Cuantas veces deseamos tener otra vida en vez de la
que tenemos. Intento recordar lo que
creía que era la vida cuando tenía unos veinte años. ¡Qué recuerdos! ¡Cuántos planes! ¡Qué simple parecía todo! En esa época los planes eran muy
básicos. La idea era encontrar un
compañero para la vida y formar una familia, vivir la vida y ser feliz. Por otro lado, estudiar y encontrar “el”
trabajo que me permitiera desarrollarme profesionalmente.
Luego vives y te das cuenta que la vida es mucho más
que eso, todo es más complicado.
Consigues el compañero de tu vida y, aunque estás bien y te sientes
feliz, no todo es tan maravilloso como en “el mundo de mi pequeño pony”, según
dice mi hijo. Mientras estás estudiando
y buscando trabajo, pero ¿tienes una idea real de lo que quieres y estás
buscando? Después de mucho esfuerzo,
encuentras “un” trabajo y es que, es lo que hay en ese momento y hay que
cogerlo, porque la vida es así, no hay que desaprovechar las oportunidades.
Todo es así, una cosa nos lleva a otra. Gracias a ese trabajo que conseguimos pudimos
encontrar otro que parece mejor y de esta manera seguimos avanzando y superando
los obstáculos que se nos presentan.
Vamos luchando por lo que (creemos que) queremos, una y otra vez. Pero ¿cuándo tenemos la oportunidad de parar
un momento y mirar a nuestro alrededor para reflexionar sobre lo que tenemos
ahora y averiguar si es eso lo que queremos.
Siempre escuchamos historias de personas que
vivieron de una manera, como la vida se fue presentando o como se dieron las
cosas, pero su vida dio un vuelco, se puso de cabeza y en ese momento todo
cambió. Algo que parecía ser negativo se
convirtió en el punto de partida de una nueva vida llena de ilusión y
color. Una nueva etapa que renueva y hace
que uno se sienta feliz y más cerca del objetivo.
Desde fuera, los demás vemos con envidia la suerte
que esa otra persona ha tenido y como la vida le sonríe. Pero no es sólo eso, no es únicamente esa
oportunidad, bien aprovechada. También
es la creatividad, la capacidad de reinventarse y, sobre todo, mucho esfuerzo.
Ahora pienso que esa oportunidad la tenemos todos en
algún momento , pero que muchas veces no la vemos porque nos sentimos tan mal
por esa “mala suerte” que nos ha cambiado todo o por temor a lo desconocido,
por no ver más allá de lo que ya conocemos, simplemente por no arriesgar.
Quiero arriesgar, quiero jugármela por una
oportunidad de encontrar “eso” que me ponga de cabeza pero me haga ver la vida
con más color. No reniego de la vida que
tengo, ¡no, por favor! Pero sí que creo
que puede ser mejor.
¿Te atreves a aprovechar tu oportunidad y
convertirla en suerte?
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