jueves, 7 de agosto de 2014

Un fantasma divertido

En mi casa nunca me siento sola.  Tengo la creencia que mi abuela, que falleció hace más de quince años, aún está conmigo y se encarga de cuidar de mí y mi familia.  Yo soy de las que creen en fantasmas y espíritus y creo que algunas veces se quieren comunicar con nosotros para alertarnos de los peligros o para encontrar su paz interior.  Una noche no podía dormir.  Daba vueltas y vueltas en la cama.  Sentía que había alguien en la puerta de mi habitación observándome.  Varias veces, me armé de valor, abría y los ojos e intentaba identificar en la oscuridad quién estaba ahí.  Pero no veía nada.  Entonces me levanté e hice un recorrido rápido por mi casa, que no es muy grande.  Nunca veía a nadie, aunque sentía que alguien venía detrás de mí, sentía frío, como corrientes de aire.  Regresé a la cama corriendo y, sin querer mirar atrás, me cubrí con el edredón casi hasta la nariz.  Seguía dando vueltas mientras la razón peleaba con el temor.  Una vez más, me dije, y me levanté.  Salí de mi habitación buscando alguna respuesta.  De pronto tuve la sensación que alguien me iba guiando por casa.  Alguien que, sin palabras, me decía donde ir.  Luego llegué al final del pasillo, donde tenemos la puerta de una habitación que usamos para guardar de todo y nada en especial.  Vi como la puerta se abría y entraba luz de la calle.  ¡No lo podía creer!  Había alguien ahí y me quería decir algo.  Pensé, esta es mi oportunidad de tener una conversación con un fantasma.  De pronto, sentí una voz muy bajita, justo en el oído que me decía “mami, quiero hacer piss, ¿me acompañas al baño?” Y me desperté.  Era mi hija pequeña.