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jueves, 12 de enero de 2012

En el mundo de los ciegos…

Hace unas semanas pensaba en las relaciones con otras personas y hace un par de días hablaba con una muy buena amiga sobre este tema también y es que llega un momento de que tenemos que rodearnos de personas que sean positivas para nuestra vida.  No quiero que se malinterprete la idea, ni piensen que sólo interesan determinadas personas por su “positivismo” o por conveniencia o por lo que puedas sacar a cambio ¡NO!  Pero es verdad que necesitamos tener cerca personas que nos ayuden y motiven a ser cada día mejor persona.  Una amistad es un intercambio de experiencias, ayuda, consejo, alegrías,  tantas cosas que van más allá de lo material, es más emocional que otra cosa.   Una relación no es en la que uno tira y tira del carro, mientras el otro va mirando el paisaje con el viento rozando sus mejillas, saludando a la gente pasar.  Una amistad es una relación de reciprocidad.  Hoy por ti y mañana por mí.

A lo largo de nuestra vida vamos conociendo muchas personas y de todas son muy pocas las elegidas para considerarse amigos.  En todo momento necesitamos en nuestro entorno personas que nos acompañen.  Es verdad que a veces tenemos amigos que están pasando un mal momento, andan con poco o mal ánimo.  En esos momentos es cuando nos toca ser la mitad que apoye y ayuda, pero siempre tenemos que ser la mitad de carga ni cargada.
Pero, ¿qué pasa si en determinado momento las cosas no están saliendo como queremos o deseamos y empezamos a tener alguna carencia o dificultad?  Va pasando el tiempo y de pronto miramos desde atrás hasta ahora y nos damos cuenta que han cambiado muchas cosas, hasta las personas que tenemos cerca, que son muchas veces personas que están en esa misma situación que nosotros.  Por algún motivo nos hemos alejado de personas que nos recuerden nuestras carencias o dificultades.  Es nuestro subconsciente que nos protege de lo que nos pueda causar dolor y al ser todos iguales, creemos no hacer sentir mal a nadie y sobre todo, no nos sentimos mal nosotros mismos.  Es un sistema de autoprotección válido, hasta cierto punto.
Otro ejemplo es una película que vi alguna vez, imagino que era  cómica, aunque ahora no recuerdo bien de que iba ni como se llamaba, pero había alguna escena en la que una chica, de apariencia normal, buscaba que sus amigas siempre sean más desfavorecidas o simplemente más feas que ella para así asegurarse de ser siempre la más guapa del grupo y tener más éxito con los chicos.  Es otra forma de protección del subconsciente, rodearse de personas con las que siempre podamos brillar y deslumbrar.  Aunque a veces es necesario no ser la persona más inteligente, guapa, acomodada o simplemente brillante del grupo, algunas veces es suficiente ser “normal” y acercarnos a otras personas que nos puedan ayudar a salir a flote, a ver las cosas desde otra perspectiva.  Es así como, con algunas personas somos nosotros los que tiramos del carro para apoyar y a veces tenemos que dejar que tiren un poco de nuestro coche para recuperar energías y retomar nuestra propia vida empezando a solucionar nuestros propios temas pendientes.

Aunque digamos que no, las personas siempre estamos comparando todo.  Entonces, comparamos nuestra vida, lo que tenemos, lo que nos falta y deseamos con la de estas otras personas que tenemos a nuestro alrededor y pensamos que finalmente somos afortunados de estar mejor o no tan mal o que nuestra vida en ese momento, a pesar de las dificultades no sea tan dura o difícil como la de otras personas que nos rodean.  Nuestro subconsciente nos protege y nos hace ver lo que tenemos y nos hace sentir afortunados o menos desafortunados, pero olvidamos nuestras propias necesidades y lucha del día a día por recuperar lo perdido o lo que nos hace falta.  No estoy diciendo que tenemos que abandonar a nuestros amigos cuando tienen problemas.  De ninguna manera, sólo digo que tenemos que ser conscientes de nuestras posibilidades, necesidades y como hemos comentado en la publicación anterior “caridad empieza por casa”.  En algunos casos nos creemos súper héroes, capaces de solucionar los problemas ajenos y nos olvidamos que nuestros propios que también requieren solución.
Durante los días de fiestas me pasó algo así.  Una persona a la que admiro mucho y me siento muy bien hablando con ella, se me acercó y me dijo “qué te parece si después de fiestas nos apoyamos y empezamos a hacer régimen (dieta) e intentamos bajar de peso…”  Me sentí bien, encontré apoyo en un tema que realmente sé que es importante para mi.  Entonces empiezas a comparar, a imitar, te sientes apoyada y te das un poco más de fuerza de voluntad para conseguir alguna meta.
Cuando nos preocupamos más por ser el súper héroe ajeno intentando solucionar sus problemas, se nos pasa y no nos damos cuenta que nosotros tenemos nuestros propios rollos, que tenemos que ser nuestro propio súper héroe, colgar la capa (de súper héroe) y coger el toro por las astas, asumiendo un nuevo reto, sabiendo que no estamos solos y tenemos apoyo.
Ya lo dice un viejo refrán “en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey”.  No seamos el tuerto del mundo de los ciegos, busquemos a los que ven mejor, para que nos puedan guiar y tirar de nuestro coche el rato que sea necesario, para que nos motiven y nos hagan ver que hay más cosas y que podemos salir adelante.
Ya por último, quería compartir una frase que escuché hace pocos días “La suerte no es más que haber aprovechado las oportunidades que nos pone la vida.  Si dejamos pasar las oportunidades podemos decir que tenemos mala suerte, pero si aprovechamos las oportunidades decimos que tenemos buena suerte”.  Entonces no dejemos de aprovechar cada momento, cada oportunidad y vivir cada minuto y así tendremos una vida llena de suerte para disfrutar y compartir.

miércoles, 4 de enero de 2012

Eres importante para mí

Ya van pasando los días festivos y aunque acá todavía nos queda la visita de Los Reyes Magos.  En la víspera iremos a ver la cabalgata, como los Reyes Magos y todo su séquito entran a la ciudad y luego por la mañana estarán los regalos o golosinas que los Reyes dejan a los niños.
No hay que negar que estos días navideños nos ponen siempre más sentimentales y analíticos emocionalmente.  Entonces luego de tanto análisis y más nos vamos dando cuenta de algunas cosas, que nos alegran el espíritu y otras que nos hacen notar que estamos quemando cartuchos en gallinazos.
Como alguna vez he comentado, es importante que todas las relaciones personales sean recíprocas.  No sólo es importante en las relaciones de pareja, es también muy importante en las relaciones familiares y amicales. 
Por regla general se asume que las relaciones familiares tienen que ser buenas, agradables, de lo mejor.  Pero conforme pasan los años nos vamos dando cuenta que no siempre es así.  Ya lo dice el viejo refrán “a los amigos los eliges y la familia te toca”.  Entonces muchas veces terminas tirando hacia tus amigos porque te das cuenta que tanto tu familia como tú mismo tienen diferentes prioridades en la vida y quizá por eso te unas más a los otros y es que pueden tener intereses comunes.  Aunque hay que decir que hay muchas familias que tienen una muy buena organización y hacen que las relaciones funciones a pesar de la diferencia de intereses y prioridades.
Aunque siempre he sido de la idea, de los que les digo líneas arriba, que las relaciones deben ser recíprocas en el cariño e interés, no había profundizado tanto en el tema hasta hace unas cuantas que conversaba con mi amiga Carolina Herrera y Jorge sobre las amistades, sentimientos, reciprocidad y todo eso.  Comentamos que uno tiene en la vida sus personas importantes, indispensables o en una sola y única palabra “prioritarias”.  Son aquellas personas con las que compartes cada cosa de tu vida, las cosas felices, las penas, los dolores y las alegrías, a las que llamas para contarles un proyecto y sobre todo porque quieres escuchar su opinión y comentario porque lo consideras importante para seguir tu camino y tomar tus decisiones.  No confundir con no tener capacidad de decisión o ser dependiente, hablo de esa voz que sabes que es incondicional y sobre todo objetiva, que te dice las cosas como son y así puedes decir lo mejor.
Es inconsciente pero se asume como obvio que así como tú consideras una prioridad a una persona, ya sea familia o amigo, esta persona también te considere alguien importante en su vida, te demuestre su cariño, afecto, te tome en cuenta.  Pero ¿qué pasa si de pronto te das cuenta que esa persona a la que tú consideras prioridad, a ti no te tiene entre sus prioridades?  Está claro que no podemos obligar este sentimiento ni decir a nadie que prioridades tiene que tener.  Pero realmente duele cuando te das cuenta que esos sentimientos que tú tienes por alguien no son recíprocos.
Es duro aceptar que no eres importante en la vida de alguien a quien tú estimas, pero tampoco es el fin del mundo.  Tienes dos alternativas, seguir por el mismo camino, desviviéndote por esa persona, sabiendo que ella no te tiene al mismo nivel o cambiar un poco tú actitud, sin pelear ni nada, pero reconsiderar tus prioridades.
La primera opción se puede considerar, en primera, la más correcta y honorable, pero seamos sinceros, también tenemos sentimientos y duele profundamente darnos cuenta de la no reciprocidad.  Entonces, la segunda alternativa termina siendo la más justa para uno mismo, porque de la otra manera, terminas viviendo para otros, pero no cuidas tus sentimientos y si no te cuidas tú mismo ¿Quién lo hará?
En la publicación anterior les decía que cada año nos da una lección de vida importante, es un curso intensivo de un tema que tenemos que mejorar para ser mejores personas.  OJO! Ser mejores personas no significa ser más caritativo, bueno o parecerlo, es ser uno mismo mejor persona, partiendo desde sí mismo, de nuestro interior, de la búsqueda de nuestro crecimiento y paz interior y luego transmitirlo a las personas de nuestro alrededor.
Entonces pienso que ya sea el último capítulo de mi lección del año pasado o el primero de este año, tengo que aprender a organizar mis personas prioritarias.  Hacer un repaso general a todos e intentar ubicar a cada persona en el lugar que realmente le corresponde, para que la relación sea recíproca.
Tengo que reubicar a muchas personas incondicionales que están ahí siempre para mí, para mis alegrías y mis rollos y sacarles el polvo de encima y darles un lugar importante.  Pero por otro lado, tengo que sacar mi escoba y limpiar mi vida de personas que me han demostrado claramente con sus actos y en algún caso hasta por escrito que en este momento de sus vidas, yo no formo parte de ellas.  Mi vida está pasando al lado de su vida, pero no se cruzan.
Ya le he dado muchas vueltas a este tema y es verdad, es necesario valorar a las personas que tengo cerca, a las que me quieren, lo demuestran y se preocupan por mi y los míos, a aquellas personas que comparten su vida conmigo.
El resto, bien, siguen teniendo un lugar en mi vida, claro, no podemos hacer un “delete” a nadie y tampoco tenemos que pelear, pero si podemos de alguna manera, alejarnos, como dicen acá “hacer que corra el aire”.  Este tiempo y la distancia nos hará ver las cosas de otra manera y quizá esa persona pueda sentir algún cambio y también analice la relación entre los dos.
La vida y las relaciones son muy complicadas.  Hagamos el intento de hacerlas más sencillas, accesibles, transparentes.  No estamos obligados a querer a todos por igual, pero si tenemos la necesidad de sentirnos queridos.  Tenemos que ser sinceros con nuestros sentimientos, tenemos que cuidar de nuestro cuerpo y de nuestra mente para lograr un equilibrio en la vida.
Espero que las personas que son prioridad en mi vida lo tengan claro.
Seamos felices!!! Disfrutemos de la vida y de las personas que nos rodean y quieren de verdad.