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jueves, 5 de mayo de 2016

Amapolas

Los que me conocen, saben que no soy muy fanática, ya sea a personas o a cosas. En mi época adolescente, los grupos de moda me gustaban, como a todos, o todas. Pero no lloraba por ellos como si se me acabase la vida, tanto que casi no recuerdo a alguno. Lo que sí recuerdo es que algunas de mis amigas sufrían y padecían por ellos, pero yo no lo llegaba, tan siquiera, a entender esa sensación, ese sentimiento. No recuerdo haber tenido pósters en mi habitación (quizá alguno, o no), ni mis carpetas del colegio forradas con sus caras. Estaban ahí, los disfrutaba y punto. Es que, no era para tanto, ¿no? O, ¿sí?
El hecho es que si pude superarlo y pasar dignamente por mi adolescencia sin fanatismos extremos, aunque quizá alguna obsesión (mínima pero nada más), ¿está bien, no?

Pero con los años la cosa ha cambiado, he adquirido algunas (muchas) manías y he perfeccionado otras, y desde hace un par de años conocí una flor que ya había visto antes, pero que, en realidad, nunca me había detenido a mirar con atención. ¡Sí! Se trata de la amapola. Esta delicada flor roja, que puedes ver casi cualquier sitio, silvestre, ahí donde nadie cuida el jardín, allí está ella durante la primavera y verano.

Fue la primavera del 2014 cuando nos conocimos oficialmente, cuando le presté especial atención. Por donde iba, al lado de la carretera, en un camino, donde haya un poco de tierra y llueva de vez en cuando, entre otras flores silvestres, ahí estaban las amapolas, saludándome al pasar.

Esa primavera me acerqué mucho a la tierra, literalmente, fue la primavera y el verano que estuve colaborando en el huerto. ¿Lo recuerdas? Me la pasé muy bien, trabajé muy duro y aprendí mucho y sobre todo sentí una paz interior que hacía mucho tiempo no sentía. Recordé uno de mis posts, ese que hablaba de ir descalzo en el jardín, sentir el césped en los pies, las cosquillitas. En la vida cotidiana andamos siempre calzados, siempre protegidos, casi sin posibilidades de pisar un jardín y si lo conseguimos, ojalá tengamos la suerte que sea grass natural y no esas alfombras verdes de imitación. Al pisarlo, sentimos esa energía que transmite la tierra, la naturaleza cuando la sientes en tus pies, en tus manos.

Cuando veía algunas amapolas, las cortaba con la intención de traerlas a casa para poder disfrutar durante algunos días de su singular belleza. Pero era imposible. Eran tan delicadas que, una vez que las cortaba, rápidamente se empezaban a marchitar, aunque las pusiera en agua. No había forma de llegar a casa con, aunque sea, una única flor viva. Todas morían antes. Era frustrante. Pero no me iba a rendir, pero tampoco iba a cortar cada amapola que se me cruce en el camino.



Otra ocurrencia mía, intenté conseguir algunas semillas. A través de Facebook pregunté, pero nada, no hay semillas de amapolas. Así que, sin conocimiento, cogí algunas de las semillas de las flores que veía por ahí y las he soltado en mis macetas y no pierdo la esperanza que alguna vez, entre mis demás plantas, florezca una amapola.
Sólo una vez intenté trasplantar una, pero nunca conseguí sacar la planta entera. El tallo era tan fuerte y al parecer las raíces también y deben de haber estado muy arraigadas a la tierra. No pude sacarla.
Finalmente, alguien respondió a mi solicitud en el Facebook y me explicó que sería muy difícil que pueda conseguir alguna planta o semillas de amapolas. Y me dijo una frase que me hizo ver estas flores de una manera diferente: la amapola es una de esas flores cosas que uno las puede ver, admirar, disfrutar, pero nunca las puede tener.

Y me quedó esa frase como reflexión. Cuántas veces nos preocupamos por conseguir, por tener todo lo que queremos, por poseer nuestro tesoro, pero muchas veces ganamos más disfrutando que esté ahí, viéndolo sin poder poseerlo.




Pero como la fe el lo último que se pierde, espero que alguna vez florezca alguna amapola entre las plantas de mi balcón.


jueves, 2 de mayo de 2013

Lista de regalos


Hace unos días mi mami me hizo una pregunta, que a primera vista sería súper fácil de responder: “July, dime ¿Qué quieres de regalo de cumpleaños?  Dame una lista para ir viendo que te regalamos.”  ¿Quién no tiene una listita mental de cosillas que quisiera que le regalen?  Así, rápidamente es una pregunta sencilla, de esas que no tienes que pensar la respuesta.  Ahora mismo, estoy segura que más de uno se ha detenido a pensar que respondería si le hicieran esa misma pregunta.  Obvio que estamos hablando de regalos normales, que para los sueños, en plan “yo quisiera” pues eso son, sueños y llegarán cuando tengan que llegar, por ahora aterrizamos y volvemos al mundo real.
Ya pasaron varios días y aún sigo pensando que pondría en mi lista.  Sí, sí, es fácil.  Puedo empezar por algo de ropa, zapatos, algún perfume, que nunca caen mal, o mejor dicho, siempre caen bien.  Aunque también podríamos añadir algún abalorio para ir adelantando la pulserita esa o algún complemento.  Sí, sí, tampoco estaría mal.  Es que en general, hay tantas cosas que quizá ahora mismo no tengo en mente, pero realmente me caerían bien y sobre todo me harían muy feliz.  Y es que, como escuché decir a una señora, que estaba delante de mí en una tienda en la época de Navidad “Es que yo soy bien agradecida, todo me va bien.  Me alegro mucho con recibir un regalo y sea como sea intento darle uso y disfrutarlo”, pues eso mismo, yo también.
Y volviendo al tema.  Estuve pensando que podía querer o necesitar ahora para ser un poco más feliz.  Ya, claro, es diferente lo que uno puede “querer” de lo que uno puede “necesitar”.  Quizá lo que pueda “querer” es un poco más banal, más antojo, más mundano, quizá un capricho.  Y lo que pueda necesitar, pues bueno, es eso, necesidades más que otra cosa.
La verdad es que mi primera respuesta rápida, acompañada de un suspiro, iba a ser algo así como “lo que me gustaría de regalo para este año no lo venden en ningún lugar y creo que tampoco hay dinero que lo pueda pagar”.  Y es que lo que quiero es una familia feliz, salud, tener un trabajo que me permita vivir dignamente mientras me desarrollo personal y profesionalmente y que me dé el dinero suficiente (no riquezas) para vivir con tranquilidad.
Entonces, ahora pienso que gran parte de esas cosas ya las tengo.  Y lo que no tengo ahora tampoco es algo que yo pueda controlar.  Lo que falta llegará con fe, esperanza e ilusión en que las cosas recuperarán su ritmo y fluidez en cualquier momento, que la estabilidad y tranquilidad volverán.
Así que, como ya viene mi día y es como mi año nuevo personal, lo tomaré como un nuevo comienzo.  No tengo planeado ningún cambio importante, simplemente reforzar la fe y la ilusión y tener una mejor actitud ante la vida para afrontar de la mejor manera lo que me toca vivir hoy.  Sé que el mañana será diferente, será mejor.  Esta etapa (que se va haciendo larga) ya pasará.
Y sobre la lista, pues nada, estoy como al inicio, empezaré a pensar otra vez a ver que puedo querer, eso querer, algún gustito, algún caprichito.  Tengo claro lo que necesito y lo que tengo y ahora mismo soy feliz.

domingo, 22 de abril de 2012

Y nos fuimos a Berlín

Que puedo decir, que experiencia más inolvidable.  Una de las tantísimas cosas que me motivó a venir a vivir a España, era tener a Europa tan cerca e intentar aprovechar esta oportunidad y poder viajar y conocer el viejo continente.  Durante los años que estamos viviendo aquí, hemos aprovechado esta oportunidad muy poco, viajecitos muy cortos y el más interesante y menos organizado fue en el 2008 cuando fuimos con mis papás a Chiavari (Génova-Italia) en coche “aquí no más a 10 horas” nos dijeron, aunque fueron 14 horas o algo más, pero valió la pena.  Es verdad que también hemos ido a Perú y eso también cuenta, sobre todo en el presupuesto, pero bueno, siempre me quedaba esa espinita de poder viajar por Europa.  Uno de mis principales destinos es Alemania.
Este año, así como “propósito de año nuevo” era viajar todos juntos a Alemania y la ciudad elegida ha sido Berlín.
Hoy (22/04) estamos ahora mismo en el avión, disfrutando del vuelo.  Los boletos los compramos en febrero, con mucha anticipación para mi gusto.  Han pasado muchas cosas estos meses que nos tenían preocupados revisando si al final podríamos hacer el viaje.  Pero finalmente se dio.  La noche anterior, con mucha tensión y dando muchas vueltas en la casa y abriendo y cerrando cajones sin cansancio, dejamos las maletas listas.  Pero ¿para qué dormir si a las 3.30 nos tenemos que levantar? No importa, aunque sea dormir unas 3 horas, algo bueno hará.  Hemos salido de casa a las 4.30 de la mañana con mi papi rumbo a la estación para tomar el bus a Barcelona, desde donde sale el vuelo a Berlín.  Aún estaba oscuro y nosotros ya estábamos sentados en el bus, con la ilusión que se nos salía por los ojos.  ¡Imposible dormir con tanta adrenalina!  El conductor del bus muy ameno, iba hablando con los coches que pasaban, los camiones que se cruzaban, comentando con todos, es que estábamos sentados en la segunda fila.  Los chicos bien, Alberto tan pronto pudo saco su videoconsola y se puso a jugar, Aitana luego de llorar porque el abuelo no venía con nosotros y hablar un poco de la oscuridad de la noche se quedó dormida, Jorge dormía también o quizá sólo descansaba con los ojos cerrados y yo pues los miraba y admiraba con una felicidad que no puedo describir con palabras.  En el bus había wifi, así que aproveché el silencio de la noche y la familia en lo suyo para responder algunos mails que tenía retrasados y debía las respuestas.  ¡Aún me quedan muchos!  Después de la primera parada ya llegar a Barcelona parecía que sería inmediato hasta que caímos en el tráfico normal de la ciudad y el conductor sacó a relucir sus mejores expresiones mañas (de Zaragoza) y criticar a los conductores, el tráfico, las calles y más.  Yo sólo veía como iban pasando los minutos y sabiendo que tan pronto lleguemos a la estación, teníamos que comprar los boletos de “cercanías” hasta el aeropuerto.  Con los boletos en la mano nos dicen “por la vía 9 y sale en 6 minutos”.  Teníamos muy pocos minutos para alcanzar al primero que era el ideal.  Al bajar, por el rabillo del ojo alcancé a ver “aeropuerto – 9” y dije ok estamos bien.  Corrimos y llegamos a tiempo a una vía 9 llena de gente.  De todas maneras preguntamos y nos dijeron que estaba bien.  Llegó el tren, nos subimos con maletas y todo, bien sentados y respiramos que el primer transbordo había salido bien.  De pronto un hombre sube al vagón y nos pregunta “¿aeropuerto?  Nosotros le respondemos “sí” y él insiste “¿aeropuerto?” y nosotros asombrados decimos “sí, al aeropuerto” y el hombre ya con otra cara dice “este no, el siguiente, este a …” y nosotros con una cara que no puedo imaginar, ya sentados miramos y nadie tenía maletas y una chica dice “este no va al aeropuerto, va a …” ¡Oh no! ¡Nos tenemos que bajar ya!  Cogí a Aitana de un brazo, entre los tres empujamos las maletas, este señor que nos había avisado nos ayudó y cogió la puerta para que no se cierre y cuando estábamos abajo, el tren cerró puertas y partió.  Este hombre, literalmente caído del cielo, bajó con nosotros y se quedó a nuestro lado.  Le agradecimos, nos salvó.  Miramos los carteles y otro hombre nos explicó que unos minutos antes habían cambiado a la vía 10 (al lado).  Con la mirada intentamos buscar a ese hombre que subió al tren especialmente para hacernos bajar.  Lo vimos entre la gente y luego no lo vimos más.  Tenía unas ganas de ir a abrazarlo y agradecerle.
Ya en el tren, los tres comentamos como ese hombre nos había salvado el viaje.  Si nos hubiéramos equivocado de tren no nos hubiera dado tiempo para llegar a tiempo al aeropuerto.  Teníamos los minutos exactos para llegar a todo “justo a tiempo”.  Ya me conocen y saben que siempre que viajo, ando pensando que me pueden pedir algún papel que no traigo o alguna cosa que puede complicar el viaje, pero después de este momento, sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo.  Recordé que no estamos solos.  Que nuestros ángeles siempre nos están cuidando y guiando.  Me sentí reconfortada y también sentí la seguridad que todo iba a salir bien.  Era la señal que esperaba para calmar mis angustias documentarias y viajeras.
Llegamos tranquilamente al aeropuerto, luego tomamos el buz “lanzadera” que nos llevó hasta el terminal que nos correspondía.  Qué buen día, el bus nos dejó justo al lado de la zona donde nos teníamos que registrar, una maravilla.  Había muy poca gente en el aeropuerto, todo tranquilo.  Nos registramos y entramos directamente a la zona de embarque.
Nos costó un poco pasar los controles típicos de los aeropuertos.  Realmente fue porque olvidamos que teníamos en la mochila una botella de refresco “para luego” y porque Aitana se resistía, insurrecta ella, a pasar por el arco de seguridad.  Ya habíamos pasado todos, pero ella venga a toquetear el arco y a resistirse pasar mientras los controladores decían que no tocará y que si no, no pasaba.  ¡Qué horror, qué stress!  Al final, mientras Jorge sacaba el refresco de la mochila y se deshacía de él yo insistía con los controladores que debía de haber alguna otra manera de que una niña de 2 años pase.  Finalmente me permitieron cargarla y que pase en brazos.  ¡Qué minutos tan poco emocionantes!
Ya en el aeropuerto y antes que nada más, nos fuimos en búsqueda de nuestra sala de embarque para finalmente descansar, ir al baño, desayunar y esperar tranquilamente nuestro vuelo.
Así lo hicimos, nos relajamos un poco hasta que llegó el momento de subir al avión.  Oh, que descarga de adrenalina y emoción.  Ya en nuestros asientos, el avión tardó mucho tiempo en partir y Aitana y Alberto perdían la paciencia.  Una de aburrimiento absoluto y el otro por no poder conectar la consola. ¡El avión ya se mueve, mira por la ventana!  Aitana miraba por la ventana, pero el avión sólo se movía poco y lento.  Mucho rato más tuvimos que esperar hasta que nos pusimos en posición de despegue.  ¡Ya se escuchan las turbinas! ¡Ya vamos a despegar!  La cara de Alberto y Aitana, no tenían precio.  La emoción que transmitían era increíble.  Es que, no hay mastercard que pueda pagar esos sentimientos de satisfacción.
Hace un rato hemos comido el bocadillo y refresco que nos ofrecieron.  Alberto ya duerme, está agotado y Aitana quiere jugar y jugar con su bolsa sorpresa que le han dado en el avión.  Ella que sí durmió en el bus, está fresca y radiante.
En menos de una hora llegaremos a Berlín y estoy segura que lo que vamos a sentir será muy especial.  Este viaje tiene  muchos significados personales para mí, metas, sueños, proyectos.  Además veremos un país y una ciudad que es muy diferente a lo que conocemos.  He tenido la oportunidad de venir veces antes y me he quedado prendada de esta ciudad.  Espero que a los míos les cause el mismo efecto positivo.
Ya les seguiré contando como fue el resto del viaje y las buenas amigas con las que me reuniré después de muchos años.

martes, 27 de diciembre de 2011

Propósitos para el nuevo año

Ya pasó Navidad y vamos recuperando nuestros estándares de sentimientos, quiero decir, dejamos de estar tan sensibles, tan reflexivos y volvemos a ser como siempre.
Ya ahora sólo pensamos que el 28 será el día de los Santos Inocentes, como se llama formalmente por aquí.  Yo hace mucho hice una broma de los inocentes y me regresó.  Les cuento, ese día mandé por mail diciendo que estaba embarazada y blah blah.  Mi plan era que al cabo de unas horas enviar un segundo mail con letras enormes poniendo “FELIZ DÍA DE LOS INOCENTES” y listo!  Según yo, la gran broma.  Pero lo que no calculé es que en estas fechas hay mucha gente de vacaciones y que leyeron el mail varios días después, que mi segundo mail casi no le hacían caso o no entendían de que iba porque como habían pasado lo días… En fin, un caos, para luego en un par de semanas más tener que decir que en realidad sí estaba embarazada, sólo que no lo sabía ni tenía idea que podría ser así y que la inocente, finalmente fui yo misma.  Así que ya ahora me cuido de las bromas que hago y considerando esa experiencia, intento, si realmente hago algo, que sea algo súper positivo, por si regresa, que regrese bien, ¿no creen?

Y después según va pasando la semana vamos afinando los planes porque falta menos para celebrar el año nuevo.  ¿Qué haremos?  ¿Cómo queremos terminar este año y empezar el nuevo año con la ilusión y esperanza que sea mejor que el año que termina?  Nos llenamos de una felicidad eufórica.  Queremos que los días pasen rápido para ir a alguna fiesta, reunirse con los amigos y dejar atrás todo lo malo del año que termina.
Pero de verdad ¿es tan malo el año que termina?  O simplemente vemos con tanta ilusión el nuevo año y pensamos que todos los problemas se solucionarán como por arte de magia, cumpliremos, como en ningún año anterior, los famosos “propósitos del año” que nos planteamos para ser mejores personas, alcanzar metas personales o laborales y tantas cosas más.
Igual yo siempre termino cada año pensando que el que termina ha sido un año muy duro.  Cada uno es duro en un aspecto de mi vida.  Es decir, como que cada año se me prende por algún tema que tengo que trabajar y madurar.  No es que para el año siguiente se arreglen o solucionen completamente los problemas, pero por lo menos he aprendido algo y puedo controlar mejor la situación o cambiar de estrategia para superarlo.
Este año que termina me ha enseñado mucho en el aspecto emocional.  Los primeros meses del año iban pasando tranquilos, con buenas vibras, a pesar que Jorge fue despedido de su trabajo a causa de la famosa crisis española.  Tuvimos que valorar y llegamos a pensar que era positivo, pensar que era una oportunidad para que se actualice, estudie y pueda aplicar a trabajos que no sólo sea dinero, si no también satisfacción personal, que es muy importante cuando tenemos que hacer algo tantas horas al día.
Pero para la mitad del año recibimos una noticia muy dura, la enfermedad de la madre de Jorge que nos sacudió mucho y tiró todo lo que podíamos haber pensado para ese año y tuvimos que, sobre la marcha replantear muchas cosas.  Ya saben que viajamos a Lima.  Pasamos unos buenos días con familia, amigos, aprovechamos de iniciar algunos trámites y gestiones pendientes.  Dios me dio la oportunidad de despedirme de mi abuelo que pocas semanas que regresamos falleció.
Van pasando los meses de tanta agitación emocional.  Nos enteramos de los nuevos bebés que nos acompañarán el próximo año y que siempre son una ilusión y alegría, recordar el milagro de la vida y lo (más) guapas que se ponen las mamás.
El año va terminando, las guapas madres están más guapas y más embarazadas, contando los días que faltan.  Tanto sobrino nuevo al caer me llena de ilusión.  Además la madre de Jorge va lidiando con la enfermedad y cada día, que esto es lento, va ganando pequeñas batallas, aunque sabemos que hay días duros y eso también es una tranquilidad.
Durante este año he conocido a mucha gente.  He tenido que hacer una limpia emocional.  Ver y analizar a las personas que son “mi gente” de verdad y mantenerla cerca para los días difíciles y recordarles que yo siempre estoy ahí para sus días difíciles.
Entonces, ¿este año ha sido realmente tan malo?  Pues ¡no!  Ahora tenemos nuevos planes, nuevos sueños.  ¿Propósitos?  Pues no sé, nunca he sido de “propósitos para el nuevo año”, salvo el año pasado que en estas fechas decidí que no pasara enero sin empezar con este blog.  Lo hice.  Me siento satisfecha porque lo logré.  En estos días pienso en algún nuevo proyecto para el 2012.  Algo racional y real que me pueda plantear y realmente esté preparada para cumplirlo.  Lo que sea será con esfuerzo, que en esta vida, nada nos cae del cielo, nada es gratis.  Aún me quedan días para definir mi “propósito del 2012” y algunos días más para empezar a ponerlo en marcha.
Entonces, ¿el nuevo año será tan bueno como lo imagino?  O en realidad ¿es mi deseo que este año termine y con él ciertas cosas para que el nuevo año, me sorprenda con algo nuevo que aprender y lo que este año me resultó ser “piedritas en el zapato”, el año próximo vea como todo, con esfuerzo se vaya desarrollando de la mejor manera?
Sí! Estoy segura que el 2012 será un mejor año.  Tendré un poco más de experiencia, las personas que están ahora a mi alrededor, están ahí porque yo significo algo en sus vidas, porque de alguna manera soy una de sus prioridades.  Y porque hay muchas personas que significan mucho para mi y son una prioridad en mi vida y me resulta importante tenerlas cerca.  Eso es algo que le debo a este año que termina.
Empezaré el nuevo año con mucha ilusión y el deseo de ser mejor persona.  Quiero celebrar el 31, sentirme alegre y feliz.  Brindar por el año que termina con todo lo bueno que me deja, por las lágrimas derramadas y las carcajadas hasta que me falte el aire.  Feliz por la familia que tengo a mi lado y con quieren podré compartir unos lindos días en el Pirineo.  Transmitir alegría e ilusión a los chicos y que sepan que por más difícil que se vea la situación en determinado momento, siempre, siempre tenemos que tener FE y creer que todo siempre será mejor.
Sigamos contando los pocos días que nos quedan, hagamos repaso del año que se va y los propósitos para el nuevo año, que siempre es bueno tener nuevas metas en nuestras vidas para recordarnos que seguimos vivos y con sueños y proyectos, que sacar adelante.
Ser felices, disfrutar de cada día y pasarlo muy bien.
Feliz 2012!!!! Recibirlo de la mejor manera posible para ser felices y esa sensación la recordemos durante todo el año, sobre todo en los días difíciles.
FELIZ 2012!!!

sábado, 26 de noviembre de 2011

Un día como hoy…

Pues sí, un día como hace seis años empezó una nueva etapa en mi vida.  En el año 2005 pasaron muchas cosas que lo hicieron que sea especial, diferente, un año de cambios.  Ese año decidimos, Jorge y yo casarnos y lo hicimos, pero pocas semanas antes mi Papapa Dante se nos adelantó y su alma se reunió, finalmente con su mamá, familia y amigos, pero sobre todo con mi Mamama Iris y ya lo último fue venir a vivir a España.  Un día como hoy, el 26 de Noviembre del 2005 me subí al avión con Alberto, cargados con las maletas llenas de cosas que pensábamos podríamos necesitar, lo que teníamos, recuerdos que queríamos tener cerca.  ¡Tantas cosas!  Tan poco espacio.  Tantos sentimientos que ahora, después de seis años percibo diferente.
Mis maletas, además de cosas materiales venían cargadas de ilusiones, temores, ideas, sueños.  Alberto y yo llegamos a Madrid.  Ahí nos esperaban mi hermano “Motas” y la tía Rosi, infaltable.  Conversamos un poco en el aeropuerto, sólo recuerdo la adrenalina!  Nos subimos al coche que le habían prestado a Motas, escuchamos las indicaciones de la tía Rosi para salir del aeropuerto y coger el camino a Zaragoza y empezamos el camino. ¡A Zaragoza!  Antes, en el año 1993, yo había estado una vez en Zaragoza con mi mami, sólo por unas horas y de compras.  Mis recuerdos sobre la ciudad sólo eran de la Virgen del Pilar y su plaza.  Pero ahora era momento de descubrir otro lado de la ciudad, ahora tenía que convertir Zaragoza en MI ciudad, para mí y mi familia.
Tomamos camino hacia Zaragoza o eso era lo que planeamos.  Pero claro al no tener una idea clara del camino y del rumbo a seguir fue difícil saber qué salida de Madrid había que tomar.  Llamamos a la tía Rosi cuando ya estábamos completamente perdidos y nos ayudó a salir.  Fue muy divertido.  No recuerdo cuanto duró el trayecto de Madrid hacia Zaragoza, pero ahora que conozco el camino y sin contar el tiempo que dimos vueltas me imagino que fueron unas cuatro horas.  Todo el camino le vine contando cómo había dejado a la familia y a Lima y los planes para el futuro.  El plan más inmediato era conseguir el certificado de empadronamiento para mandarlo a Lima para que Jorge pueda tramitar el visado en el Consulado Español en Lima. 
Al día siguiente, pronto por la mañana Motas nos despertó para que salgamos a buscar los papeles.  A la primera no pudimos tener el empadronamiento, pero ya al día siguiente sí y luego nos fuimos a la Seguridad Social y terminar todos los trámites necesarios.  Cuando ya teníamos los papeles listos, pensamos que la forma más rápida y segura de enviar los documentos a Lima era por DHL.  Vinieron a recoger los papeles y nos ofrecieron que máximo en 3-4 días los papeles estarían en Lima.  Perfecto!  La idea es que Jorge pueda llegar a España para pasar la Navidad juntos.
Para variar mi suerte con los trámites y gestiones, entre el fin de semana, el puente de la Constitución y el puente de la Inmaculada y que se “traspapeló” el sobre en Madrid los papeles tardaron casi 10 días, pero llegaron. 
Los primeros días, antes que Jorge llegara se hacían muy largos.  Logré conseguir colegio para Alberto y crear una nueva rutina.  Hacía muchos años que no estaba en casa sin trabajo, así que realmente me tenía que reinventar.  Era casi invierno y el frío tan frío y que se haga de noche tan pronto, hacia que los días se hagan muy cortos, pero las noches muy largas.  Disfrutaba de lo desconocido, veía que todo era tan diferente.  Deseaba que Jorge pueda hacer los trámites lo más pronto posibles y que  llegara.  Mientras iban pasando los días esperaba los papeles Jorge para poder tramitar el visado, luego le dieron el visado y pudo viajar sin problemas.
Recuerdo que Alberto hablaba con ilusión imaginando una “blanca Navidad”.  En Perú la Navidad es verano.  Ya nos habían dicho que en Zaragoza no nevaba.  Pero ese 24 de Diciembre fue increíble.  Una capa blanca cubría toda la ciudad.  ¡Qué alegría las vistas que teníamos desde nuestro balcón!  Fue suficiente para dar ese toque especial que necesitábamos la primera Navidad lejos de la familia, pero en realidad en familia.
Han pasado tantas cosas durante estos 6 años.  Tantas cosas que hemos ido aprendiendo, costumbres a las que nos hemos tenido que adaptar, aunque algunas otras costumbres que mantenemos.  Ahora mismo somos extranjeros en España y en Perú, aunque nos sentimos integrados a la sociedad.  Además de las buenas personas que hemos conocido y que han hecho que la vida por aquí sea más fácil.  Tenemos muy buenos amigos, que algunos son ya parte de nuestra familia.
Durante estos años hemos vivido muchas anécdotas, además de aprender y entender muchas cosas.  Muchas de estas anécdotas están relacionadas con el idioma.  Sí, sí! El idioma.  Aunque, tanto en Perú como aquí se hable castellano, la forma de hablar, expresiones son tan diferentes muchas veces.  Tan diferentes que a veces parece que es otro idioma.  Ahora, y en tono de broma, decimos que hablamos dos idiomas “peruano” y “español de España”.  En un momento Alberto tomó la responsabilidad de ser nuestro traductor e intérprete con otras personas, sobre todo con sus compañeros del colegio y sus padres, para que nos puedan entender sin problemas.  Era muy gracioso tenerlo al lado cada vez y que él vaya haciendo traducción simultánea de las conversaciones.
Gracias España por estos seis años de mi vida.  He aprendido muchas cosas, he conocido muchas ciudades y pueblos.  He conocido a muy buenas personas, algunas que aún siguen a mi lado, he aprendido a ser más tolerante.  He madurado y crecido como persona.  He aprendido a valorar a las personas por lo que realmente son.  Darme cuenta de lo que es importante en la vida y la importancia real de nuestra familia, de mantenerse unida y luego al estar lejos, valorar también a la familia y a los amigos de verdad.
Ya pasaron seis años y casi sin darse cuenta, con muchas alegrías y tristezas, con muchas pruebas y experiencias que sólo enriquecen nuestra vida.  Seguiremos avanzando esperando que cada día sea mejor que el anterior.