domingo, 5 de agosto de 2012

Y ya van doce

Antes pensaba que los años no pasaban por mí ni para mí.  Que tenía más edad pero que no era mayor, que seguía siendo la “chica de siempre”.  No es porque me quite la edad, al contrario, siempre la he aceptado diciendo además que son xx años bien vividos y disfrutados.  Pero en el fondo sentía que seguía siendo la chiquilla de siempre.
Cuando uno tiene hijos, o según mi experiencia, es cuando realmente tomé consciencia que los años sí que pasan. Vamos contando y celebrando cada año de nuestros hijos como si fuese el mega evento del año.  Yo aprovechaba también y celebro para mí misma que es un año más que soy madre y lo que en el último año he logrado y conseguido y las cosas que han salido bien.
Hace un par de días ha sido cumpleaños de Alberto y ya ha cumplido 12 años que como dicen aquí “se dicen pronto pero son D O C E años”.
Entonces si ahora cerramos los ojos e intentamos retroceder doce años, intentamos recordar que hacíamos, cuáles eran nuestros planes, nuestra vida ¿Qué veríamos?
Yo me veo con ocho meses de embarazo.  Con la cesárea planificada para la mitad de agosto, así que todavía trabajando las últimas semanas.  Los días previos fueron Fiestas Patrias Peruanas (28-29 de Julio) y coincidió con un fin de semana largo.  Lo pasé un poco asustada y en silencio, para no preocupar a nadie, pues había empezado a sentir contracciones.  Intenté no moverme ni hacer mayores esfuerzos, pero tuve que regresar al trabajo y así estuve un par de días, intentando no dar mayor importancia a las contracciones.  Hasta que durante una mañana, la del día 2, ya eran muchas, así que cogí un reloj que tenía en mi mesa y me iba anotando cada una.  Eran cada 20-30 minutos, así que recordando las películas, pensé que todavía había tiempo suficiente.
A la hora de comer Moni, mi amiga, compañera y futura madrina (porque ya había aceptado ser la madrina de Alberto) me sugirió llamar al ginecólogo a ver que decía.  Claro él a escuchar me dijo me tomara una pastilla contra las contracciones que me había dado unas semanas antes y que pase por la tarde por su consulta para ver que tal iba todo.  Mientras hablaba con él, rebusqué en mi bolso y me tomé rápidamente la pastilla.  Durante la comida no podía más con las taquicardias y temblores en las manos.  Sentía como si mi mano no podría aguantar el largo camino entre el plato y mi boca y sobre todo hacer que la comida quede dentro.
Terminó la jornada laboral y acompañada de mis papás me fui al ginecólogo.  Me revisó y me comenta con su voz que me transmitía siempre mucha paz “el tiempo ha llegado, este bebe quiere nacer ya”.  Lo escuché pero no entendía sus palabras.  El momento del cambio había llegado, al día siguiente, a las 2 de la tarde programarían la cesárea.  Me estaba dando las recomendaciones para ingresarme y que al día siguiente harían la cesárea (que no tengo claro hasta ahora cual fue el motivo, pero pienso que para mí en ese momento fue lo mejor).
Pero esa noche no podía ser, yo no me podía ingresar todavía, tenía una cena, en mi casa y mis invitados que venían desde Madrid seguramente ya estaban en camino y no tenía como avisarles.  Nunca olvidaré su cara de “¿Tienes una cena?”.  Luego le expliqué la situación, que eran unos tíos que viven en Madrid y que por la hora que habíamos quedado, seguramente ya estaban en camino a mi casa (lo que significaba que yo tenía que apurarme además) y que al no vivir aquí no tenía un móvil o celular para contactarlos y anular la cena.  Además le insistía que de todas maneras tenía que ir a mi casa a preparar “la mochila” y cerrar bien mi casa.  Creo que le insistí tanto que lo convencí o simplemente me dejó ser.  Intercambiamos recetas posibles para la cena y llegamos a un acuerdo de la cena, bebida y regreso a la clínica ya lista y preparada.
Durante la cena, cumplí mi parte del acuerdo y cuando terminamos de cenar, preparé mis cosas, cerré mi casa y rumbo al hospital otra vez.  Me quería tener ingresada ya porque las pastillas para las contracciones que me dio, dijo, eran las más suaves y con menos efectos secundarios (taquicardias y temblores) y que si las contracciones se repetían, no tenía otra pastilla que darme y mejor si estaba en el hospital para que rápidamente me puedan revisar y controlar.
Ingresé al hospital tranquilamente, me asignaron mi habitación y a descansar que era como media noche.
Al día siguiente la voz ya se había corrido, Alberto nacería a las dos de la tarde.  La familia y amigos fueron llegando al hospital, las horas iban pasando.  Intentaba controlar mi miedo, emoción, alegría, pánico y demás sentimientos propios del momento.  Pero las horas seguían pasando y la operación se iba posponiendo.  Al final sólo recuerdo que cuando me sacaron del cuarto para ir a la sala de operaciones vi a mucha, mucha, muchísima gente.
Póngase usted de lado, en una camilla de 40 centímetros para ponerle la epidural, me dijo el anestesista.  Y yo le respondo con una inocencia de primer embarazo “pero si no entro”.  Nada a ponerse de lado y esperar con tranquilidad.  La operación fue rápida.  Mi médico bromeando con los demás que estaban ahí, haciendo bromas a los residentes de pediatría porque el pediatra no estaba claro, escuchando música alegre, imagino para relajarse y de pronto cuando no sabes en qué momento pasará qué ¡Sorpresa!  Ya ha nacido.  Tomando nota, hora de nacimiento 16.53 horas del 3 de agosto del 2000.
Al salir de la sala de operaciones recuerdo haber visto mucho más gente que cuando entré.  Las salas de espera estaban llenas, más parecía una boda que un nacimiento.   Hasta ahora lo recuerdo con muchísimo cariño.  Un agradecimiento especial a todos y cada uno que al enterarse del nacimiento se dieron el tiempo de ir a la clínica a ver a Alberto recién nacido.
Pues ese día, el 3 de agosto, a esa hora, las 16.53 horas mi vida cambió.  No llegó según lo habíamos planificado para la cesárea.  El eligió su día 3-8-2000 que para los que recuerdan publicaciones anteriores, si sumas estos números también te da 13 y es que, no estamos solos, siempre nos cuidan y nos guían.
Desde ese día, además de ser mi hijo, mi primer hijo, fue mi motor, la gasolina diaria que necesité y necesito para seguir adelante, para esforzarme por ser una buena madre, pero sobre todo la que mis hijos necesitan.
Este año me resulta especial porque como se está haciendo mayor, ya ha terminado primaria.  En septiembre empezará secundaria o el instituto y siento que es un gran cambio para él, un paso más y seguimos avanzando y para todos porque ya no será el hijo pequeño, que aún va a primaria, yo lo siento como que tengo que aceptar que va creciendo, que se va haciendo mayor, que ahora tiene nuevas necesidades y que tengo que encontrar la forma para adaptarme a él y no perder ese vínculo tan fuete que tenemos basado en la comunicación y confianza.
Sé que es duro crecer, sobre todo por los cambios.  Aquí irá a otro colegio, ya dejó el colegio de primaría e irá al colegio de mayores.  Ha dejado de ser el mayor del colegio y pasará a ser el pequeño del colegio otra vez.  Ese cambio se siente.
Esta vez, este blog va dedicado a él, a Alberto, deseándole toda la felicidad del mundo, que no es fácil, pero se puede ir teniendo un poquito cada día a base de esfuerzo y de querer ver las cosas de otra manera, de la manera que nos hace sentirnos felices con nosotros mismos y con nuestro entorno.  Hace unas noches conversamos mucho sobre “crecer” y pudimos resumir al final de todo que lo importante es no dejar de ser quien uno es en realidad.  No olvidarse de lo que uno quiere para uno mismo y para su vida y tomar las decisiones, aunque parezcan tontas, pensando en lo que queremos, porque toda decisión trae al final una consecuencia.
¡Feliz 12º cumpleaños Alberto, que seas muy feliz cada día de tu vida!


4 comentarios:

  1. "FELIZ CUMPLEAÑOS ALBERTO"....... tiene una madre maravillosa, y por eso estás cosechando lo que es, un niño adolecente muy madura , bueno, y sobre todo que es el.
    Me has hecho recordar todos esos momentos ......y más..... Vales mucho July. TQM
    Yo

    ResponderEliminar
  2. Que lindo todo lo que escribes, me transportaste en el tiempo. Feliz cumpleaños Albertito!! Nuestros peques van creciendo y como tu dices ahora empieza una nueva etapa. Que suerte que te tiene a ti como mama con quien puede conversar sobre estos temas del crecimiento tener estas charlas tan ricas que se pueden tener contigo, eso es algo invaluable y lo ayudara a conocerse cada vez mejor. A celebrar el cumpleaños de Alberto, felices doce años!! Te quiero mucho amiguita. Hasta pronto ;)Besos.
    Erika

    ResponderEliminar
  3. July, que linda publicación.
    Estoy de acuerdo contigo, elegimos cuando nacer , cuando es nuestro momento.
    Creo que el paso del tiempo se nota mas cuando eres pequeño, porque vas viviendo muchos cambios.
    Veo por la foto que celebraron igual en la playa ;)
    Felicidades y lo mejor del mundo para Alberto.
    Besitos, Carolina.

    ResponderEliminar
  4. Querida July: Gracias por este Don maravilloso que tienes, de resumir casi toda una historia en unas cuantas lineas.... eres una Madre realmente maravillosa, felicidades a Alberto por este Nuevo nuevo inicio!!!

    ResponderEliminar