sábado, 26 de noviembre de 2011

Un día como hoy…

Pues sí, un día como hace seis años empezó una nueva etapa en mi vida.  En el año 2005 pasaron muchas cosas que lo hicieron que sea especial, diferente, un año de cambios.  Ese año decidimos, Jorge y yo casarnos y lo hicimos, pero pocas semanas antes mi Papapa Dante se nos adelantó y su alma se reunió, finalmente con su mamá, familia y amigos, pero sobre todo con mi Mamama Iris y ya lo último fue venir a vivir a España.  Un día como hoy, el 26 de Noviembre del 2005 me subí al avión con Alberto, cargados con las maletas llenas de cosas que pensábamos podríamos necesitar, lo que teníamos, recuerdos que queríamos tener cerca.  ¡Tantas cosas!  Tan poco espacio.  Tantos sentimientos que ahora, después de seis años percibo diferente.
Mis maletas, además de cosas materiales venían cargadas de ilusiones, temores, ideas, sueños.  Alberto y yo llegamos a Madrid.  Ahí nos esperaban mi hermano “Motas” y la tía Rosi, infaltable.  Conversamos un poco en el aeropuerto, sólo recuerdo la adrenalina!  Nos subimos al coche que le habían prestado a Motas, escuchamos las indicaciones de la tía Rosi para salir del aeropuerto y coger el camino a Zaragoza y empezamos el camino. ¡A Zaragoza!  Antes, en el año 1993, yo había estado una vez en Zaragoza con mi mami, sólo por unas horas y de compras.  Mis recuerdos sobre la ciudad sólo eran de la Virgen del Pilar y su plaza.  Pero ahora era momento de descubrir otro lado de la ciudad, ahora tenía que convertir Zaragoza en MI ciudad, para mí y mi familia.
Tomamos camino hacia Zaragoza o eso era lo que planeamos.  Pero claro al no tener una idea clara del camino y del rumbo a seguir fue difícil saber qué salida de Madrid había que tomar.  Llamamos a la tía Rosi cuando ya estábamos completamente perdidos y nos ayudó a salir.  Fue muy divertido.  No recuerdo cuanto duró el trayecto de Madrid hacia Zaragoza, pero ahora que conozco el camino y sin contar el tiempo que dimos vueltas me imagino que fueron unas cuatro horas.  Todo el camino le vine contando cómo había dejado a la familia y a Lima y los planes para el futuro.  El plan más inmediato era conseguir el certificado de empadronamiento para mandarlo a Lima para que Jorge pueda tramitar el visado en el Consulado Español en Lima. 
Al día siguiente, pronto por la mañana Motas nos despertó para que salgamos a buscar los papeles.  A la primera no pudimos tener el empadronamiento, pero ya al día siguiente sí y luego nos fuimos a la Seguridad Social y terminar todos los trámites necesarios.  Cuando ya teníamos los papeles listos, pensamos que la forma más rápida y segura de enviar los documentos a Lima era por DHL.  Vinieron a recoger los papeles y nos ofrecieron que máximo en 3-4 días los papeles estarían en Lima.  Perfecto!  La idea es que Jorge pueda llegar a España para pasar la Navidad juntos.
Para variar mi suerte con los trámites y gestiones, entre el fin de semana, el puente de la Constitución y el puente de la Inmaculada y que se “traspapeló” el sobre en Madrid los papeles tardaron casi 10 días, pero llegaron. 
Los primeros días, antes que Jorge llegara se hacían muy largos.  Logré conseguir colegio para Alberto y crear una nueva rutina.  Hacía muchos años que no estaba en casa sin trabajo, así que realmente me tenía que reinventar.  Era casi invierno y el frío tan frío y que se haga de noche tan pronto, hacia que los días se hagan muy cortos, pero las noches muy largas.  Disfrutaba de lo desconocido, veía que todo era tan diferente.  Deseaba que Jorge pueda hacer los trámites lo más pronto posibles y que  llegara.  Mientras iban pasando los días esperaba los papeles Jorge para poder tramitar el visado, luego le dieron el visado y pudo viajar sin problemas.
Recuerdo que Alberto hablaba con ilusión imaginando una “blanca Navidad”.  En Perú la Navidad es verano.  Ya nos habían dicho que en Zaragoza no nevaba.  Pero ese 24 de Diciembre fue increíble.  Una capa blanca cubría toda la ciudad.  ¡Qué alegría las vistas que teníamos desde nuestro balcón!  Fue suficiente para dar ese toque especial que necesitábamos la primera Navidad lejos de la familia, pero en realidad en familia.
Han pasado tantas cosas durante estos 6 años.  Tantas cosas que hemos ido aprendiendo, costumbres a las que nos hemos tenido que adaptar, aunque algunas otras costumbres que mantenemos.  Ahora mismo somos extranjeros en España y en Perú, aunque nos sentimos integrados a la sociedad.  Además de las buenas personas que hemos conocido y que han hecho que la vida por aquí sea más fácil.  Tenemos muy buenos amigos, que algunos son ya parte de nuestra familia.
Durante estos años hemos vivido muchas anécdotas, además de aprender y entender muchas cosas.  Muchas de estas anécdotas están relacionadas con el idioma.  Sí, sí! El idioma.  Aunque, tanto en Perú como aquí se hable castellano, la forma de hablar, expresiones son tan diferentes muchas veces.  Tan diferentes que a veces parece que es otro idioma.  Ahora, y en tono de broma, decimos que hablamos dos idiomas “peruano” y “español de España”.  En un momento Alberto tomó la responsabilidad de ser nuestro traductor e intérprete con otras personas, sobre todo con sus compañeros del colegio y sus padres, para que nos puedan entender sin problemas.  Era muy gracioso tenerlo al lado cada vez y que él vaya haciendo traducción simultánea de las conversaciones.
Gracias España por estos seis años de mi vida.  He aprendido muchas cosas, he conocido muchas ciudades y pueblos.  He conocido a muy buenas personas, algunas que aún siguen a mi lado, he aprendido a ser más tolerante.  He madurado y crecido como persona.  He aprendido a valorar a las personas por lo que realmente son.  Darme cuenta de lo que es importante en la vida y la importancia real de nuestra familia, de mantenerse unida y luego al estar lejos, valorar también a la familia y a los amigos de verdad.
Ya pasaron seis años y casi sin darse cuenta, con muchas alegrías y tristezas, con muchas pruebas y experiencias que sólo enriquecen nuestra vida.  Seguiremos avanzando esperando que cada día sea mejor que el anterior.