lunes, 26 de septiembre de 2016

Flipo en colores


… y a veces en technicolor y con surround




 “Flipo en colores” es una expresión muy española o por lo menos una frase que aprendí aquí.  Busco su equivalencia en “peruano” o en un español más internacional y dando muchas vueltas, me parece que es algo así como sorprenderse y ya imagínate si además de sorprenderte lo haces a todo color y con sonido envolvente.  ¡Debe ser la “repera”!  ¿No?


Por flipar, pues flipo mucho con varias cosas de la vida cotidiana.  Aunque hayan pasado más de diez años que vivo aquí, hay cosas a las que todavía no me acostumbro, a pesar que intento integrarme, y a otras cosas que me sorprenden enormemente.  Quizá tiene que ver con nuestras propias costumbres en un país que nos ha acogido y otras, simplemente, en la forma de ser de las personas.





Resulta que hace unos meses me anoté a un taller sobre lo que sea (es que no viene al caso y exactamente no me acuerdo de qué era).  Este taller estaba dirigido a personas en búsqueda activa de empleo.  Al llegar, rápidamente observé la disposición del aula, que era en forma de U, así que me senté en la base de la U para tener una vista directa a la ponente del taller.  Desempaqué mi kit de “tomar notas”, unas hojas y mi pluma, que nunca me falta.  Ya estaba bien sentada esperando a que empiece el taller.  A continuación, ya lista y ansiosa esperando a que empiece el primero de una lista interesante de talleres veía llegar al resto de mis compañeros e iban poniendo sobre la mesa sus móviles y quizá alguna botella de agua, ni lapicero o un boli, ni una libreta o un triste trocito de papel, ni nada.  Cuando la ponente entró y empezó a repartir una carpeta con la información de dicho taller y al terminar preguntó si a alguno de nosotros nos hacía falta un boli para tomar notas.  Me sorprendió verla con una caja entera.  Más de la mitad de los participantes levantó la mano pidiendo un lapicero.  Iba viendo toda la escena y pensaba en que si todas estas personas se habían apuntado al taller con un par de meses de anticipación, como no se prepararon la noche anterior o al salir de casa.  ¿No pensaron que iban a necesitar un bolígrafo y, por consecuencia, un papel?  Pero, ¡no!



La ponente repartió uno a uno los bolígrafos.  Todos agradecidos de tan gran regalo, hasta que llega a un hombre que le pregunta mientras estira la mano: “Y, ¿no tienes mejor un boli negro?”  Desde el otro lado de la sala, casi doy un grito ¡¿Qué?!  ¡¿Vienes a un cursillo para ver si puedes encontrar trabajo, no te preparas para nada, dan el boli gratis y todavía con
exigencias?!  Flipé ante la pregunta y, por suerte, la respuesta lo fue un grito silencioso en mi cabeza que nunca vio la luz, pero flipé aún más y en technicolor y surround cuando la ponente se detiene y le ofrece buscarle uno que no sea azul, mientras buscaba en su caja y sobre su mesa.  Como no tenía, ya, para completar mi flipe, se disculpó.  El hombre dio un suspiro profundo y resignado aceptó el bolígrafo azul.
Me quedé mirando a aquel hombre y a la profesora, en cabeza no cabía esa situación, pero de pronto, la pregunta de otro participante a la ponente me distrajo de mis pensamientos: “Disculpa, cuando puedas, me das un boli con tapa, ¿vale?”  A este nivel, ya casi podría decir que estaba flipando en technicolor, surround y 3D.



Son estos momentos en los que echas de menos aquellas pastillas imaginarias llamadas “Ubicaína” y para estos casos extremos “Ubicaína Extra Forte”.