atención a las personas de mi alrededor y eso también enseña mucho.  Si realmente quieres aprender a vivir la vida.
Sé que no soy la única a la que le pasan cosas, claro está.  Considero que en cada momento hice lo que mi instinto me dijo que tenía que hacer para seguir adelante.  Siempre hay soluciones más fáciles para todo y no siempre las más fáciles son las que al final nos traen mejores resultados.
Me di cuenta que si yo pude lograr superar momentos difíciles, sin ser ninguna “súper woman” ni tener ningún poder de súper héroe, lo podría lograr cualquier persona que pase por un momento difícil.  Quiero compartir eso, transmitir fuerza y energía y sobre todo seguridad en uno mismo, para estar seguros que dentro de uno mismo tenemos la fortaleza necesaria para salir adelante.  Es verdad que tenemos derecho a llorar nuestra pena (la que fuese), pero tenemos la obligación de recuperarnos, de luchar y salir adelante.  No le hacemos ningún favor a nadie (igual a nuestra familia sí) pero realmente la recuperación es para nosotros mismos.
Siempre he dicho que Dios es misericordioso, es bueno y nos manda lo que realmente podamos afrontar, lo que podemos aguantar.  Nunca viviremos algo con lo que no podremos seguir adelante.  Es cuestión de FE.

Al final, ahora luego de releer todo lo escrito, estoy confirmando por qué escribo.  Escribo para hacer pública mi vida, para compartirla, para que vean que todas las vidas, en diferentes tonalidades son muy parecidas.  Todos tenemos problemas, épocas difíciles, alegrías, etapas de felicidad.  Pero todos podemos aprender de nosotros mismos, de nuestras experiencias y las experiencias de las personas que están a nuestro alrededor.  No pasemos por la vida, sólo pasando por ella.  Vivamos la vida, exprimamos la vida, cada experiencia, cada cosa que nos pasa, todo es para aprender, para vivirla mejor.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Soy mujer y tengo mi día!

Ayer se celebró EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER en todo el mundo.

Aprovechando la ocasión, meditaba un poco en lo que significa que tengamos nuestro día.  No sé como lo vean.
Entiendo que muchas mujeres han luchado hace muchos años y hasta ahora lo vienen haciendo para que otras mujeres tengamos derechos, igualdad en la sociedad, libertades y tantas otras cosas que sería muy largo detallar cada una.
No puedo negar que es un trabajo muy duro y en muchas sociedades, por sus propias creencias y costumbres, parece que  tanto esfuerzo no dé resultado.

Pero hay muchas más cosas que hemos también obtenido como resultado de esta lucha, y no quiero sonar malagradecida ni mucho menos.
Ayer escuchaba en la televisión algunas entrevistas sobre el tema.  En principio, eran entrevistas a las personas “de a pie”, como tú o como yo.
Estaba claro cuando preguntaban a un señor mayor que cosas hacía él en casa para apoyar a su mujer, su respuesta claramente era “nada, soy jubilado, yo paseo”.  Sí, literalmente esa fue su respuesta.  Había algún otro caballero de edad avanzada que respondía con orgullo que él sabía poner la lavadora y sacar los platos del lavavajillas.   Eso ya es una gran ayuda, pensara él mismo.
Luego preguntaron a una mujer y decía que ella trabajaba más que cualquier hombre, porque luego de tener que salir a trabajar fuera de casa, tenía que llegar a casa  seguir con las tareas domésticas.  No lo neguemos, eso es verdad!

Ahora que tenemos la libertad de elegir nuestra vida, de tomar nuestras propias decisiones, queremos ser profesionales, trabajar, triunfar, como antes sólo lo hacían los hombres.  A nosotras nos cuesta más intentar alcanzar el triunfo profesional y no porque no tengamos la capacidad de hacerlo.  Nos cuesta más porque a pesar de tener la misma formación que un hombre tenemos que demostrar que somos válidas para el puesto, tenemos que demostrar dos veces lo que ellos sólo lo tienen que demostrar una vez.  En España, por ejemplo (lo escuché ayer por la televisión) una mujer gana una media de 20% menos que un hombre haciendo el mismo trabajo.  Sí, eso es igualdad!  Además en muchas empresas se piensan bien si contratar a una mujer o no pues ella podría querer tener hijos y de pronto ausentarse del trabajo y cosas así.  Entonces desde el principio hay que trabajar más y demostrar que queremos trabajar por nuestro desarrollo personal, profesional, porque queremos ser mejores, ser libres, que el hecho de ser mujer no es una desventaja.

Hace muchos años me consideraba una abanderada del feminismo.  Me sentía independiente, quería aprovechar mis estudios, las posibilidades laborales, sentir que podía llegar a cualquier punto que me proponga y que el hecho que sea mujer no tenía por que ser un impedimento. Pero de pronto, como decía aquella mujer a la que entrevistaron, me di cuenta que es un ideal de cuando eres adolescente, cuando empiezas a estudiar y quieres trabajar, hasta que empiezas a disfrutar de tu vida adulta, a tener tu casa, tu familia, tus responsabilidades adultas.
En casa, aunque los dos trabajen, la responsabilidad de la casa recae siempre sobre la mujer, “es que son cosas de mujeres” dicen algunos.  Pero aunque no lo digan, somos nosotras las que lo asumimos porque “soy la señora de la casa”.  Sin revisar sabemos (la mayoría) cuanta carne queda en el congelador, si el papel higiénico alcanzará hasta la próxima compra o que día (como tarde) tenemos que comprar pañales porque se acaban.  Porque somos así, porque nuestro “software pre-instalado” viene con esas aplicaciones que nos hacen ser mujeres.  Cargamos con nuestra casa a cuestas cual caracol.  Es una carga emocional, psicológica y llevamos esta carga al trabajo, a cualquier cafecito con las amigas o mientras parece que hacemos nada.  Somos las que vamos, venimos, colegio, guardería, reunión de padres y todo lo que surja.
Entonces, ahora soy una mujer trabajadora, como lo deseaba cuando era pequeña, que me siento a gusto con mi trabajo, mi vida.  Pero cuando llego a casa soy una de esas mujeres de hace muchos años que tiene que llevar su casa, a su marido, a sus hijos.  Intentamos llegar a todo, pero no siempre es posible.  Un día de 24 horas es muy corto para todo lo que queremos hacer, lograr, terminar…

En fin, soy mujer y ayer tuve mi día! Un día que me hizo acordar que aunque creo que puedo ser todo lo que yo quiero lograr en mi vida, también pensé que creo que puedo lograrlo no por ser mujer, lo puedo conseguir porque soy una persona, que está viva, que tiene planes, que tiene sueños, que tiene metas.
Además pensé que mucho de estos sueños no podrían ser posibles si no estuviera bien acompañada, con más mujeres que se sientan también fuertes para ir por la vida llenándola de energía.  También necesitamos buenos hombres a nuestro lado que nos acompañen en esta aventura de vida.

Al final, lo que necesitamos son menos feministas, menos machistas, necesitamos más gente que vea al que tiene al lado como iguales, que finalmente es lo que somos.  Empezamos por ver las cosas nosotros mismos diferentes para transmitir y enseñar eso a nuestros hijos.

Espero que todas hayan pasado un feliz día de la mujer, como les haya apetecido celebrarlo y que recuerden que somos mujeres, tenemos nuestro día y somos lo suficientemente fuertes para lograr todas nuestras metas.