lunes, 26 de marzo de 2012

Mi primera crema

Ay! Que mayor me estoy haciendo.  Aún me retumba en los oídos el consejo de mi amiga Mónica R-M cuando cumplí 25 años. “July, a partir de ahora ya te tienes que empezar a cuidar la cara, así que tienes que empezar ponerte crema por las noches.”  Oh no! Dije yo, qué regalo de cumpleaños recibir este consejo.  Yo sé que veía desde el cariño, eso no lo dudo, pero que duro decir que llegaste a determinada edad que ya tienes que empezar a cuidarte, que ya pasaste un límite y que a partir de ahora ya nada será como antes.
La verdad es que me resistí, no me gusta la sensación de crema en la cara.  Se me hacía muy embarazoso ponerme la crema por las noches, pensaba, me sentía untada como una tostada y aunque me dijeran que era sólo por la noche y no lo iba a sentir, me daba igual, no lo hacía y bueno, la idea de ponerme la crema por la mañana, luego bañarme, sobre mi cara recién lavada con jabón y salir a la calle con la cara brillante, me mataba, sólo la idea ya me mataba y pensar que si me tocaba la cara iba a estar resbalosa.  No! No podía con esa idea.
Pero el tiempo pasa y las personas maduramos, o nos damos cuenta que tenemos otras necesidades más fuertes que nuestras ideas sin fundamentos.  He resistido al pie del pote de crema durante 12 años!  Sí señores! Han pasado 12 años desde aquella conversación, desde aquel consejo que aunque no le hice caso, se quedó en mi cabeza, dando vueltas esperando ver la luz.  Su hora ha llegado.  Este fin de semana me armé de valor y fui a comprar una crema facial.  Me aterraba la idea que la dependienta me pregunte mi edad, aunque todos sabes que la digo sin ningún temor, pero eso de tener que decir “casi 37” para que me recomiende una crema para “40” años y que me diga que mi cara estaba muy poco cuidada, me parecía muy fuerte que mi primera experiencia con cremas faciales empezara así.
Esto de las cremas es algo tan personal es como aceptar que el tiempo pasa, que necesitamos modificar nuestros cuidados personales, pero que alguien te regale una crema y sobre todo el día de tu cumpleaños es como un golpe bajo, como te hacemos mayor, yo te ayudo a que te cuides.  Pero no me hago mayor, sólo que ahora tengo más experiencia.
Volviendo, me sorprendió cuando aquella señorita de sonrisa amable me miró fijamente la cara, como queriendo ver más allá de lo evidente, más de lo que se ve a simple vista, como contándome las pecas y me dijo: “la piel de tu cara se ve muy bien, te recomendaré una crema que te irá bien.  Seguro se te ha secado un poco por el tiempo, es que el frío..”  Qué bien me hizo sentir, que a pesar de haberme resistido al uso crema tantos por tantos años, mi piel se había mantenido bien.  De todas maneras ya es el momento de empezar.  Así que regresé a mi casa con mi frasquito de crema y desde el sábado por la noche me pongo crema en la cara para que mi piel se mantenga joven, aunque pasen los años.

martes, 20 de marzo de 2012

Extraño humor

En estos días he recordado especialmente a los míos que ya partieron y se adelantaron a otra vida.  Ahora ya no están más conmigo, con nosotros, pero como toda persona que pasa por mi vida, me han dejado además de los recuerdos, muchas enseñanzas.  Durante estos últimos días, pensaba sobre todo en lo que me enseñaron con la partida de cada uno.
Es que hasta en esas ocasiones tenemos tanto que aprender.  Doy gracias a Dios y al destino la vida que me ha tocado vivir y las experiencias que he vivido, que me han hecho crecer, madurar y tomar la vida de otra manera, una manera más saludable para mi mente, mi alma y mi corazón
Hoy recuerdo más la última etapa de mi abuela.  Ya todos saben la relación tan especial que tuve siempre con mi Mamama Iris y con mi Papapa Dante, siempre con muchísimo cariño y complicidad.  Todo empezó cuando en 1992 nos dijeron por primera vez que mi abuela estaba enferma, fue un golpe muy fuerte, ella tenía cáncer, pero también tenía una fuerza increíble y el deseo de luchar hasta el final, de cumplir lo que “haré antes de morirme” y de no dejarse vencer.  De esta primera etapa no tengo muchos recuerdos, imagino que al ser la primera vez, a todos nos cogió desprevenidos, nuevos en este tema y se tuvo que aprender de todo, órganos, tratamientos, alternativas, consecuencias.  Después de un tiempo, operación y tratamiento dijeron que se había curado, le mandaron sus controles periódicos, pero que todo iba bien.
Ya en 1996 luego de hacer el gran viaje de su vida, porque siempre decía “antes de morirme tengo que ir Santander, de donde es mi papá y conocer todo lo que él me contaba”, cuando regresó ya se sentía cansada, así que otra vez al médico y nos enteramos todos que la enfermedad había vuelto y que había que empezar otra vez con tratamientos, procedimientos y tanto más que aprender.  De esta segunda vez sí que tengo recuerdos más intensos.  Ya me pilló con otra edad y participaba más en el día a día, comentarios y demás.
En mi familia y encabezados por mi abuelo, siempre nos comunicamos, todas las noticias se compartían, todos teníamos el mismo nivel de información y todo era con transparencia, claridad y sobre todo con mucha naturalidad.  No sé cómo se hizo, no sé si alguien dijo como actuar, pero desde mi punto de vista o desde mi experiencia, a pesar del dolor e impotencia que sentimos cuando un familiar cercano está enfermo, todo se hizo con tanta naturalidad que era fácil hasta bromear de los tratamientos, consecuencias y tantas cosas más.  Mi Mamama también entraba en este juego o era ella quien lo dirigía, ahora no lo tengo claro, pero a mí me ayudó a prepararme para lo que venía.  Era como tener un humor negro, un extraño humor que me hacía reír a pesar de la adversidad del momento, que me permitió bromear con mi abuela de lo que pasaba, de reír juntas a pesar de la pena.  Me ayudó saber todo tal y como era en realidad.  Saber lo que había, saber que lo que podíamos esperar, me ayudó muchísimo para aceptar que su cuerpo sería diferente y que su vida, como una vela, se iba consumiendo poco a poco.  Ella tenía una fuerza mental muy grande, era una lucha constante por no dejarse vencer, por no tumbarse después de recibir la quimioterapia, a pesar que su cuerpo se lo pedía, era una fuerza que yo quisiera tener y recuerdo en mis momentos más difíciles. 
Este extraño humor, como decía, nos hacía compartir con chispa la vida, la enfermedad, conversar, buscar otros nombres para los medicamentos, para los tratamientos, no dejar que la lucha diaria sea un dolor constante.  Era una lucha diaria con realismo pero con ilusión y esperanza.  Me sentía preparada para su partida, pedía a Dios que la recogiera para que su cuerpo descanse y no sufra más.  Era una petición dura, pedir que no sufra, pero entender que eso significaba que no la volvería a ver.  Intentaba no ser egoísta y no desear que por no sentirme sola ella siga sufriendo.
Aunque me sentía preparada, cuando llegó el día, el dolor no me lo quitó nadie, lloraba de pena, pero agradecía a Dios que ella, por fin, descansaba en paz.  Pero los recuerdos siguen vivos, así que ella sigue viva en mi mente y corazón.
Un par de años después de la partida de mi Mamama, me tocó afrontar otra vez una despedida.  Esta vez sin preparación, de improviso, de pronto, casi sin pensarlo.  Me quedé sola y tuve que reinventarme y reinventar mi vida a pesar de la soledad, del profundo dolor, de los sentimientos encontrados.  Tuve que organizar mi vida con un bebé y estrenar mi viudez.  Ahora que lo veo hacia atrás, no sé como lo hice y sinceramente desearía no tener que hacerlo otra vez, aunque me he dado cuenta que tengo fuerza para afrontar cosas difíciles en la vida.  Esta etapa también me ayudó este extraño humor mío, este humor para reirme yo misma de mi misma, de lo que tenía que pasar y de lo que estaba pasando.  Esto no me quitó las noches de soledad, de lágrimas y tristeza extrema, pero tener la posibilidad de reirme de mi nueva vida y tener a Alberto me ayudaron a seguir adelante y luchar cada día.  Siempre recordaré que los domingos, especialmente, estaba con mi Papapa Dante, comíamos juntos o salíamos juntos y bromeábamos diciendo que éramos “el club de los viudos”, así que sentíamos más apoyados el uno con el otro.  Nos reímos mucho juntos y bromeábamos más todavía.
Ahora, casi 12 años después y habiendo pasado durante este tiempo la partida de mi Papapa Dante, que si tuvimos la oportunidad de preparar nuestra mente y corazón, aceptar la ley de la vida y lo que tenía que pasar, veo que con él también salió a relucir este humor negro.  No sabía que lo tenía, pero me demostré a mi misma tener una capacidad de levantarme, de seguir adelante, de transformar la situación a alguna forma que me haga bien.  Pero lo dicho, las lágrimas, dolor y pena no me los ha quitado nadie.  Hasta ahora pienso en ellos, en mi vida con ellos y sus recuerdos.  Pero sigo intentado que sus recuerdos sigan vivos, sigan presentes para que así haya sido sólo su cuerpo lo que murió, pero su espíritu sigue conmigo.
No sé cuál sea la fórmula exacta, sólo sé y comparto la fórmula que funcionó conmigo, mientras que mi familia estuvo conmigo, disfrutar cada día, cada conversación, cada risa, reir juntos, es lo que realmente luego queda en nuestros recuerdos y corazón.  Aprendí a comunicarme, a expresar mis sentimientos, a decir mis temores en voz alta para que salgan de mi mente y guardar fuerzas para cuando sea necesario.  Acepté la vida y la ley de vida con naturalidad.  Me ha dolido, he llorado.  Y una vez que hayan partido, aprendí a seguir riendo con las lágrimas sobre las mejillas, agradecer por cada día que tuve para compartir.
Este extraño humor me enseño a hablar, reir y llorar para que no se enferme el alma.

sábado, 17 de marzo de 2012

Invirtiendo en uno mismo

Como muchos saben o deducen, este es un año de cambios para mí, de toma de decisiones, de revisar todo lo que se puede cambiar y hacer un esfuerzo adicional, como decimos, un empujoncito más para que las cosas se salgan de la mejor manera posible.  Sé que suena complicado o parece que es mucho trabajo y que hay mucho por hacer o aunque quizá no sea tanto, pero ya estamos en marzo.  De pronto yo misma me creo ansiedad viendo que el tiempo pasa y las cosas no se concretan tan rápido como mi vehemencia quisiera.  Sí, sí, soy vehemente, una vez que se me ocurre una cosa o tengo me propongo un plan o nueva meta soy vehemente con los resultados, quiero verlos ya y pronto y disfrutar y así emprender un nuevo reto.  Como alguna vez me dijeron, mi enfermedad es el stress y la ansiedad.  Darle vueltas y vueltas a las cosas, buscando soluciones, posibles consecuencias e intentando adelantarme a los hechos, haciendo planes alternativos.  Será por eso mi vehemencia, para poder contrarrestar el stress de los procesos.  Lo sé, tengo que aprender a disfrutar con paciencia cada etapa y no adelantarme a los hechos, sólo esforzarme, ver los resultados y disfrutar.

Siguiendo con el tema de hoy, cuando las personas decidimos hacer cambios externos, es porque a nivel interior también hemos hecho cambios, que según se van concretando requieren una expresión externa.  Es como hemos asumido cosas y cuando nos sentimos seguros de los cambios o decisiones vamos exteriorizando.  Esa es mi forma de ver las cosas, como todo en esta vida, cada uno puede tener su opinión o su fórmula personal para ir avanzando en la vida.  Lo importante es que cada uno encuentre su fórmula y pueda avanzar cada día.
Este año, después de mucho esfuerzo logré concluir un trámite que me tenía en etapa de “stand by gracias a la ayuda de un par de personas, a su tiempo, insistencia y paciencia, ya que sin ellas no hubiera sido posible lograr nada.  Finalmente concluyó positivamente y me he sentido mejor al saber que es algo menos que hacer, sobre todo porque había durado mucho tiempo y durante ese tiempo sentía mucha incertidumbre sin saber cómo terminaría todo, stress y preocupación.  Finalmente terminó todo y ahora me siento mejor y más tranquila.  Es increíble ver ahora como al haber tenido ese trámite pendiente me haya estado quitando tanta energía, paz interior y tranquilidad.  Ahora me siento bien.  Ya no tengo tantas migrañas, duermo mejor.
Entonces esta nueva etapa y sensaciones me han abierto otras puertas para sentirme mejor conmigo misma, aceptar que tenía que hacer cambios para seguir adelante.  Decidí invertir en salud, invertir en mí.  Ojo que no digo “gastar”, lo que digo es “invertir”.  Tomé la decisión de hacer dieta.  Está claro que tenía que bajar varios (muchos!) kilos, pero yo sabía que para empezar y mantenerme en la dieta tenía que tener mi mente organizada.  Ya voy casi 2 meses y he perdido ya varios kilos.  Me siento motivada cada semana que veo que voy perdiendo peso, que mi ropa ya no me queda, me he tenido que comprar cinturones para que no se me caigan los pantalones y terminen la temporada.  Es lo que necesitaba, invertir en mí, en mi salud, en sentirme mejor conmigo misma.
Consecuencia adicional a mi stress y ansiedad, tenía un par de buenas contracturas en la espalda.  También me habían dicho hace casi 3 años que tenía ciática y que así me quedaría.  Llevo una larga temporada medicándome para el dolor, además de los malos ratos y malestar.  Otro cambio en pro de mi salud fue ir a un fisioterapeuta.  Mi dolencia principal era la contractura en la espalda que me afectaba el hombro derecho y algunos días casi no podía girar la cabeza como si tuviera tortícolis.  El fisioterapeuta me revisó y se centró más en la ciática, que al final resultó otra cosa y después de 3 años y mucho dolor, me ha quitado la famosa ciática que me dijeron que la tendría para el resto de mi vida ya que también era otra contractura en otro músculo que afectaba parte de la espalda y de la cintura para abajo.  Luego de 3 sesiones estoy muchísimo mejor, la ciática ya es un recuerdo y los dolores de espalda también.  Ahora tengo que hacer unos ejercicios para evitar el dolor.  Valió la pena.
He valorado no tener más migrañas, comer sano, no tener dolores, dormir bien.  Está valiendo la pena invertir en salud, en uno mismo.
Esto me hizo pensar que muchas veces gastamos dinero en cosas que realmente no necesitamos.  Cuando tenemos problemas, nos sentimos angustiados, desesperado, o tristes salimos a comprar, porque, no sé la explicación, pero es real, comprar es algo que hace sentir bien.  Pero, lo que compramos muchas veces son cosas que no necesitamos, sólo comprar por comprar, entonces esa satisfacción o sentimiento de sentirnos mejor es temporal porque luego nos sentimos doblemente mal.  Nuestro problema inicial sigue ahí, tal cual lo dejamos y además hemos gastado en cosas superfluas y no necesarias.
He aprendido que mejor que eso es invertir en nuestra salud, en que el sentimiento de sentirnos bien sea más sostenible en el tiempo y sobre todo que nos ayude a estar mejor nosotros mismos, más satisfechos con nuestro cuerpo.
Para la dieta todavía me queda un rato, espero seguir teniendo la fuerza de voluntad y motivación necesaria para cumplir cada día, que realmente cada día es un reto.  Así de a poquitos ir alcanzando las metas y la espalda, ahora me la cuido más, hago los ejercicios y me siento mucho mejor.
Ya sabemos que muchas enfermedades las tenemos porque nuestra cabeza no está organizada, porque tenemos muchas ideas revueltas que según las vamos organizando y vamos resolviendo lo que nos quita el sueño podemos ir tomando decisiones saludables para nosotros mismos.
Si nosotros mismos no nos cuidamos, entonces quién más cuidará de nosotros?

domingo, 11 de marzo de 2012

Estado depresivo

¿Qué es la depresión?  ¿Qué significa tener depresión?
Según Wikipedia, que todo lo sabe, es un trastorno del estado de ánimo, ya sea desde el punto de vista de la psicología o desde el punto de vista de la psiquiatría, pero siempre dentro del ámbito de la psicopatología.  Según el modelo médico, la psiquiatría la describe como un trastorno del estado de ánimo y su síntoma habitual es un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente.
En términos más terrenales, a veces con más frecuencia que la que deberíamos usamos la expresión “estoy depre” cuando tenemos malos días o nos sentimos tristes o decaídos por algo.
Pero pienso que la depresión, como otras enfermedades, es un mal que nos pasa en un momento determinado, causado por diferentes factores internos y externos que en determinado momento de nuestra vida coinciden y desencadenan una sensación de tristeza y de infelicidad que va día a día autoalimentándose de este profundo dolor y cada día se ve todo más triste, más gris, más oscuro.
No hay una vacuna para prevenir esta enfermedad, que yo sepa.  No podemos prepararnos para saber cómo actuar o reaccionar si nos pasa.  Si nos llega el momento, unos lo expresamos de una manera y otros de otra.  La mayoría de personas coincidimos expresándolo con silencio, soledad, amargura y tristeza.
Lo más importante de todo es asumir, como cualquier enfermedad, que la tenemos.  Aceptar con consciencia que estamos enfermos y que requerimos un tratamiento curativo y dejarnos guiar por las personas que realmente nos pueden ayudar.  Así recuperaremos nuestra vida, nuestra alegría y la de nuestra familia porque está en nuestras manos.  El camino puede ser largo y hasta más largo de lo que quisiéramos y seguramente muy duro, tendremos que trabajar mucho y tener mucho autocontrol, pero es como todo en la vida, si queremos algo tenemos que esforzarnos muchísimo para lograrlo.  Las cosas buenas no caen así por así a nuestros pies.
No sé si podría enumerar las veces que me he sentido deprimida, nunca he ido a un médico para que me ayuden a superarlo, aunque tampoco han sido tantas veces, quizá un par.  Ahora entiendo que esas temporadas enferma las he superado con éxito.  Como todos, algunos días son buenos, otros no tanto, pero no puedo sentirme deprimida por las cosas buenas que tengo en mi vida y que ahora tengo la posibilidad de verlas y valorarlas.  Ahora repasando el pasado, entiendo que, como decía, fue en un determinado momento en el cual coincidieron determinadas cosas, problemas o pensamientos que me causaron una tristeza profunda, me hicieron caer en un hueco muy profundo, casi sin final.  Nunca en mi vida había llorado tanto por todo y por nada.  Era muy duro ver que nada tenía sentido y que no veía soluciones para superar esa sensación.  Era como estar en una cueva sin luz.  Pero también recuerdo que mi familia fue el apoyo más importante para mi recuperación, sentir su apoyo, su paciencia, fue lo que me hizo, en esos cortos momentos de lucidez, que tenemos durante la etapa de depresión, ver lo que de verdad tenía.  Pude ver y apreciar lo que de verdad valía la pena y por lo que tenía que luchar, por lo que tenía que recuperarme, recuperar a mi familia y disfrutarla.
Ahora sólo creo que sentirse deprimido es una enfermedad que tiene cura, pero que exige mucha de nuestra fuerza interior para superarla.  Hay momentos que parece que estamos curados, pero realmente todavía no y recaemos y pensamos que estamos en una espiral sin fin y nunca saldremos de ese estado.  Pero es parte del proceso de recuperación, porque aunque haya una recaída, la recuperación será rápida y seguiremos camino a la mejoría.
Pero es posible recuperarnos, tenemos que desearlo, seguir un tratamiento adecuado y sobre todo decidir que queremos curarnos, que queremos terminar esa etapa oscura y volver a recuperar nuestra propia felicidad.  No es imposible.  Tenemos que buscar y encontrar el origen.  En primeras podemos hacer una lista de cosas obvias o superficiales, fáciles de ver y creemos que esas son las causas, pero realmente hay mucho más atrás y lo sabemos.  Tenemos que revolver un poco en nuestra mente y corazón, buscar lo que realmente nos causa esa pena, insatisfacción, frustración o tristeza.  Aceptar las causas de nuestra enfermedad para poder trabajar en las soluciones y asumir que hay que cosas que ya no podemos repetir más para no enfermar otra vez.  Es como un diabético al que le dicen por primera vez que está enfermo.  Luego de recuperarse de esa noticia, sabe que entre otras cosas, hay determinados alimentos que no podrá comer nunca más para no enfermar más, pues es eso, lo mismo, habrán cosas y situaciones que tendremos que evitar para que no nos hagan daño.
Al tener las causas y problemas identificados, hay que dividir el problema en muchos, muchos mini-problemas para así coger uno a uno e ir buscando la solución a cada uno, es la forma más fácil de resolver un gran problema, que normalmente es la unión de muchos mini-problemas.  Pero claro, como todo tratamiento o intento de cura tenemos que hacerlo con la verdad, porque si mentimos no mentimos a nadie, nos mentimos a nosotros mismos y la curación necesitará más tiempo y esfuerzo.
Tomemos con firmeza la decisión de ser felices.  Bien dicen que la felicidad es la propia búsqueda de la felicidad, pero tenemos que recuperar esa sensación, las ganas y esa alegría por vivir, por tener nuevos planes, proyectos, ver el futuro iluminado, como un día de verano.  Aprovechemos el tiempo para hacer cosas positivas y saludables para nuestra alma, mente y cuerpo.  No demos vueltas en lo mismo siempre de una manera negativa, demos el grito más fuerte que podamos, sacudamos nuestro cuerpo lo más intenso que sea posible, decidamos que es el día de cambiar, de enrumbar nuestra vida y de ser felices.  No perdamos más tiempo, tomemos el toro por las astas y seamos felices.
Tenemos derecho a caer, pero tenemos la obligación de levantarnos y seguir adelante cada día por nosotros mismos.

sábado, 3 de marzo de 2012

Tanto queda por aprender

Después de tantos años viviendo en España, aunque lo de “tantos” es muy relativo.  Para algunas personas 6 años les puede parecer como “sólo 6 años” y a otras les puede parecer una eternidad, esto es como todo, depende quien lo mire y con qué ojos.  Pero como decía, llevo tantos años por aquí que he tenido la oportunidad de aprender muchas cosas, aprender de las personas, de la vida, del trabajo, de la sociedad, creo que no es posible terminar de enumerar todo lo que uno aprende sólo con cambiar de país y eso que España es bastante latino, de algún sitio hemos heredado muchas costumbres.
He tenido que aprender otro idioma, “español de España”.  He dejado de utilizar el “ok” como conformidad y empezar a usar el “vale”.  Al caerme sentada, ya no me caigo de “poto” si no ahora me caigo de “culo” aunque me duele la misma zona del cuerpo.  También he aprendido a expresarme diferente sobre todo sin esa forma tan latina que tenemos de enrollarnos como persianas para dar una respuesta, ahora intento ser más concreta “sí” o “no” sin dar muchas explicaciones, salvo que sea estrictamente necesario.  Me he topado con algunas personas tiene una manera muy clara de demostrar que con una respuesta clara y concreta les es suficiente y que el rollo siguiente no les interesa.  Me he tenido que acostumbrar a que los domingos no abren los centros comerciales, tiendas, bancos ni nada.  Más aún, que los bancos sólo están por las mañanas, salvo un banco en algún centro comercial que también está por las tardes.  Para lo demás tienes que organizarte bien o dejarlo para el sábado.  Por otro lado, ahora conduzco con mayor tranquilidad y menos agresividad.  No tengo que ir a la defensiva intentando que un taxi o combi me cierre el paso de pronto o evitar caer en algún hueco.  Vas más tranquila, aprendí el significado real de las líneas en las pistas, cada uno en su carril y hay que respetarlo.  También voy más tranquila por la calle, aunque la paranoia es difícil de perderla.  Cuando siento que alguien viene detrás inmediatamente me giro, mis sistemas de seguridad y autoprotección se ponen en alerta y mi paranoia se activa, bajo la velocidad al andar, me hago a un lado y simplemente dejo pasar a la persona, respiro profundo y sigo andando.  Es una pena que esas cosas no las podamos apagar con un switch de la cabeza y estar relajada.
También he podido conocer muchas personas y con una forma de pensar diferente a la nuestra, está claro que todos pensamos diferente, pero a pesar de ser de cultural similares hay muchas cosas que nos diferencian.  Cuando recién llegué, a las personas que conocía llamaba mucho la atención o a algunas personas les costaba entender cómo había podido dejar mi país, mi familia, mis amigos, mi entorno para viajar al otro lado del mundo y empezar una nueva vida aquí.  Intentaban plantearlo como una alternativa para ellos mismos, pero no lo veían posible.  Luego entendí que los latinos tenemos siempre la idea y posibilidad de migrar en la cabeza, es algo que viene con nosotros, en nuestro sistema operativo, es una alternativa que siempre tenemos, como un plan B.  Es algo que lo llevamos dentro, no sé por qué, quizá tenga ver con la situación política-social-económica de nuestros países y que se transmite de generación en generación y siempre tenemos esa puerta abierta.  Aquí en España se escucha ahora a más personas que ya consideran salir de España en busca de trabajo y mejores alternativas, como nosotros.  De todas estas personas, hay tantas que son tan abiertas y amablemente te permite entrar en su entorno y así empezamos a hacer nuevos amigos.  Todos tenemos que estar abiertos a conocer nuevas personas y de todas estas personas nos quedaremos con pocos nuevos amigos.
Puedo decir rápidamente que la vida fuera de nuestro país es dura o difícil porque necesito de mi familia o amigos en determinados momentos, pero también me ha enseñado a buscar dentro de mí la fuerza necesaria para salir adelante, para intentar hacer realidad los sueños y metas que me voy planteando en lo que llevo de vida y poder afrontar todos los problemas y dificultades que se han ido presentando a lo largo del camino.  Me ha enseñado a estar y mantenerme más unida a Jorge y los chicos.  Agradezco también a Dios y a la vida que mis padres también están acá.  Somos una familia y finalmente nos tenemos los unos para los otros y eso se aprende sólo viviendo la vida.
He aprendido mucho, muchísimo de la sociedad, de la particular forma de ser y llevar la vida, además he aprendido mucho de las personas de su forma de ser.  He aprendido el valor de la lealtad y amistad verdadera.
Todavía queda tanto por aprender.  Nunca terminaré de aprender de cada situación que vivo y de cada persona con quien me topo.  De las personas intento sacar lo mejor, lo que me puede servir como ejemplo para intentar ser mejor cada día, pero tristemente también nos topamos con personas que nos sirven de ejemplo de las cosas que no debemos hacer, que no debemos repetir.  También tenemos que agradecer por encontrarnos con estas personas porque también nos enseñan de qué manera no debemos ser o de qué manera no debemos actuar.
De las situaciones aprendo cada día la causa, su efecto y las consecuencias.  Aprendo que me afrento día a día a muchas situaciones y muchas veces voy superando problemas que en un inicio pienso que no seré capaz o dude de mi propia fuerza interior.  No dejo de luchar y seguir planeando y teniendo planes, pero también pienso que si las cosas no salen como yo quiero o pienso será lo mejor, es porque Dios tiene preparado algo mejor para mí y tengo que tener paciencia y seguir luchando por mis sueños que todo se irá acomodando para que todo fluya como tiene que ser para tener una vida tranquila.
No dejaré de tener planes, de aprender de la vida y las personas que conozco, de vivir cada día disfrutando como si fuese el último e intentar que mañana sea mejor que hoy.