Mostrando entradas con la etiqueta sorpresa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sorpresa. Mostrar todas las entradas

jueves, 2 de mayo de 2013

Lista de regalos


Hace unos días mi mami me hizo una pregunta, que a primera vista sería súper fácil de responder: “July, dime ¿Qué quieres de regalo de cumpleaños?  Dame una lista para ir viendo que te regalamos.”  ¿Quién no tiene una listita mental de cosillas que quisiera que le regalen?  Así, rápidamente es una pregunta sencilla, de esas que no tienes que pensar la respuesta.  Ahora mismo, estoy segura que más de uno se ha detenido a pensar que respondería si le hicieran esa misma pregunta.  Obvio que estamos hablando de regalos normales, que para los sueños, en plan “yo quisiera” pues eso son, sueños y llegarán cuando tengan que llegar, por ahora aterrizamos y volvemos al mundo real.
Ya pasaron varios días y aún sigo pensando que pondría en mi lista.  Sí, sí, es fácil.  Puedo empezar por algo de ropa, zapatos, algún perfume, que nunca caen mal, o mejor dicho, siempre caen bien.  Aunque también podríamos añadir algún abalorio para ir adelantando la pulserita esa o algún complemento.  Sí, sí, tampoco estaría mal.  Es que en general, hay tantas cosas que quizá ahora mismo no tengo en mente, pero realmente me caerían bien y sobre todo me harían muy feliz.  Y es que, como escuché decir a una señora, que estaba delante de mí en una tienda en la época de Navidad “Es que yo soy bien agradecida, todo me va bien.  Me alegro mucho con recibir un regalo y sea como sea intento darle uso y disfrutarlo”, pues eso mismo, yo también.
Y volviendo al tema.  Estuve pensando que podía querer o necesitar ahora para ser un poco más feliz.  Ya, claro, es diferente lo que uno puede “querer” de lo que uno puede “necesitar”.  Quizá lo que pueda “querer” es un poco más banal, más antojo, más mundano, quizá un capricho.  Y lo que pueda necesitar, pues bueno, es eso, necesidades más que otra cosa.
La verdad es que mi primera respuesta rápida, acompañada de un suspiro, iba a ser algo así como “lo que me gustaría de regalo para este año no lo venden en ningún lugar y creo que tampoco hay dinero que lo pueda pagar”.  Y es que lo que quiero es una familia feliz, salud, tener un trabajo que me permita vivir dignamente mientras me desarrollo personal y profesionalmente y que me dé el dinero suficiente (no riquezas) para vivir con tranquilidad.
Entonces, ahora pienso que gran parte de esas cosas ya las tengo.  Y lo que no tengo ahora tampoco es algo que yo pueda controlar.  Lo que falta llegará con fe, esperanza e ilusión en que las cosas recuperarán su ritmo y fluidez en cualquier momento, que la estabilidad y tranquilidad volverán.
Así que, como ya viene mi día y es como mi año nuevo personal, lo tomaré como un nuevo comienzo.  No tengo planeado ningún cambio importante, simplemente reforzar la fe y la ilusión y tener una mejor actitud ante la vida para afrontar de la mejor manera lo que me toca vivir hoy.  Sé que el mañana será diferente, será mejor.  Esta etapa (que se va haciendo larga) ya pasará.
Y sobre la lista, pues nada, estoy como al inicio, empezaré a pensar otra vez a ver que puedo querer, eso querer, algún gustito, algún caprichito.  Tengo claro lo que necesito y lo que tengo y ahora mismo soy feliz.

viernes, 4 de mayo de 2012

Echando raíces

¿Cuándo podemos decir que estamos en el lugar exacto donde nos sentimos realmente a gusto con nosotros mismos, con nuestras vidas como para echar raíces y desear no movernos más?
Aunque realmente pienso que esa sensación no llegará jamás pues siempre deseamos algo más, queremos un poco más de la vida y por lo tanto queremos ir avanzando, creciendo, desarrollando y estamos en la eterna búsqueda de la felicidad y satisfacción absoluta.  Pero quizá si nos sentimos muy bien durante una buena temporada ya podemos sentir que, en ese aspecto de la vida, hemos encontrado la felicidad y podemos establecernos.
Recuerdo una conversación con una amiga del colegio.  Yo todavía vivía en Lima y ella llevaba varios años viviendo en Alemania y un día mientras hablábamos de nosotras y nuestras vidas me dijo que a pesar del tiempo que iba viviendo en Alemania, aún no sentía que ese era “su lugar”, ese lugar para poder echar raíces y querer establecerte para siempre.  Que sentía que todavía tenía que seguir buscando “ese” lugar adecuado para ella, sus planes, sus sueños.  Luego vivió una temporada en España y finalmente ahora está en Lima otra vez.  Hoy me pregunto si finalmente encontró “su” lugar o si todavía tiene la necesidad de seguir buscando.
Es complicado ¿no?  Mientras estás solo, eres más libre para arriesgar, coger tus cosas e ir de acá para allá, planteando nuevas metas y persiguiendo los sueños, sintiendo que no tenemos límite porque el propio mundo no tiene límites.  Si llegas al final siempre puedes volver a empezar, así hasta que llegues al lugar adecuado.  ¿Pero qué hacer cuando tu decisión afecta también la vida de más personas?  Ya no es tan fácil arriesgar.  Ya tienes que pensar que todos se tienen que sentirse mejor y sobre todo, mejor que ti misma, porque ellos son los que te siguen, son los que creen en ti.  Te vuelves, un poco, la guía en la vida y cargas con una responsabilidad muy pesada sobre las espaldas.  Cargas con la responsabilidad que esas ideas que tienes, tienen que tener buenos resultados, o por lo menos mejor que los problemas.  Cargas en tus hombros cualquier suspiro o silencio asumiendo que son señales de pena o melancolía.  Es tan difícil.
Deseamos una vida mejor.  Analizamos la que tenemos actualmente y algunas veces consideramos que es necesario que hagamos cambios para que las cosas puedan mejor.  Aunque a veces no es sólo que analizamos, si no que van pasando cosas que te obligan o te hacen sentir la necesidad que hay que hacer algo para salir adelante.  Pero entonces nos preguntamos ¿qué tenemos que hacer?  ¿Hasta dónde tenemos que llegar?  ¿Qué pasaría si…?  Pero no tenemos respuestas.  Sólo una frase que hace unas semanas me dijo una amiga “el que arriesga gana, más grande es el riesgo, más grande es la victoria”.  No me puedo quitar esa frase de la cabeza, mientras tengo miedo de pensar o analizar todas las ideas que pasan por mi cabeza.
Si luego de leer esto, concluyes que ya sabes lo que haré, casi te digo que no acertarás.  O quizá sí, sólo que yo, hasta ahora no sé qué hacer ni que sería lo mejor.  Sólo sé que esta semana por algunas cosas que han pasado, he visto otra vez la luz y la esperanza.  He recuperación la ilusión y esperanza creyendo que las cosas sí podrían cambiar y ser mejores.
Sólo sé que este es un año de cambios.  Tenemos que ajustar muchas cosas, valorar las cosas buenas que tenemos que realmente valen la pena.  Descartar las cosas que nos quitan tranquilidad y nos causan inseguridad.  Creer que todo puede ser mejor.  Siempre intento estar preparada para las circunstancias importantes que se van presentando, es decir tener un plan b, c, d… z… los que sean necesarios, para tener una idea de cómo actuar en determinados momentos.  Muchas veces tengo más planes de los necesarios y las circunstancias se acomodan de tal manera que podemos seguir adelante.
En fin, según los cambios vayan sucediéndose o estableciéndonos más, ya les iré contando.  Ya veremos que dice la vida y el destino, cuando finalmente echaremos raíces emocionales y físicas.
Estas etapas de incertidumbre desgastan mucho nuestra energía.  Nos agota emocional y psicológicamente.  Me gustaría ver en un sueño que sería lo mejor que se puede hacer, que mis señales sean claras para poderlas seguir con seguridad.  Así es la vida.  Finalmente siempre está llena de sorpresas y hagamos lo que hagamos nunca sabremos donde estaremos mañana ni que vayamos a hacer pero finalmente tenemos que aprender a pasar, sobrellevar y si es posible hasta disfrutar de estas etapas, que como todas, algo bueno nos dejará.