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viernes, 15 de diciembre de 2017

Me perdí

Pero ya me encontré

 
¿Cómo explico este sentimiento?

Sé que desde hace mucho tiempo no publico nada y, aunque lo intentaba y tenía algunos apuntes en mi libreta, no lograba callar las voces que gritaban alteradas en mi cabeza y que no me permitían escuchar con claridad lo que me querían decir.  Estaba confundida, buscando ocupar mi tiempo para no escuchar lo que mis pensamientos querían gritarme.  ¡Reacciona!  Las emociones me afectan mucho cuando se trata de poder escribir (o no).  Este es el motivo por el que algunas veces me pierdo, pero esta vez, después de trabajar duro en mis capas más profundas, por fin me encontré.  ¡No fue fácil!  

¡Sí se puede!
Lo primero que tuve que hacer fue aceptar que estaba en uno de esos momentos donde tienes que repasar y revisar muchos aspectos mi vida y desde ahí empezar a trabajar aspecto por aspecto, punto por punto.  Por suerte, este trabajo interior no lo tuve que hacer sola, siempre se presenta alguien en tu vida en el momento exacto y es la personas o personas que me han ayudado con este trabajo interior con una frase de apoyo, diciendo las palabras adecuadas y, sobre todo, hablando desde un punto de vista objetivo y positivo.  Al principio me costó ver claramente lo que tengo delante mí, cuáles eran mis sueños, mis metas, qué tan lejos o cerca estoy de hacerlas realidad y si realmente estoy en ese camino o si he tomado algún desvío temporal o definitivo.

Entendí que me había perdido entre mis pensamientos, mis deseos, mis sueños y mis metas.  Me perdí intentando encajar donde no siempre encajaba.  Me perdí siendo alguien que no era.  Me perdí ahogada por la vida diaria, las responsabilidades, intentando cubrir (muchas veces de manera infructuosa) las necesidades de otros, anteponiendo su felicidad a la mía, me perdí cuidando a otros, me perdí dejando de sentir, me postergué hasta la última posición, dejando siempre un sitio libre delante de mí por si surgía algo más urgente.

Entendí cosas que de mí misma que ya no recordaba.  Duele crecer, duele entender, pero después de esa etapa oscura, viene la luz, la claridad.  Entendí que tengo que encontrar mi lugar, mi entorno, uno que me genere paz interior y que me motive.  Entendí que la mi vida es hoy, no ayer, ni mañana.  Me di cuenta que sufro de eso, de vivir pensando en el mañana sin darme cuenta de lo que tengo hoy.  Aunque que tengo alguna conversación y abrazo pendiente, el pasado lo tengo bastante superado.  Mi problema real siempre ha sido el mañana, adelantarme a lo que podría pasar, como si tuviera una bola de cristal que me muestre claramente cómo será el día de mañana.  Me di cuenta que hasta ese momento mi cuerpo y mi YO interior eran dos seres independientes, que no se relacionaban, se habían peleado.  Mi cuerpo daba señales de que seguía ahí a través del dolor.  Mi mente me recordaba que seguía ahí planeando el mañana, siempre mañana sin creer realmente que pueda llegar “ese” día.  Entendí finalmente que YO tengo que vivir mi vida y no permitir más que los días pasen sin darme cuenta, sin vivir, sin respirar, sin sentir.

Mi frase es “Aquí y Ahora”.  Disfruto de las pequeñas cosas de la vida, que son las que realmente me hacen sentir feliz y realizada cada día.  Recordé que yo ocupo un lugar importante en mi vida.  Recordé mis sueños, proyectos, mis metas a corto y largo plazo.  Recordé que si yo estoy bien, puedo preocuparme por otros.  Recordé lo que es SENTIR.


Este post ha sido como un tapón, sentía la necesidad de contarles por qué me perdí y después de este artículo estoy segura que empezarán otra vez a fluir otros.  Es una etapa de luz.

Y volvemos a esos lugares donde todo está en paz



lunes, 24 de octubre de 2016

Un sueño muy real



Anoche fue una de esas noches en las que me fui a dormir más pronto de lo habitual, quise estar en la cama, la primera noche con el edredón de plumas y quería disfrutarlo viendo televisión desde la cama y calentita.

En fin, me puse algún programa en la televisión que ahora mismo ya no recuerdo bien cuál era.  ¿Será que me estoy haciendo mayor? O, simplemente puse cualquier cosa por pasar el rato o estaba cansada y media dormida y por eso no me acuerdo.

Me quedé dormida en algún momento, pero de pronto, y no sé por qué, me desperté sobre las 2 de la madrugada.  Hice un recorrido viendo dónde estaban todos porque Jorge, mi esposo, no estaba en la cama.  Él recién se estaba preparando para irse a dormir.  Apagué la televisión, que aún seguía encendida y media vuelta y a seguir durmiendo.  Como todos, al despertarme, no siempre recuerdo los sueños que tengo y creo que, siempre soñamos algo, sólo que, por lo que sea, algunas veces los recordamos más y otras veces no tanto o sólo “escenas” puntuales de nuestros sueños.

Ya por la mañana, cuando se despertó mi hija, se me acercó, aún soñolienta, y me dio un súper abrazo, de esos que sólo tus niños te pueden dar.  Casi se me puso la piel de gallina al cerrar los ojos y sentir su abrazo y recordar perfectamente mi sueño y la sensación que sentí durante el sueño.



Resulta que mi sueño iba de una fila, una larga fila para saludar a alguien en una Iglesia, lo que no tiene mucho sentido, porque no se trataba de algún acto religioso.  Era muy raro, no recuerdo lo anterior o cómo y por qué llegué ahí, sólo recuerdo que estábamos en una fila porque había alguien famoso o importante (que no siempre es lo mismo).  Conforme iba llegando a los primeros puestos de la fila, veía que había una mesa y tres hombres sentados ahí y las personas pasaban por delante saludando de la mano a cada uno, algunos sólo saludaban y seguían de largo, otros se detenían y cruzaban algunas frases con algunos de ellos, otros pedían un autógrafo y algunos el infaltable selfie. Cuando faltaban pocas personas para que me toque, el hombre que estaba en medio se levantó y fue hacia atrás, alguien tenía algo importante que decirle.  En mi sueño sentía que esa era la persona que a mí me interesaba y no quería pasar de largo sin saludarla.  Así que, cuando me tocó pasar, intenté buscar con la mirada a aquel hombre que estaba sentado en medio y, con sorpresa, lo conseguí.  Su respuesta fue la mejor que me pude esperar, me miró y sonrió.  Me hizo una señal de que espere y rápidamente vino hacia mí.  Era él, me dio un abrazo de esos que sólo él me podía dar.  De pronto sentí una paz infinita, todos mis pensamientos y preocupaciones desaparecieron.  Con su abrazo, él me fue alejando de la mesa y así abrazados empezamos a hacer una especie de baile juntos, unidos los corazones, me iba diciendo cosas al oído que me daban aún más paz.  Empecé a escuchar al resto de la gente, el ruido era cada vez más alto, la gente se quejaba porque estaba tardando mucho, que tenía que irme ya que todos quería hablar con él.  Dejé de seguirle el ritmo y le dije que las demás personas también querían estar con él y que sería correcto que ya terminemos.  Él me abrazo aún más fuerte y me dijo que era nuestro momento después de mucho tiempo y que los demás podían esperar o seguir.  Me sentí bien y reconfortada.  Me empezaron a venir a la mente tantos buenos recuerdos.  Cerré los ojos, respiré y recordé.  Me sentí más reconfortada y tranquila.  Esa sensación de que todo gira alrededor pero que tú vas a otra velocidad, en este caso, todo iba en cámara lenta.  Después de un rato, dejamos de bailar.  Nos separamos y nos empezamos a alejar.  No sentí pena.  Me sentía muy bien.


El abrazo de mi hija por la mañana me hizo recordar ese sueño y pensé: “¡Papapa, te extraño tanto!”


domingo, 22 de abril de 2012

Y nos fuimos a Berlín

Que puedo decir, que experiencia más inolvidable.  Una de las tantísimas cosas que me motivó a venir a vivir a España, era tener a Europa tan cerca e intentar aprovechar esta oportunidad y poder viajar y conocer el viejo continente.  Durante los años que estamos viviendo aquí, hemos aprovechado esta oportunidad muy poco, viajecitos muy cortos y el más interesante y menos organizado fue en el 2008 cuando fuimos con mis papás a Chiavari (Génova-Italia) en coche “aquí no más a 10 horas” nos dijeron, aunque fueron 14 horas o algo más, pero valió la pena.  Es verdad que también hemos ido a Perú y eso también cuenta, sobre todo en el presupuesto, pero bueno, siempre me quedaba esa espinita de poder viajar por Europa.  Uno de mis principales destinos es Alemania.
Este año, así como “propósito de año nuevo” era viajar todos juntos a Alemania y la ciudad elegida ha sido Berlín.
Hoy (22/04) estamos ahora mismo en el avión, disfrutando del vuelo.  Los boletos los compramos en febrero, con mucha anticipación para mi gusto.  Han pasado muchas cosas estos meses que nos tenían preocupados revisando si al final podríamos hacer el viaje.  Pero finalmente se dio.  La noche anterior, con mucha tensión y dando muchas vueltas en la casa y abriendo y cerrando cajones sin cansancio, dejamos las maletas listas.  Pero ¿para qué dormir si a las 3.30 nos tenemos que levantar? No importa, aunque sea dormir unas 3 horas, algo bueno hará.  Hemos salido de casa a las 4.30 de la mañana con mi papi rumbo a la estación para tomar el bus a Barcelona, desde donde sale el vuelo a Berlín.  Aún estaba oscuro y nosotros ya estábamos sentados en el bus, con la ilusión que se nos salía por los ojos.  ¡Imposible dormir con tanta adrenalina!  El conductor del bus muy ameno, iba hablando con los coches que pasaban, los camiones que se cruzaban, comentando con todos, es que estábamos sentados en la segunda fila.  Los chicos bien, Alberto tan pronto pudo saco su videoconsola y se puso a jugar, Aitana luego de llorar porque el abuelo no venía con nosotros y hablar un poco de la oscuridad de la noche se quedó dormida, Jorge dormía también o quizá sólo descansaba con los ojos cerrados y yo pues los miraba y admiraba con una felicidad que no puedo describir con palabras.  En el bus había wifi, así que aproveché el silencio de la noche y la familia en lo suyo para responder algunos mails que tenía retrasados y debía las respuestas.  ¡Aún me quedan muchos!  Después de la primera parada ya llegar a Barcelona parecía que sería inmediato hasta que caímos en el tráfico normal de la ciudad y el conductor sacó a relucir sus mejores expresiones mañas (de Zaragoza) y criticar a los conductores, el tráfico, las calles y más.  Yo sólo veía como iban pasando los minutos y sabiendo que tan pronto lleguemos a la estación, teníamos que comprar los boletos de “cercanías” hasta el aeropuerto.  Con los boletos en la mano nos dicen “por la vía 9 y sale en 6 minutos”.  Teníamos muy pocos minutos para alcanzar al primero que era el ideal.  Al bajar, por el rabillo del ojo alcancé a ver “aeropuerto – 9” y dije ok estamos bien.  Corrimos y llegamos a tiempo a una vía 9 llena de gente.  De todas maneras preguntamos y nos dijeron que estaba bien.  Llegó el tren, nos subimos con maletas y todo, bien sentados y respiramos que el primer transbordo había salido bien.  De pronto un hombre sube al vagón y nos pregunta “¿aeropuerto?  Nosotros le respondemos “sí” y él insiste “¿aeropuerto?” y nosotros asombrados decimos “sí, al aeropuerto” y el hombre ya con otra cara dice “este no, el siguiente, este a …” y nosotros con una cara que no puedo imaginar, ya sentados miramos y nadie tenía maletas y una chica dice “este no va al aeropuerto, va a …” ¡Oh no! ¡Nos tenemos que bajar ya!  Cogí a Aitana de un brazo, entre los tres empujamos las maletas, este señor que nos había avisado nos ayudó y cogió la puerta para que no se cierre y cuando estábamos abajo, el tren cerró puertas y partió.  Este hombre, literalmente caído del cielo, bajó con nosotros y se quedó a nuestro lado.  Le agradecimos, nos salvó.  Miramos los carteles y otro hombre nos explicó que unos minutos antes habían cambiado a la vía 10 (al lado).  Con la mirada intentamos buscar a ese hombre que subió al tren especialmente para hacernos bajar.  Lo vimos entre la gente y luego no lo vimos más.  Tenía unas ganas de ir a abrazarlo y agradecerle.
Ya en el tren, los tres comentamos como ese hombre nos había salvado el viaje.  Si nos hubiéramos equivocado de tren no nos hubiera dado tiempo para llegar a tiempo al aeropuerto.  Teníamos los minutos exactos para llegar a todo “justo a tiempo”.  Ya me conocen y saben que siempre que viajo, ando pensando que me pueden pedir algún papel que no traigo o alguna cosa que puede complicar el viaje, pero después de este momento, sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo.  Recordé que no estamos solos.  Que nuestros ángeles siempre nos están cuidando y guiando.  Me sentí reconfortada y también sentí la seguridad que todo iba a salir bien.  Era la señal que esperaba para calmar mis angustias documentarias y viajeras.
Llegamos tranquilamente al aeropuerto, luego tomamos el buz “lanzadera” que nos llevó hasta el terminal que nos correspondía.  Qué buen día, el bus nos dejó justo al lado de la zona donde nos teníamos que registrar, una maravilla.  Había muy poca gente en el aeropuerto, todo tranquilo.  Nos registramos y entramos directamente a la zona de embarque.
Nos costó un poco pasar los controles típicos de los aeropuertos.  Realmente fue porque olvidamos que teníamos en la mochila una botella de refresco “para luego” y porque Aitana se resistía, insurrecta ella, a pasar por el arco de seguridad.  Ya habíamos pasado todos, pero ella venga a toquetear el arco y a resistirse pasar mientras los controladores decían que no tocará y que si no, no pasaba.  ¡Qué horror, qué stress!  Al final, mientras Jorge sacaba el refresco de la mochila y se deshacía de él yo insistía con los controladores que debía de haber alguna otra manera de que una niña de 2 años pase.  Finalmente me permitieron cargarla y que pase en brazos.  ¡Qué minutos tan poco emocionantes!
Ya en el aeropuerto y antes que nada más, nos fuimos en búsqueda de nuestra sala de embarque para finalmente descansar, ir al baño, desayunar y esperar tranquilamente nuestro vuelo.
Así lo hicimos, nos relajamos un poco hasta que llegó el momento de subir al avión.  Oh, que descarga de adrenalina y emoción.  Ya en nuestros asientos, el avión tardó mucho tiempo en partir y Aitana y Alberto perdían la paciencia.  Una de aburrimiento absoluto y el otro por no poder conectar la consola. ¡El avión ya se mueve, mira por la ventana!  Aitana miraba por la ventana, pero el avión sólo se movía poco y lento.  Mucho rato más tuvimos que esperar hasta que nos pusimos en posición de despegue.  ¡Ya se escuchan las turbinas! ¡Ya vamos a despegar!  La cara de Alberto y Aitana, no tenían precio.  La emoción que transmitían era increíble.  Es que, no hay mastercard que pueda pagar esos sentimientos de satisfacción.
Hace un rato hemos comido el bocadillo y refresco que nos ofrecieron.  Alberto ya duerme, está agotado y Aitana quiere jugar y jugar con su bolsa sorpresa que le han dado en el avión.  Ella que sí durmió en el bus, está fresca y radiante.
En menos de una hora llegaremos a Berlín y estoy segura que lo que vamos a sentir será muy especial.  Este viaje tiene  muchos significados personales para mí, metas, sueños, proyectos.  Además veremos un país y una ciudad que es muy diferente a lo que conocemos.  He tenido la oportunidad de venir veces antes y me he quedado prendada de esta ciudad.  Espero que a los míos les cause el mismo efecto positivo.
Ya les seguiré contando como fue el resto del viaje y las buenas amigas con las que me reuniré después de muchos años.

lunes, 16 de abril de 2012

Qué fácil lo veía antes

Antes, qué fácil veía la vida.  Cuando era pequeña y todavía estaba en el colegio, la vida adulta parecía tan fácil, tan fácil que todo fluía por los cauces correctos y adecuados sin mayor esfuerzo aparente.  Recuerdo que cuando estaba en primaria con unos 10 años, veía a las que ya terminaban el colegio, con 17 años, tan adultas, tan preparadas para salir a la vida, al mundo real.  Pero cuando me tocó a mí salir del colegio me sentía tan pequeña, tan temerosa de salir al mundo y empezar una nueva etapa.  Pero con esa edad veía a las personas de unos 30 años tan adultas, tan maduras, tan sabedoras de lo que tenían que hacer y saber exactamente qué hacer.  Y me tocó llegar a los 30 y sentirme aún niña, que todavía me falta mucho por aprender para saber cómo tomar las mejores decisiones, todavía me falta un abrazo y un consejo para saber qué hacer.
Entonces pienso, ¿cuándo llegará el momento o a qué edad sentiré que realmente ya sé qué hacer con mi vida y por lo tanto con la vida de los que dependen de mí?  ¿Llegará ese momento?  O simplemente un día miraré hacia atrás y veré como han pasado los años y veré también las consecuencias de mis decisiones y tendré que asumirlo.
Tengo la idea que este año es muy importante para el futuro.  En general, ya saben que pienso que todo lo que nos pasa, nos pasa por algo bueno y para mejor.  Juntando estas dos ideas, y a pesar de cómo se ven las cosas hoy mismo, pienso que este año es muy importante y adecuado para tomar decisiones para los próximos años.  Lo que pasa es que me asusta no saber qué hacer o para donde tirar, como dicen por acá.  ¿Qué será lo mejor para mí? Y ¿para mi familia?  Hay tantas opciones, que por ahora y hasta tener algo más en claro, me reservo mi derecho a la intimidad.  No por nada en especial, ni por ninguna superstición, simplemente porque tengo tantas ideas en la cabeza, tantas posibilidades, alternativas, tantos sueños que aún no sé qué camino seguir o que alternativa tomar.  Y está claro que una vez que las ideas estén claras, tampoco significa que saldrá todo como uno lo imagina.  Es cuando luego de tomar una decisión, la ponemos en práctica y la realidad empieza a afectar de una manera u otra y nos hace seguir con la vida tal cual toca.
Cuando tomamos la decisión de venir a España teníamos varios sueños, metas que al inicio parecía que se iban concretando, con mucho trabajo y esfuerzo.  Hoy mismo las cosas han cambiado y finalmente no es como lo planeamos o esperamos.  Supongo que, como todo en la vida, algo tenemos que aprender de esta etapa y que nos ayuda a recordar que no podemos quedarnos estancados en la vida, que siempre tenemos que ir reinventándonos para las nuevas situaciones.  No sólo reinventarnos como personas, también como trabajadores, padres, pareja.  Ver que es lo nuevo que podemos hacer para mejorar y seguir avanzando cada día.  Reconozco que hay etapas que avanzamos muy rápido, que todo parece fluir muy fácil y otras es un poco cuesta arriba.  Estamos pasando un momento “cuesta arriba” pero como toda cuesta arriba llegará la cima y podremos mirar hacia atrás y valorar el esfuerzo y luego ver con mayor claridad lo que viene delante.  Pero para eso necesitamos esforzarnos y tomar las decisiones adecuadas, jugar nuestras mejores cartas y esperar que nuestra buena estrella y Dios nos sigan acompañando guiando en el camino.
¿Cómo saber qué hacer?  Es verdad que cuando necesitamos tomar una decisión son muchos los factores que analizamos.  Pero como saber realmente si estamos haciendo el análisis correcto, si lo que decidimos dará los resultados que deseamos o necesitamos o será un paso atrás o retroceder o no mejorar como uno espera, desea o necesita.  ¡Qué stress!  ¡Qué fácil era antes!  Qué fácil era preocuparse sólo por sacar buenas notas, tener algún plan con las amigas y poco más.  Qué fácil se veía todo hace tantos años cuando pensaba en el futuro y cuántas dudas tengo ahora sin tener del todo claro el presente y menos el futuro.
Todo lo dejo en TUS manos, se nos iluminarás para tomar las mejores decisiones y optar por el mejor camino.  AMEN

domingo, 19 de febrero de 2012

Sueños, sueños y más sueños

Qué difícil es la vida, cada etapa, cada momento.  Tengo tantos sueños, metas, deseos, planes que no sé cómo poner pies y cabeza a cada uno y unirlos entre ellos para saber qué hacer, en qué orden y que sería lo mejor para mí y mi familia.

Hace algún tiempo, cuando llevaba pocos meses con el blog, y por intentar no perder alguna idea o frase o tema para alguna próxima publicación, tomaba nota de esos chispazos literarios en una libretita que me cogí especialmente para eso. Una vez pensaba en todos los sueños que tenía cuando era niña.  Como imaginaba mi vida, mi familia, entorno, trabajo.  Luego cierro los ojos y veo que han pasado varios años, que ahora es el futuro y que de todos esos sueños de niña, hoy no están y la realidad es diferente.
Ojo, que decir que los sueños ya no están y que la realidad es diferente no significa que el presente sea malo o negativo, simplemente que pienso que todo en mi vida, según han ido pasando los años y a consecuencia de mis propios actos y otros sucesos que yo llamo “mi destino” se han ido encaminando de esta manera y mi presente hoy es mi futuro de ayer.
Miro un poco hacia atrás e intento recordar esos pequeños y grandes sueños que tenía.  Intento analizar cuales sueños ya no puedo recuperar más, cuáles están cumplidos y cuáles todavía se pueden poner en marcha.  En fin, tantas cosas, tantas ganas de hacer tantas cosas, de luchar, de vivir, de disfrutar de la vida.  Es que casi no puedo recordar ya específicamente que cosas eran o de que iban los sueños.  Ya ahora, con 36 años y todos estos años recorridos pienso que mis sueños eran más bien rosas, de esas vidas maravillosas que parece que nunca hay problemas y que las cosas, las metas y cumplir los sueños no cuesta nada, que sólo tenemos que mover los dedos y las cosas aparecerán y los sueños se cumplirán.
Pero luego de viajar un rato sobre mi nube de los recuerdos, bajo y me topo con la vida real, con mi vida real.  Esa vida que tiene muchas tonalidades, que ha pasado por muchas cosas y que me ha enseñado a ser fuerte, a luchar por lo que quiero, a pensar que todo por pasa por algo bueno, y que siempre el bien triunfará, aunque a veces veo que las cosas no se terminan de afianzar o establecer.  O quizá es mi propia vehemencia que quiero ver resultados ya y no seguir esperando, no sé qué realmente.
Tengo una vida real que no es rosa, al contrario, es una vida real que me ha costado mucho aceptarla durante los últimos años, pero como les contaba en una publicación anterior ya he aceptado parte de mi pasado, de mi vida que fue uno de los puntos de quiebre donde puedo decir que mi vida cambió.  Ahora tengo otra vida, diferente y soy feliz.  Me siento un poco más segura de lo que soy capaz de hacer, he conocido la fuerza interior que tengo y creo firmemente que nada nos pasa por, que siempre todo tiene sentido, todo pasa por algo y ese algo nos enseña mucho y nos hace más fuerte.
Ahora pienso que sueños tengo para mi presente y para mi futuro y claro, definitivamente no son (ni pueden ser) los mismos de cuando era niña.  Los sueños que tengo ahora son más realistas, tienen que ver más salud para mí y mi familia.  Tienen que ver con alcanzar pequeñas metas sobre el presente, trabajo, estilo de vida y tranquilidad económica.  Es que no pido mucho dinero para no trabajar más o cosas así, sólo deseo que en mi familia tengamos los ingresos suficientes para vivir al día, tranquilos.  Sueño con tener nuestra propia casa, donde vivir a nuestro estilo.  Deseo tener larga vida para ver a mis hijos crecer, para envejecer con Jorge viendo a nuestros nietos y disfrutar con ellos.  Espero algún día llegar más lejos con el blog, con mis publicaciones.  Poder desarrollar este hobby como una forma y estilo de vida.
Hoy pienso que mis sueños de niña estaban bien mientras era niña.  Ahora tengo sueños de persona adulta y también están bien para la época que vivimos y que nos toca vivir.  No quiero dejar de soñar, de desear, de tener metas.  Una vez me dijeron que mientras tengamos sueños y metas seguiremos viviendo.
No dejemos de soñar!!!

domingo, 5 de febrero de 2012

Tiempo de cambios

Con relación a la publicación anterior “Quiero ser hippie” y luego de releer la publicación y los comentarios públicos y privados me atrevo a enlazar esta publicación y continuar un poco con este tema.
Las personas estamos buscando constantemente la fórmula para vivir mejor.  Como todo, el estilo de vida son de las cosas que muchas veces queremos cambiar, ya sea por aburrimiento, rutina o quizá porque salimos de casa, de nuestra ciudad, de nuestra rutina y pudimos ver otra forma de vivir completamente diferente a la nuestra.  Claro, lo vemos todo desde un punto de vista de “fin de semana” o de “vacaciones”.  Todo se ve muy divertido e ideal para hacer un cambio de vida, pero no es lo mismo lo que vemos en muy pocos días de descanso que vivir cada día de esa manera, sea la que sea.
Mi sueño es una vida más rural, más natural.  Una vida donde los chicos puedan salir y correr tranquilos, jugar con los vecinos, donde además de trabajar pueda hacer otras actividades que me gustan y me llenan.  Es que tengo un par de fotos imaginarias en la cabeza, una sería en una casa de piedra y madera, todo muy natural y yo en invierno sentada al lado de una chimenea viendo por la ventana y tener de vista un paisaje natural escribiendo el blog u otra foto sería en una terraza viendo la inmensidad del mar en una tarde verano.  En fin, como decía antes, intentar una vida más natural, pero son sólo sueños y deseos, porque también hay que pensar en la educación de los chicos, que hayan colegios y universidades cerca, posibilidades para que se puedan desarrollar regularmente.  No puedo sacrificar su futuro por una idea, sobre todo cuando ahora lo que más me interesa es su futuro.  Son tantas las cosas que hay que pensar.  Uno no puede coger, cerrar el chiringuito o kisoko e ir detrás de un sueño, así a lo loco.  Hay que tener trabajo y trabajar cada día para que los sueños se hagan realidad.  Entonces dejas de soñar, aterrizas en esta vida que tenemos y dices, ahora no es el momento.  Todo se resuelve en sueños.  O como me decían en uno de los comentarios, son de los sueños que dejamos para la jubilación, si la vida nos lo permite.
Por otro lado, buscando alternativas pues siempre nos queda la posibilidad de coger lo que necesitamos de las ciudades e intentar vivir en las afueras y así poder tener a la mano lo que necesitamos. 
Por otro lado y en mi búsqueda de por qué andamos siempre buscando cosas nuevas, encontré una de las posibles causas y es que soy de la idea que nuestra vida se divide en etapas.  Algunas etapas son de siembra, otras de cosecha y otras de espera.  Es decir, tenemos etapas que vamos sembrando o invirtiendo para futuro.  Durante esa etapa quizá no podemos cosechar los frutos de nuestro esfuerzo actual, sólo vamos sembrando y sembrando.  Luego vienen etapas de cosecha, donde vemos los resultados de nuestra etapa anterior.  Todo ese esfuerzo invertido que ahora nos da los frutos de una forma equivalente al esfuerzo y dedicación que le pusimos.  Luego viene una etapa más neutra, de espera, en la cual terminamos de cosechar los últimos frutos retrasados y tenemos que esperar que nuestra tierra se recupere para volver a sembrar.  Todos son ciclos y si observamos hacia atrás nos daremos cuenta que tenemos ciclos, uno mejor, otro regular y otro no tan bueno (ni regular).  Así vamos aprendiendo de todo en nuestra gran etapa que es nuestra vida.
Según en qué etapa nos encontramos son nuestros deseos de hacer cambios, buscar nuevos retos, quizá es el momento en el que nos planteamos nuevas metas, estamos cargados de energías por intentar mejorar nuestro día a día y futuro.
Quizá ahora estoy en esa etapa con mucha energía deseando hacer pequeños, pero significativos cambios en mi vida y entorno para sentirme mejor y sentir que avanzo y creer que es algo bueno para mí y mi familia.  Ahora es el momento de pensar bien cada jugada, cada paso y adelantarse a las posibles consecuencias porque cuando toque cosechar es lo que vendrá.
Así que sólo decir que hay que mirar y analizar en que etapa de su vida estamos, analizar lo que deseamos, soñamos y podemos hacer para ir avanzando que finalmente eso es lo importante siempre avanzar y mejor, a veces un poco más lento, otra parece que muy rápido, pero todo son etapas y como siempre, todas las etapas pasan.
Ahora me quedo tranquila con lo que tengo, quizá con la idea más realista que si hay que cambiar de piso, intentar buscar algo en las afueras que me pueda ofrecer eso que creo que es lo que me gustaría.  Pero claro, hasta no probarlo, ¿cómo saberlo?