Este lunes 10 de Septiembre Aitana empezará 1º de infantil. ¡Sí! El tiempo pasa muy rápido y ya se acabó la etapa de bebé de guardería y ahora empieza “el cole de grandes”. Cuantos planes, cuántas ideas, que ilusión, cómo será todo, como se desarrollará en el colegio y cómo nos vamos a organizar y adaptar ahora a la nueva rutina de ella y de la familia.
Aitana va a la guardería desde que cumplió poco más de un año. Al final ha hecho 2 años seguidos de guardería. Durante estos dos años ha tenido diferentes jornadas que se han ido variando y adaptando según iban cambiando las rutinas en casa. Al principio iba sólo unas cuatro horas por la mañana, pero luego fuimos aumentando horas, añadimos comedor y poco a poco hasta que durante una temporada ha estado casi nueve horas al día. Y es que, seguro más de uno pensará que son demasiadas horas para una niña pequeña, pero finalmente y como dicen por aquí “es lo que hay”. Eso de compaginar la vida laboral con la familiar no siempre es tan fácil. Finalmente tenemos que trabajar y aunque a veces nos organizamos y compaginamos de una buena manera, no siempre se puede todo y tenemos que ir buscando otras soluciones. Finalmente la rutina estaba organizada, lo importante era ir solucionado las eventualidades, una por una, semana por semana y así cada vez.
Y ahora sin darnos cuenta, esa temporada de guardería y flexibilidad ya pasó y empezamos una nueva etapa con más festivos, más vacaciones y un horario más “cerrado”.
Desde abril empezamos la aventura para la esperada escolarización y obtener una plaza en el colegio de nuestra preferencia. Brevemente les comento como va esto de elegir un colegio. En los colegios públicos y concertados todo funciona por puntaje. Por ejemplo, tener hermanos ya en el colegio, vivir en una zona determinada, vivir en el “km cero”, es decir súper cerca, si los padres trabajan en el colegio y más, te van dando puntos y entras por puntaje, pero si hubiera un empate y las plazas no serían suficientes para todos, vas a sorteo.
Así fue como obtuvimos plaza en el colegio que queríamos para Aitana. Y luego en mayo y junio reuniones para unas cosas y luego para otras. La última reunión a tuvimos la semana pasada para explicarnos cómo será el inicio de clases. Yo ya había escuchado antes a muchas personas que hablaban del “periodo de adaptación” pero la verdad es que no lo tenía muy claro como era. Pues en esta última reunión vi todo con claridad. No lo podía creer.
La primera semana de clases, el lunes van sólo una hora y de martes a jueves ya van más tiempo para que se adapte poco a poco y ya van una hora y cuarto. Sí, sólo quince minutos más que sinceramente, yo no veo que haga una diferencia real. Y el viernes ya van cuatro horas. Pero eso no es lo más interesante de este periodo de adaptación. Y es que esta semana tiene que haber un adulto disponible para que esté en el colegio mientras el niño está en el colegio. ¿Se lo pueden creer? El adulto tiene que ir y estar en clase sin participar pero como punto de referencia para que el niño haga lo que la profesora diga, pero siempre se sienta acompañado. Entonces los dos primeros días es estrictamente obligatorio que estén dentro de la clase y para el miércoles y jueves según vaya adaptándose el niño, la profesora ofrecerá al adulto que salga de clase para probar como le va al niño sin tener su punto de referencia. La idea es que el viernes que ya van cuatro horas el niño ya se pueda quedar solo en el colegio. Pero claro, sólo si el niño se ha adaptado lo suficiente.
La profesora nos explicaba y repetía lo importante que es el periodo de adaptación para el niño, para los padres y para los profesores. Que teníamos que pensar que es un cambio para el niño empezar esta nueva etapa y que aunque no lo expresen, les crea cierto grado de ansiedad y que es bueno que vea como es todo poco a poco. Hizo una comparación, para que entendamos mejor la sensación y decía es como un adulto cambia de trabajo y el primer día no sabe ni cuál será su mesa, ni cómo serán los compañeros, la rutina y normas de la empresa y que como adultos sabemos cómo lidiar y superar este momento, pero que los niños no. Como ejemplo me pareció válido. Es cierto, si intentamos recordar nuestro primer día de trabajo en una empresa nueva, tenemos tantas preguntas, curiosidades y pensamientos que nos crean ansiedad y a veces hasta angustia.
Sinceramente y luego de casi 40 minutos de explicación por parte de la profesora (que me cayó muy bien) yo no comparto claramente este periodo de adaptación. No creo que realmente marque la diferencia si un niño empieza el colegio de esta manera, tan poco tiempo y que sea sólo como una degustación. Pienso que aunque no tengan noción de la hora y del tiempo, como decía la profesora, en una hora tampoco hay mucho que puedan hacer y acostumbrarse. Considero que igual les causa más confusión empezar el colegio sólo por un ratito. Finalmente, tanto los niños como los adultos somos seres de costumbres y a algunas cosas nos acostumbramos mejor y a otras no tanto, pero finalmente nos acostumbramos a todo.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que la mayoría de los niños vienen de guarderías y que ya están acostumbrados a pasar jornadas separados de sus padres y por varias horas.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que la mayoría de los niños vienen de guarderías y que ya están acostumbrados a pasar jornadas separados de sus padres y por varias horas.
Sé que también hay niños que sí es su primera separación de los padres y que quizá para ellos sí sea más necesario este periodo. No pretendo que se hagan diferencias entre los niños, pero tampoco pienso que hay que sobre valorar este cambio de rutina en la vida de los niños, quizá simplemente con ser más flexibles los niños a los que les pueda costar más esta nueva etapa. Pero es que si lo pensamos bien, hasta los niños que han estado en guarderías, ni en las guarderías hemos pasado por este periodo. Los entregas en la puerta y no puedes entrar ni nada para no distraer ni alterar la rutina propia de los niños.
Entonces, yo me pregunto, qué pasa con todas las personas, anteriores a esta generación que analizamos tanto, que empezábamos el colegio de una sola vez, como los valientes. Nuestros padres nos dejaban en la puerta del colegio y nosotros entrabamos ya solos nuestro nuevo territorio, a nuestra clase, a conocer a nuestros nuevos compañeros y profesora y lo que venga. Los que eran llorones, pues lloraban, como tenía que ser, otros entrábamos más felices para ver todo lo nuevo que había. Nunca he escuchado de nadie que tenga algún trauma especial y profundo por el primer día de clases. Y es que es así. Es parte del proceso, de crecer, de empezar nuevas etapas.
Por otro lado y cogiendo lo positivo de lo que nos pasa, cuántas veces hemos deseado poder ser invisibles o poder reducirnos tanto como para poder estar en la clase de nuestros hijos sin que ellos nos vean para ver cómo se desarrollan, cómo se comportan, cómo es en su entorno escolar y más. Y ahora tenemos esta oportunidad, que obviamente (además de ser obligatorio) aprovecharemos y disfrutaremos. Ya nos hemos organizado para poder pasar esta semana en el colegio y acompañar a Aitana en esta nueva etapa. Pero luego, saldrá y como la rutina familiar continúa, tendremos que dejarla en la guardería (a la que iba antes) para que coma con ellos y espere las 4.30 de la tarde para que mi padre la pueda recoger.
Será un inicio de “cole de grandes” diferente, pero estoy segura que estará bien y que lo disfrutará mucho y luego en las siguientes semanas, cuando vayamos haciendo una rutina y ampliando las horas en el colegio será cada vez mejor.
Ya les contaré en alguna otra publicación como fue el famoso periodo de adaptación y como nos ha ido en esta nueva etapa.