miércoles, 21 de mayo de 2014

De huertos y aquelarres

Esta historia va de un huerto, que está a las afueras de la ciudad y en el que el sol brilla de otra manera.  Aquí sólo trabajan mujeres, y no porque no esté permitido que vayan hombres, sino simplemente porque las cosas son así.

Dentro de la organización anarquista y sin reglamentos escritos, todo está coordinado y funciona a la perfección.  Cada una tiene su función, aunque nadie lo reconoce formalmente.  Dicen que hay una mujer que es la que dirige todo pero que se le ve poco, aunque se prevé verla más con el buen tiempo.  Ella ve y sabe todo, pero desde el anonimato.  Y es porque no quiere reconocimiento alguno.  Le basta con la satisfacción de ver que todo funcione.  Hay otra persona que es quien se encarga de la captación de más participantes para el trabajo en el huerto.  Es un trabajo duro, no cualquiera es aceptado.  Se hace un exhaustivo estudio para estar seguras, aunque a veces la candidata ni siquiera lo sabe y vaya a ser la poseedora de las llaves del huerto, que son la prueba absoluta de la aceptación.  Es una organización sencilla, pero compleja, y lo más importante es estar seguras de que cada miembro va a encajar para que todo funcione.

Hoy es la presentación de una nueva participante.  Ella, que es muy tímida y callada, llega muy puntual para evitar que haya mucha gente y evitar que la introducción sea más larga, aunque sabe que finalmente ese momento con todas reunidas llegará de una manera inminente.  Al principio sólo estaba la que la había invitado a ir, así que se sintió cómoda y empezó a trabajar.  Según fue pasando la mañana vio como las demás iban llegando, todas se le acercaban y la saludaban con mucha familiaridad, como si se conocieran de toda la vida, luego preguntaban por las cosas que estaban pendientes de hacer y empezaban a trabajar.

De pronto se dio cuenta que una de ellas estaba preparando una gran hoguera.  Iban alimentando el fuego durante toda la jornada con los restos del trabajo de los últimos días.  El fuego une, es mágico, purifica y es lo mejor para recibir a la nueva que se va a unir al grupo.  Cuando el trabajo ya se había adelantando mucho, todas se sentaron alrededor de los restos de la hoguera que todavía ardía.  Fue un momento para compartir algo de comer y beber, comentando cada una de su vida y preguntando a la nueva para conocerla mejor, pero en el fondo, yo creo que ya la conocían.

Así van pasando los días en el huerto.  Luego he descubierto que tienen poderes.  ¡Realmente es mágico!  Las he visto resucitar unas lechugas y hacer que salgan acelgas por todas partes y espárragos gigantes.  Y es que hay mucho más de lo que se ve a primera vista.  Sólo hay que mirar mejor y prestar atención a lo que pasa alrededor.



De pronto me desperté.  Todo había sido un sueño.  Ahora a prepararme que me toca jornada de trabajo en el huerto y por primera vez conoceré a todas las demás.

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