lunes, 27 de mayo de 2013

Viviendo de la ilusión


Ya lo dice la canción: “no se puede vivir del amor… las facturas no se pueden pagar con amor…”, pero y ¿de la ilusión?  ¿Podemos vivir de la ilusión?
Si miro hacia atrás me doy cuenta que hay momentos en mi vida que he tenido lo que necesitaba en ese momento para ser feliz: mi familia, salud, trabajo, gente especial a mi lado, las cosas materiales y no materiales que necesitaba para sentirme feliz y satisfecha en determinados momentos.
También veo que hay épocas en las que no me sentía completa y me iban faltando cosillas para sentirme feliz.  Ahora veo que durante esas temporadas viví del cuento, de la ilusión que eso que me faltaba llegaría en algún momento pero mientras tanto era feliz con la idea que ya podría estar cerca.
Espero recuerden una publicación de hace unos meses, en las que le hablaba de la “actitud navideña”.  Básicamente iba de que siendo las mismas personas que somos siempre, nos comportamos diferente y percibimos todo diferente, todo mejor, más bonito.  Tenemos más paciencia, somos más generosos, somos más pacientes, tolerantes, tenemos muchas más virtudes que durante el resto del año.  Pero,  si seguimos siendo las mismas personas, ¿qué será eso que nos hace parecer mejores personas?  Nada.  Simplemente la actitud con la que tomamos determinados momentos de la vida.
Entonces, volvamos al tema de vivir de la ilusión.  Para mí y en repetidas oportunidades ha sido eso, he vivido del cuento.  Por ejemplo, durante alguna etapa de mi vida que me ha tocado estar sola, en cuestión pareja,  tontear con alguien creyendo que sería una relación que podría funcionar, fue así como fui pasando el tiempo, con alegría y esperanza que la soledad me abandonaría en cualquier momento y que la persona adecuada llegaría finalmente a mi vida.  O cuántas veces decidimos buscar un trabajo, por ejemplo, y pasamos una temporada de entrevista en entrevista, con la ilusión que salga algo, mientras seguimos con lo que tenemos, o no tenemos según sea el caso, pasando el tiempo de la mejor manera y aunque suene repetitivo, con ilusión que algo puede pasar y hacernos cambiar el momento actual.  Como deseamos algo que realmente no conocemos, lo idealizamos y lo imaginamos perfecto.
Siempre he creído, cuestión de FE, que las cosas pasan en el momento exacto que tienen que pasar y tienen un sentido especial y específico.  Que obviamente nada ni nadie nos cae del cielo para solucionar nuestros problemas o darnos ese detalle que creemos nos falta para sentirnos felices y realizados, aunque sea temporalmente.  Siempre tenemos que luchar y esforzarnos por conseguir nuestras metas, por hacer que nuestros sueños se hagan realidad.  Pero en el camino hacia ese momento tenemos a la ilusión que nos llena de fuerzas y esperanzas para seguir cada día.
Por otro lado, tenemos las noches largas, eternas, oscuras.  Esos momentos en que nos sentimos tan solos, no vemos más esa luz que iluminaba nuestro camino hace tan sólo un momento, no vemos nada o lo que vemos es un círculo sin salida ni solución.  A esos momentos de oscuridad y desesperación, yo le llamo estado de desolación.
Durante este estado de desolación, es cuando siento que todo llegó a su fin, que ya no puedo hacer más para solucionar o conseguir aquello que me falta para tener lo que creo no tengo para ser feliz.  Es un estado de frustración, de agobio, de cansancio.  Cuántas veces hemos vivido y sobrevivido a esta etapa oscura, llena de dolor.  Pero cuántas veces (todas hasta ahora) hemos salido, recuperando nuestra ilusión y alegría por vivir.
Es verdad que en ninguna de las dos situaciones pasa nada que cambie realmente nuestra vida.  La ilusión es cuando vemos el vaso medio lleno y el estado de desolación es cuando lo vemos medio vacío.  Pero finalmente el vaso siempre tiene la misma cantidad de agua.  Simplemente es como lo vemos en  determinado momento y que fuerza nos transmite esa imagen para seguir luchando.
¿Qué es la felicidad?  Muchos dicen que la felicidad como tal no existe.  Que es el camino que vamos haciendo hasta alcanzar una meta.  Otros dicen que es un estado temporal en la vida en la que te sientes satisfecho con lo que tienes en ese momento.
¿Qué es la felicidad para mí?  Es amanecer cada día.  El abrazo y beso de buenos días de los míos, compartir un desayuno y hablar de cómo dormimos, salir, tener un trabajo que me permita vivir dignamente y dar a mi familia lo que necesitan.  Que pase el día lleno de amor, alegría disfrutándonos los unos a los otros y tener la esperanza que el día siguiente será mejor, porque siempre puede ser mejor, según como lo miremos.
Deseo a todos vivir del cuento, de la ilusión que las cosas siempre serán mejor, viendo siempre el vaso medio lleno, por más oscura que sea noche.