viernes, 4 de mayo de 2012

Echando raíces

¿Cuándo podemos decir que estamos en el lugar exacto donde nos sentimos realmente a gusto con nosotros mismos, con nuestras vidas como para echar raíces y desear no movernos más?
Aunque realmente pienso que esa sensación no llegará jamás pues siempre deseamos algo más, queremos un poco más de la vida y por lo tanto queremos ir avanzando, creciendo, desarrollando y estamos en la eterna búsqueda de la felicidad y satisfacción absoluta.  Pero quizá si nos sentimos muy bien durante una buena temporada ya podemos sentir que, en ese aspecto de la vida, hemos encontrado la felicidad y podemos establecernos.
Recuerdo una conversación con una amiga del colegio.  Yo todavía vivía en Lima y ella llevaba varios años viviendo en Alemania y un día mientras hablábamos de nosotras y nuestras vidas me dijo que a pesar del tiempo que iba viviendo en Alemania, aún no sentía que ese era “su lugar”, ese lugar para poder echar raíces y querer establecerte para siempre.  Que sentía que todavía tenía que seguir buscando “ese” lugar adecuado para ella, sus planes, sus sueños.  Luego vivió una temporada en España y finalmente ahora está en Lima otra vez.  Hoy me pregunto si finalmente encontró “su” lugar o si todavía tiene la necesidad de seguir buscando.
Es complicado ¿no?  Mientras estás solo, eres más libre para arriesgar, coger tus cosas e ir de acá para allá, planteando nuevas metas y persiguiendo los sueños, sintiendo que no tenemos límite porque el propio mundo no tiene límites.  Si llegas al final siempre puedes volver a empezar, así hasta que llegues al lugar adecuado.  ¿Pero qué hacer cuando tu decisión afecta también la vida de más personas?  Ya no es tan fácil arriesgar.  Ya tienes que pensar que todos se tienen que sentirse mejor y sobre todo, mejor que ti misma, porque ellos son los que te siguen, son los que creen en ti.  Te vuelves, un poco, la guía en la vida y cargas con una responsabilidad muy pesada sobre las espaldas.  Cargas con la responsabilidad que esas ideas que tienes, tienen que tener buenos resultados, o por lo menos mejor que los problemas.  Cargas en tus hombros cualquier suspiro o silencio asumiendo que son señales de pena o melancolía.  Es tan difícil.
Deseamos una vida mejor.  Analizamos la que tenemos actualmente y algunas veces consideramos que es necesario que hagamos cambios para que las cosas puedan mejor.  Aunque a veces no es sólo que analizamos, si no que van pasando cosas que te obligan o te hacen sentir la necesidad que hay que hacer algo para salir adelante.  Pero entonces nos preguntamos ¿qué tenemos que hacer?  ¿Hasta dónde tenemos que llegar?  ¿Qué pasaría si…?  Pero no tenemos respuestas.  Sólo una frase que hace unas semanas me dijo una amiga “el que arriesga gana, más grande es el riesgo, más grande es la victoria”.  No me puedo quitar esa frase de la cabeza, mientras tengo miedo de pensar o analizar todas las ideas que pasan por mi cabeza.
Si luego de leer esto, concluyes que ya sabes lo que haré, casi te digo que no acertarás.  O quizá sí, sólo que yo, hasta ahora no sé qué hacer ni que sería lo mejor.  Sólo sé que esta semana por algunas cosas que han pasado, he visto otra vez la luz y la esperanza.  He recuperación la ilusión y esperanza creyendo que las cosas sí podrían cambiar y ser mejores.
Sólo sé que este es un año de cambios.  Tenemos que ajustar muchas cosas, valorar las cosas buenas que tenemos que realmente valen la pena.  Descartar las cosas que nos quitan tranquilidad y nos causan inseguridad.  Creer que todo puede ser mejor.  Siempre intento estar preparada para las circunstancias importantes que se van presentando, es decir tener un plan b, c, d… z… los que sean necesarios, para tener una idea de cómo actuar en determinados momentos.  Muchas veces tengo más planes de los necesarios y las circunstancias se acomodan de tal manera que podemos seguir adelante.
En fin, según los cambios vayan sucediéndose o estableciéndonos más, ya les iré contando.  Ya veremos que dice la vida y el destino, cuando finalmente echaremos raíces emocionales y físicas.
Estas etapas de incertidumbre desgastan mucho nuestra energía.  Nos agota emocional y psicológicamente.  Me gustaría ver en un sueño que sería lo mejor que se puede hacer, que mis señales sean claras para poderlas seguir con seguridad.  Así es la vida.  Finalmente siempre está llena de sorpresas y hagamos lo que hagamos nunca sabremos donde estaremos mañana ni que vayamos a hacer pero finalmente tenemos que aprender a pasar, sobrellevar y si es posible hasta disfrutar de estas etapas, que como todas, algo bueno nos dejará.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, yo vivo en Inglaterra por 16 años y no me siento en casa al 100% pero no me siento en casa en Peru tampoco ya, lo cual te da una sensacion extraña de lo que "sentirse en casa o en su lugar es" lo cual en la vida de muchas personas puede convertirse en algo relativo.

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  2. Hola July,
    creo que todos nos hacemos esta pregunta, tanto las personas que no pueden salir de su país de origen como las que han podido salir y probar. Quizás esa sensación de seguridad se obtiene en parte del lugar donde haz vivido las mayores alegrías, donde sientes que haz logrado avances personales y/o profesionales importantes. Es el país que te brinda oportunidades. Quizás en cada lugar dejamos raíces, queramos o no. Aunque extranio mucho mi Perú, mi apuesta es por el país donde vivo ahora, sin saber concrétamente cuánto tiempo nos quedaremos aquí. Alguna vez escuché que hay gente que de pensar constantemente que seguro hay algo mejor, no logra apreciar lo que tiene hoy. Como quien va en búsqueda del mejor restaurant. Te miras la carta de uno y piensas: el siguiente restaurant debe tener una mejor propuesta gastronómica. Y así te la pasas de restaurant en restaurant buscando la mejor carta pero no te decides. Hasa que de tanto buscar, te llegó la noche, estás agotado y sigues con hambre. En todo caso, sí estoy de acuerdo con no conformarse sólo porque es lo más cómodo y menos agotador. Deseo que encontremos ese lugar y momento en el cual podamos decir: aquí deseo echar mis raíces, profundas y fuertes. Muchos carinios! Norma

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