Una nueva
experiencia. Hace unos días tuve la
oportunidad de viajar a Madrid desde Zaragoza y en el AVE, el tren de alta
velocidad. El viaje duró poco más de una
hora. El tren va a unos 300
km/hora. ¡Rápido, rapidito!
Por insistencia
del funcionario que me vendió el boleto, viajé en el coche en silencio, que significa que tienes que desconectar el
móvil y evitar hacer cualquier tipo de ruido que pudiera incomodar al resto de
pasajeros. Mi tren salió a las siete de
la mañana y había mucha gente que,
aparentemente, viajaba por negocios y para regresar el mismo día, llevaban poco
equipaje y con ropa de trabajo, elegantes, en traje.
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Una de mis fotos |
Cada persona que
iba subiendo al coche hacía lo mismo, se sentaba, sacaba la tablet o portátil y a trabajar. Imagino que iban adelantando algo de trabajo
para sus reuniones o iban enviando correos electrónicos a sus trabajadores para
recordar el trabajo que tenían que hacer.
También veía a algunos que aprovechaban para ir leyendo correos
electrónicos, supongo esos que vas dejando para “cuando tenga tiempo”, pero con
la agitada vida que tienen, nunca llega ese momento.
Todos iban
haciendo lo mismo, en silencio, encontrar su sitio, trabajar, guardar silencio
y poco más. Yo pensé que iba a ver mucha
gente durmiendo, aunque el viaje es corto, podría ser suficiente para recuperar
un poco el sueño perdido por coger tan pronto el tren, pero no. ¡Todos a trabajar… y en silencio!
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Una de mis fotos |
Eso era para el
resto de pasajeros, menos para la mujer que tenía en el asiento de delante. Como el resto, llegó se sentó, sacó su tablet sin perder ni un minuto de
tiempo, desde atrás, por la rendija entre los dos asientos, la veía ir
revisando y moviendo los dedos muy rápido.
Hasta ahí, todo bien. Pero, de
pronto, sacó el móvil y empezó a hablar y hablar y hablar. Cada vez iba subiendo más el volumen de su
voz. Se notaba que era una llamada de
trabajo. Además, debe ser su manía, pero
mientras hablaba iba dando golpecitos con esos lapicitos especiales para la tablet, como los que tenemos la manía de
mover el ratón (o mouse) mientras hablamos.
Ya cuando me cansé de mirar alrededor, intentar pensar en otra cosa o ya
puestos, ¿por qué no dormir?, sólo escuchaba su voz y su conversación. Así que fue necesario haberle un ligero y
tímido ssshhh, se dio cuenta y
entendió el mensaje. A su interlocutora
le dijo que saldría del coche de silencio
y 15 minutos después regreso en silencio.
Y yo, al ver
tanto ejecutivo y dispositivo tecnológico, pensé sacar mi portátil, que la
llevaba y ponerme a escribir algo para aprovechar el viaje. Luego pensé que, aunque disponga de la
tecnología, soy un poco más chapada a la antigua, así que saqué mi libreta y
pluma y me puse a escribir esta historia.
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Una de mis fotos |
Ya tenía mis audífonos para ver la película que ofrecen en el tren. ¿La llegaría a ver? Pero llegados a
este punto, recordé que aunque estoy aquí, sentada, con una súper sonrisa y con mucha ilusión, haciendo algo de lo que más me gusta, sólo había dormido cuatro
horas y media y me moría de sueño. Como todavía quedaba casi una hora de
viaje, intentaría dormir un poco. ¡A ver...!
Sea como sea,
viaja, sal, corre, vuela, de la manera que puedas, cada pequeña escapada rompe
tu rutina, recarga tus energías y te hace sentir mejor, además de ser una
experiencia más para ti.