Ya lo dice la canción: “no se puede vivir del amor…
las facturas no se pueden pagar con amor…”, pero y ¿de la ilusión? ¿Podemos vivir de la ilusión?
Si miro hacia atrás me doy cuenta que hay momentos
en mi vida que he tenido lo que necesitaba en ese momento para ser feliz: mi
familia, salud, trabajo, gente especial a mi lado, las cosas materiales y no
materiales que necesitaba para sentirme feliz y satisfecha en determinados
momentos.
También veo que hay épocas en las que no me sentía
completa y me iban faltando cosillas para sentirme feliz. Ahora veo que durante esas temporadas viví
del cuento, de la ilusión que eso que me faltaba llegaría en algún momento pero
mientras tanto era feliz con la idea que ya podría estar cerca.
Espero recuerden una publicación de hace unos meses,
en las que le hablaba de la “actitud navideña”.
Básicamente iba de que siendo las mismas personas que somos siempre, nos
comportamos diferente y percibimos todo diferente, todo mejor, más bonito. Tenemos más paciencia, somos más generosos,
somos más pacientes, tolerantes, tenemos muchas más virtudes que durante el
resto del año. Pero, si seguimos siendo las mismas personas, ¿qué
será eso que nos hace parecer mejores personas?
Nada. Simplemente la actitud con
la que tomamos determinados momentos de la vida.
Entonces, volvamos al tema de vivir de la ilusión. Para mí y en repetidas oportunidades ha sido
eso, he vivido del cuento. Por ejemplo, durante
alguna etapa de mi vida que me ha tocado estar sola, en cuestión pareja, tontear con alguien creyendo que sería una relación
que podría funcionar, fue así como fui pasando el tiempo, con alegría y
esperanza que la soledad me abandonaría en cualquier momento y que la persona
adecuada llegaría finalmente a mi vida.
O cuántas veces decidimos buscar un trabajo, por ejemplo, y pasamos una
temporada de entrevista en entrevista, con la ilusión que salga algo, mientras seguimos
con lo que tenemos, o no tenemos según sea el caso, pasando el tiempo de la
mejor manera y aunque suene repetitivo, con ilusión que algo puede pasar y
hacernos cambiar el momento actual. Como
deseamos algo que realmente no conocemos, lo idealizamos y lo imaginamos
perfecto.
Siempre he creído, cuestión de FE, que las cosas
pasan en el momento exacto que tienen que pasar y tienen un sentido especial y
específico. Que obviamente nada ni nadie
nos cae del cielo para solucionar nuestros problemas o darnos ese detalle que
creemos nos falta para sentirnos felices y realizados, aunque sea
temporalmente. Siempre tenemos que
luchar y esforzarnos por conseguir nuestras metas, por hacer que nuestros
sueños se hagan realidad. Pero en el
camino hacia ese momento tenemos a la ilusión que nos llena de fuerzas y
esperanzas para seguir cada día.
Por otro lado, tenemos las noches largas, eternas,
oscuras. Esos momentos en que nos sentimos
tan solos, no vemos más esa luz que iluminaba nuestro camino hace tan sólo un
momento, no vemos nada o lo que vemos es un círculo sin salida ni solución. A esos momentos de oscuridad y desesperación,
yo le llamo estado de desolación.
Durante este estado de desolación, es cuando siento
que todo llegó a su fin, que ya no puedo hacer más para solucionar o conseguir
aquello que me falta para tener lo que creo no tengo para ser feliz. Es un estado de frustración, de agobio, de
cansancio. Cuántas veces hemos vivido y
sobrevivido a esta etapa oscura, llena de dolor. Pero cuántas veces (todas hasta ahora) hemos
salido, recuperando nuestra ilusión y alegría por vivir.
Es verdad que en ninguna de las dos situaciones pasa
nada que cambie realmente nuestra vida.
La ilusión es cuando vemos el vaso medio lleno y el estado de desolación
es cuando lo vemos medio vacío. Pero
finalmente el vaso siempre tiene la misma cantidad de agua. Simplemente es como lo vemos en determinado momento y que fuerza nos transmite
esa imagen para seguir luchando.
¿Qué es la felicidad? Muchos dicen que la felicidad como tal no
existe. Que es el camino que vamos
haciendo hasta alcanzar una meta. Otros
dicen que es un estado temporal en la vida en la que te sientes satisfecho con
lo que tienes en ese momento.
¿Qué es la felicidad para mí? Es amanecer cada día. El abrazo y beso de buenos días de los míos,
compartir un desayuno y hablar de cómo dormimos, salir, tener un trabajo que me
permita vivir dignamente y dar a mi familia lo que necesitan. Que pase el día lleno de amor, alegría disfrutándonos
los unos a los otros y tener la esperanza que el día siguiente será mejor,
porque siempre puede ser mejor, según como lo miremos.
Deseo a todos vivir del cuento, de la ilusión que
las cosas siempre serán mejor, viendo siempre el vaso medio lleno, por más
oscura que sea noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario