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miércoles, 2 de septiembre de 2015

La fuerza de mi abuela


La mayoría de veces hablo de mi abuelo y de sus palabras y consejos llenos de sabiduría que derrochaban paciencia.  Pocas veces hablo de mi abuela, a pesar que la quise mucho y la tengo siempre en mi corazón y en mis recuerdos.  Ya dicen que si te acuerdas de una persona que ya partió, la mantienes viva.

Fuente: de las fotos del recuerdo
Esta vez les hablaré de ella, de mi Mamama Iris y de su fuerza.
No me refiero a su fuerza física, aunque yo creo que la tenía aunque le gustaba sentirse una “señorita mimada”.  Con su estrategia de aparentar fragilidad y debilidad (física), quería llamar a la atención de quien estuviera cerca para que la ayudara, así se sentía interesante y (más) querida.

Siempre recuerdo que era muy vital y alegre.  Era también muy sociable, viendo a quién podía visitar y organizando lo que sea en su casa para poder conversar con sus primas y amigas ofreciéndoles ricos manjares.

En estas aventuras nos arrastraba a todos los que estábamos cerca con la excusa de “llévame”, “acompáñame”, “ayúdame”.  Siempre te pedía que la llevaras a alguna parte, que te pudiera interesar hacer, pero según salías de su casa, te iba añadiendo destinos intermedios durante todo el camino que ya, seguramente, no te interesaban.  Si simplemente hubieras conocido su agenda, no hubieras aceptado.  Así que si saliste de casa planeado regresar en un par de horas, ¡olvídate!  Esta aventura te podía tomar toda la tarde, de casa en casa, de charla en charla y lo que dé de sí cada visita.

Otra cosa que siempre recuerdo es cuando decía que la comida se tenía que servir y ver bonita, agradable a la vista, pero nunca decía nada del sabor.  Experimentaba mucho con recetas que veía en las revistas o televisión, en esa época serían las de “Teresa Ocampo y su cocina”, buscaba las más originales y extravagantes y las preparaba.  Al final los platos le salían, pero de sabor, un poco catastrófico, pero eso sí, ¡lindos!

Otra cosa que siempre recuerdo de ella es que tenía algunas frases “antiguas” (ya para esa época).  Uno de sus dichos era un poco puñetero, no lo diré públicamente porque no quiero herir susceptibilidades, por si alguien lo había escuchado, no quiero que nadie lo recuerde. Nada de herir susceptibilidades.  Cuando era pequeña me reía mucho porque a mí me tocaba el lado positivo de la frase y me hacía sentir especial.  Pero cuando lo entendí, ¡wow con la abuela!  Yo la hubiera mandado muy lejos, sólo para empezar.


Regreso, que me pierdo muy rápido entre mis recuerdos y de eso no era lo que les iba a contar, aunque todo lo recuerdo con mucho cariño.  En fin, sigo, una de las cosas que me acuerdo durante es que mi Mamama Iris siempre afirmaba, con certeza, que no moriría hasta pasar por tres experiencias vitales para ella y después de eso, Dios se la podía llevar cuando quiera.  Las tres experiencias eran: 1º Tener un@ bisniet@, 2º Verme casada y 3º Viajar a Europa, especialmente a Santander en España, donde había nacido su padre.  Esto lo repitió durante toda su vida o por lo menos desde que yo tengo recuerdo.  Finalmente se dieron estas tres situaciones durante dos años, más o menos entre el 1996 y 1998, había completado sus tres requisitos para poder morir en paz, como ella decía.  Aunque en 1992 le descubrieron y curaron (según dijeron los médicos) un cáncer, pero en 1996 durante su

viaje a Europa, en el que visitó Santander, además de muchos otros lugares míticos en Europa.  Al parecer fue el principio del fin, no se encontraba bien, pero lo disfrutó al máximo.  Al regresar a Perú, fue al médico para que la revisaran y le diagnosticaron otro cáncer.  Tenía una fuerza increíble para luchar por intentar ganar a esta enfermedad.  Se sometió a los tratamientos que le iban recomendando, pero con una actitud que sólo por eso merecía ganar.  Durante varias semanas tenía que estar ingresada en el hospital del cáncer en Lima para recibir su quimioterapia.  Al terminar cada dosis regresaba a casa y según iban apareciendo los efectos secundarios, ella intentaba recuperar todo el tiempo “perdido” durante su estadía en el hospital.  Tenía planeado a quienes visitaría, que cosas quería hacer en su casa o ir de compras.  Algún día a la semana disponía de un carro y chofer de uno de mis tíos ponía a su disposición para hacer todas sus gestiones.  Con mentirijillas salía de casa diciendo que visitaría alguien o alguna cosa “light”, que no le generaba mucho esfuerzo físico para cuidar su salud y recuperación.  Pero al salir y subir al carro informaba al chofer que tenían un recorrido completamente diferente y que para empezar irían a Gamarra a comprar ropa.  Para los que no conocen Gamarra, es una calle que hace muchos años se hizo muy famosa (y lo es hasta ahora) porque era la zona en la que se fabricaba y comercializaba ropa de algodón de muy buena calidad, entre otras cosas, pero estaba ubicada en un distrito de Lima muy peligroso y había el peligro que te puedan robar.  Entonces la aventura del día se había convertido de una mañana de primas y tés a una arriesgada mañana de compras en plan safari.  Ella era así.  No quería quedarse en la cama llorando sus penas.  Luchaba cada día por mantenerse activa y sentirse más fuerte que su enfermedad.  No sé si su filosofía de cómo llevar esta etapa de su vida era así porque ella se lo creía o simplemente nos quería transmitir a los demás fuerza y ganas de luchar cada día.

Alguna vez he pensado que si durante mi vida tuviera que afrontar una enfermedad así, quisiera que mi abuela, mi Mamama Iris, me transmita toda su fuerza y ganas de seguir luchando cada día y sobre todo de creérmelo.


Es importante la actitud con la que enfrentamos las dificultades que se nos presentan en la vida.  Es verdad que en algunos momentos no todo sale como hubiéramos deseado, pero tenemos que recordar que somos capaces de encontrar en nuestro interior la fuerza necesaria para enfrentar esa situación.

Después de luchar durante dos años contra este segundo cáncer, mi Mamama nos dejó.  Pero no se fue, al recordarla cada día, sé que ella sigue vive en mi corazón y al contar historias a mis hijos, hago que ellos conozcan su vida, sobre todo su ejemplo de lucha constante, día a día.

Sólo algo más y breve, les recomiendo leer este artículo, que tiene algo que ver con este tema, es muy motivador.

sábado, 3 de marzo de 2012

Tanto queda por aprender

Después de tantos años viviendo en España, aunque lo de “tantos” es muy relativo.  Para algunas personas 6 años les puede parecer como “sólo 6 años” y a otras les puede parecer una eternidad, esto es como todo, depende quien lo mire y con qué ojos.  Pero como decía, llevo tantos años por aquí que he tenido la oportunidad de aprender muchas cosas, aprender de las personas, de la vida, del trabajo, de la sociedad, creo que no es posible terminar de enumerar todo lo que uno aprende sólo con cambiar de país y eso que España es bastante latino, de algún sitio hemos heredado muchas costumbres.
He tenido que aprender otro idioma, “español de España”.  He dejado de utilizar el “ok” como conformidad y empezar a usar el “vale”.  Al caerme sentada, ya no me caigo de “poto” si no ahora me caigo de “culo” aunque me duele la misma zona del cuerpo.  También he aprendido a expresarme diferente sobre todo sin esa forma tan latina que tenemos de enrollarnos como persianas para dar una respuesta, ahora intento ser más concreta “sí” o “no” sin dar muchas explicaciones, salvo que sea estrictamente necesario.  Me he topado con algunas personas tiene una manera muy clara de demostrar que con una respuesta clara y concreta les es suficiente y que el rollo siguiente no les interesa.  Me he tenido que acostumbrar a que los domingos no abren los centros comerciales, tiendas, bancos ni nada.  Más aún, que los bancos sólo están por las mañanas, salvo un banco en algún centro comercial que también está por las tardes.  Para lo demás tienes que organizarte bien o dejarlo para el sábado.  Por otro lado, ahora conduzco con mayor tranquilidad y menos agresividad.  No tengo que ir a la defensiva intentando que un taxi o combi me cierre el paso de pronto o evitar caer en algún hueco.  Vas más tranquila, aprendí el significado real de las líneas en las pistas, cada uno en su carril y hay que respetarlo.  También voy más tranquila por la calle, aunque la paranoia es difícil de perderla.  Cuando siento que alguien viene detrás inmediatamente me giro, mis sistemas de seguridad y autoprotección se ponen en alerta y mi paranoia se activa, bajo la velocidad al andar, me hago a un lado y simplemente dejo pasar a la persona, respiro profundo y sigo andando.  Es una pena que esas cosas no las podamos apagar con un switch de la cabeza y estar relajada.
También he podido conocer muchas personas y con una forma de pensar diferente a la nuestra, está claro que todos pensamos diferente, pero a pesar de ser de cultural similares hay muchas cosas que nos diferencian.  Cuando recién llegué, a las personas que conocía llamaba mucho la atención o a algunas personas les costaba entender cómo había podido dejar mi país, mi familia, mis amigos, mi entorno para viajar al otro lado del mundo y empezar una nueva vida aquí.  Intentaban plantearlo como una alternativa para ellos mismos, pero no lo veían posible.  Luego entendí que los latinos tenemos siempre la idea y posibilidad de migrar en la cabeza, es algo que viene con nosotros, en nuestro sistema operativo, es una alternativa que siempre tenemos, como un plan B.  Es algo que lo llevamos dentro, no sé por qué, quizá tenga ver con la situación política-social-económica de nuestros países y que se transmite de generación en generación y siempre tenemos esa puerta abierta.  Aquí en España se escucha ahora a más personas que ya consideran salir de España en busca de trabajo y mejores alternativas, como nosotros.  De todas estas personas, hay tantas que son tan abiertas y amablemente te permite entrar en su entorno y así empezamos a hacer nuevos amigos.  Todos tenemos que estar abiertos a conocer nuevas personas y de todas estas personas nos quedaremos con pocos nuevos amigos.
Puedo decir rápidamente que la vida fuera de nuestro país es dura o difícil porque necesito de mi familia o amigos en determinados momentos, pero también me ha enseñado a buscar dentro de mí la fuerza necesaria para salir adelante, para intentar hacer realidad los sueños y metas que me voy planteando en lo que llevo de vida y poder afrontar todos los problemas y dificultades que se han ido presentando a lo largo del camino.  Me ha enseñado a estar y mantenerme más unida a Jorge y los chicos.  Agradezco también a Dios y a la vida que mis padres también están acá.  Somos una familia y finalmente nos tenemos los unos para los otros y eso se aprende sólo viviendo la vida.
He aprendido mucho, muchísimo de la sociedad, de la particular forma de ser y llevar la vida, además he aprendido mucho de las personas de su forma de ser.  He aprendido el valor de la lealtad y amistad verdadera.
Todavía queda tanto por aprender.  Nunca terminaré de aprender de cada situación que vivo y de cada persona con quien me topo.  De las personas intento sacar lo mejor, lo que me puede servir como ejemplo para intentar ser mejor cada día, pero tristemente también nos topamos con personas que nos sirven de ejemplo de las cosas que no debemos hacer, que no debemos repetir.  También tenemos que agradecer por encontrarnos con estas personas porque también nos enseñan de qué manera no debemos ser o de qué manera no debemos actuar.
De las situaciones aprendo cada día la causa, su efecto y las consecuencias.  Aprendo que me afrento día a día a muchas situaciones y muchas veces voy superando problemas que en un inicio pienso que no seré capaz o dude de mi propia fuerza interior.  No dejo de luchar y seguir planeando y teniendo planes, pero también pienso que si las cosas no salen como yo quiero o pienso será lo mejor, es porque Dios tiene preparado algo mejor para mí y tengo que tener paciencia y seguir luchando por mis sueños que todo se irá acomodando para que todo fluya como tiene que ser para tener una vida tranquila.
No dejaré de tener planes, de aprender de la vida y las personas que conozco, de vivir cada día disfrutando como si fuese el último e intentar que mañana sea mejor que hoy.