… y a veces en technicolor y con surround
“Flipo en colores”
es una expresión muy española o por lo menos una frase que aprendí aquí. Busco su equivalencia en “peruano” o en un
español más internacional y dando muchas vueltas, me parece que es algo así
como sorprenderse y ya imagínate si además de sorprenderte lo haces a todo
color y con sonido envolvente. ¡Debe ser
la “repera”! ¿No?
Por flipar, pues
flipo mucho con varias cosas de la vida cotidiana. Aunque hayan pasado más de diez años que vivo
aquí, hay cosas a las que todavía no me acostumbro, a pesar que intento
integrarme, y a otras cosas que me sorprenden enormemente. Quizá tiene que ver con nuestras propias
costumbres en un país que nos ha acogido y otras, simplemente, en la forma de
ser de las personas.
Resulta que hace
unos meses me anoté a un taller sobre lo que sea (es que no viene al caso y
exactamente no me acuerdo de qué era).
Este taller estaba dirigido a personas en búsqueda activa de
empleo. Al llegar, rápidamente observé
la disposición del aula, que era en forma de U, así que me senté en la base de
la U para tener una vista directa a la ponente del taller. Desempaqué mi kit de “tomar notas”, unas
hojas y mi pluma, que nunca me falta. Ya estaba
bien sentada esperando a que empiece el taller.
A continuación, ya lista y ansiosa esperando a que empiece el primero de
una lista interesante de talleres veía llegar al resto de mis compañeros e iban
poniendo sobre la mesa sus móviles y quizá alguna botella de agua, ni lapicero
o un boli, ni una libreta o un triste trocito de papel, ni nada. Cuando la ponente entró y empezó a repartir
una carpeta con la información de dicho taller y al terminar preguntó si a
alguno de nosotros nos hacía falta un boli para tomar notas. Me sorprendió verla con una caja entera. Más de la mitad de los participantes levantó
la mano pidiendo un lapicero. Iba viendo
toda la escena y pensaba en que si todas estas personas se habían apuntado al
taller con un par de meses de anticipación, como no se prepararon la noche
anterior o al salir de casa. ¿No
pensaron que iban a necesitar un bolígrafo y, por consecuencia, un papel? Pero, ¡no!
La ponente repartió
uno a uno los bolígrafos. Todos
agradecidos de tan gran regalo, hasta que llega a un hombre que le pregunta
mientras estira la mano: “Y, ¿no tienes mejor un boli negro?” Desde el otro lado de la sala, casi doy un
grito ¡¿Qué?! ¡¿Vienes a un cursillo para
ver si puedes encontrar trabajo, no te preparas para nada, dan el boli gratis y
todavía con
exigencias?! Flipé ante la
pregunta y, por suerte, la respuesta lo fue un grito silencioso en mi cabeza
que nunca vio la luz, pero flipé aún más y en technicolor y surround
cuando la ponente se detiene y le ofrece buscarle uno que no sea azul, mientras
buscaba en su caja y sobre su mesa. Como
no tenía, ya, para completar mi flipe, se disculpó. El hombre dio un suspiro profundo y resignado
aceptó el bolígrafo azul.
Me quedé mirando a
aquel hombre y a la profesora, en cabeza no cabía esa situación, pero de
pronto, la pregunta de otro participante a la ponente me distrajo de mis
pensamientos: “Disculpa, cuando puedas, me das un boli con tapa, ¿vale?” A este nivel, ya casi podría decir que estaba
flipando en technicolor, surround y 3D.
Son estos momentos
en los que echas de menos aquellas pastillas imaginarias llamadas “Ubicaína” y
para estos casos extremos “Ubicaína Extra Forte”.