jueves, 10 de febrero de 2011

El efecto Aitana en mi vida

Cumplo con mi palabra, ahora les contaré como cambió mi vida con la llegada de Aitana hace poco más de un año y medio.
Justamente hoy cumple 20 meses.

Puedo empezar otra vez diciendo, que la llegada de un hijo te cambia la vida.  Pero la llegada de Aitana no sólo nos cambió la vida, la puso de cabeza.

Desde el día que nació, demostró tener una energía y fuerza increíble.  Se hizo esperar, en realidad pensé llegaría antes de la fecha probable de parto “FPP”, ya un mes antes empezaron las contracciones, pero bajé el ritmo de la rutina y decidió quedarse unas semanas más.  Así que llegó exactamente el día de la FPP y con las justas llegué al hospital que después de 24 horas de trabajo de parto, estaba en la fila esperando para presentar la tarjeta de la seguridad social para que me atendieran y rompí aguas.  Pedí la epidural pero me dijeron que ya era tarde, que el trabajo de parto ya estaba hecho y que sólo faltaba que Aitana saliera.  En menos de una hora entrábamos al paritorio, en menos de 10 minutos ya teníamos a Aitana en nuestras manos, en nuestros brazos.  Por fin pudimos verle la cara, conocerla después de haberla esperado con tanta ilusión por estos largos y a la vez cortos 9 meses.  Hasta ahora no puedo describir esa sensación, esa emoción.

Ya saben, a pesar que Aitana es la segunda, durante el embarazo y los primeros meses de su vida me sentía una madre primeriza por segunda vez.  Después de tantos años, cesárea vs parto natural, biberón vs lactancia materna todo me sonaba tan nuevo, tan lejano.  Tenía tanto miedo a lo nuevo.  Lo que esperaba era que el instinto maternal me guiara otra vez y bueno, lo importante es que se repetía el amor infinito.

Ella es una personita llena de energía y vitalidad.  Ya muchos lo saben, si no duerme hasta las 11 de la noche!  Pero es todo amor!

De pronto su llegada me hizo, otra vez reorganizarme, reinventarme, crear una nueva vida para ella, para sus necesidades.
Por más que digamos que no, siempre terminamos haciendo comparaciones.  Yo pensaba o asumía que la vida con Aitana sería parecida a la vida con Alberto.  Pero no!  Mentira!  Como les decía, con toda su vitalidad, es difícil seguirle el ritmo.  Me hace recordar el comercial del “conejito duracell”? He llegado a pensar que ha sido una visión futurista de lo que es ella, como si se hubieran inspirado en ella cuando lo hicieron.

Agradezco a Dios, a la vida la oportunidad de haber tenido a mis dos hijos con condiciones tan diferentes.  Ni mejor, ni peor, sólo diferentes pero cada uno con las mejores condiciones que el momento nos podía ofrecer para ser felices y seguir adelante.

Soy feliz teniendo la posibilidad de disponer de tiempo para que yo misma pueda hacerme cargo de ella, de los dos chicos.  A diferencia que con Alberto que tuve que ir a trabajar pronto, con Aitana pude quedarme unas semanas más en casa, además mi regreso al trabajo fue más suave, primero 4 a 5 horas al día que realmente se hacían mentalmente saludables y luego pues, según el trabajo y las necesidades del trabajo y la casa, hago lo que sea necesario para cubrir todas las responsabilidades domésticas y laborales.

A diferencia de la vida en Lima, que ya sabemos que es más cómoda y la mayoría de las veces con asistencia en casa, nos da tiempo para hacer más actividades para nosotros mismos, para disponer del tiempo que queremos para “nuestras cosas”.  La vida acá y en muchos otros lugares no es tan cómodo, pues hay que ser “uno mismo”.  Hacer sus cosas, trabajar, casa, familia, todo!

No quisiera que nadie se sienta ofendido por mi forma de expresar o ver las cosas ahora.
Comparando vida acá y la vida en Lima hay muchas diferencias.  Cada una con sus virtudes y defectos.  Lo que yo he sacado como bueno y considero una virtud de la vida acá es poder disponer del tiempo para mi marido, mis hijos, mi familia, mi casa.  He aprendido a valorar eso, a que mi hogar, mi casa sea “mi territorio”.  Aprendí a ser más madre, más pareja, más mujer, más “espabilada”.  Sí, sí! Para poder llegar a todo lo que una quiere, desea y se propone en tan solo 24 horas al día.
Al no poder apoyarte, en principio, en asistentas para que soluciones algunas tareas en casa, encuentras el tiempo para hacer todo y seguir viviendo y seguir disfrutando de tu vida y de todo lo que tienes.
Sigo siendo gritona, claro y ansiosa y desesperada, como siempre, sigo siendo yo misma.  Pero disfruto mucho de poder estar con los chicos en casa.  Disfruto de ir a la guardería a recoger a Aitana, escuchar su reporte cada tarde, aunque todavía no logro descifrar por completo su dialecto.  Disfruto mucho al verla disfrutar de la vida, de su vida.  Además de verle la cara cuando vamos a recoger a Alberto al colegio y desde que nos vamos acercando al colegio ya va gritando “eyyyyyyy tatooooooooo” (entiéndase que “tato” se dice a los “hermanos”).
Momentos como estos son lo que ahora ya no podría cambiar.  Son los momentos que, a pesar del cansancio físico, de la flojerita y de tantas otras cosas a las que el cuerpo no estaba acostumbrado, ahora con una sonrisa de los hijos se soluciona.
Pero hay que ser realista, esto cuesta mucho.  Cuesta mucha paciencia, mucho esfuerzo físico y desgaste emocional y personal, pero como decía mi abuela “sarna con gusto no pica… y si pica te rascas…”

Así como les digo, Aitana está llena de energía, es la “alegría del huerto”.  Va por toda la casa, habla todo el día y sólo necesita un poco de música para empezar a bailar.  A Alberto lo tiene en línea, lo marca muy bien.  Me llena de emoción cuando los veo juntos jugando a lo que sea, si le llamas la atención a Alberto, ella se pone al lado y te imita, pero eso sí, que otra persona se atreva a hablarle mal a su hermano o algo y salta!  Es mi niña, que es puro corazón.

Esta nueva aventura recién se está cuajando.  Cada día vamos conociéndola más, sabiendo que le gusta, que necesita.  Pero tiene su genio y como padres tenemos que ir formándola, domando un poco su carácter, pero siempre intentando demostrarle todo el amor que le tenemos.

Somos hijos de los mismos padres, nos criamos con las mismas reglas, costumbres, pero cada hijo asimila las experiencias familiares y vivencias de una manera especial y diferente.
Soy consciente de eso, los primeros años de cada uno de los chicos ha sido completamente diferente, pero deseo de todo corazón que al final, sus sentimientos, recuerdos, experiencias, sean de amor, de unión, de recuerdos positivos que luego puedan transmitir a sus propias familias.

Gracias por seguirme una vez más.  Espero te haya gustado.